El cuarteto llegó al teatro lírico de Córdoba
CORDOBA.- El ingreso del cuarteto en el Teatro del Libertador San Martìn, uno de los recintos líricos más importantes del interior del país, disparó, una vez más, la polémica respecto de qué lugar les cabe a ciertas expresiones de la cultura popular y, al mismo tiempo, cómo se preserva el prestigio de un coliseo cuyo capital simbólico es cada vez más codiciado por artistas de distintas estéticas. La controversia se instaló en cada una de las mesas de café de la ciudad y abarca no sólo el asunto de la calidad artística, sino también el de la gestión política de la cultura provincial.
Es que el grupo La Barra, uno de los más convocantes de estos tiempos, eligió el escenario del Libertador para festejar sus diez años de trayectoria, y la idea contó con la venia del propio gobernador, José Manuel de la Sota, que les pidió a las autoridades de la Agencia Córdoba Cultura (especie de ministerio del área) que le hicieran un lugar al cuarteto en la programación. Así se hizo, y La Barra consiguió fecha para su show, que se realizará el 27 de este mes.
La noticia, publicada por el diario local La Voz del Interior, disparó una polémica de tales proporciones que casi opacó el brillo de la magnífica presentación de Martha Argerich en el teatro y adquirió tal importancia que nadie pudo permanecer al margen: participaron desde los más encumbrados funcionarios provinciales hasta los productores de cuarteto, incluidos los empleados del teatro, que fueron los primeros en oponerse.
Por un lado, se discute si el teatro es el ámbito adecuado para esta expresión musical y si la estética cuartetera atenta o no contra la jerarquía del recinto. Naturalmente, la discusión derivó en el debate -más profundo y complejo- respecto de qué es cultura y qué es lo popular. Simultáneamente, entró en discusión el modo en que se decide la programación del teatro, ya que en este caso la coordinadora general del coliseo, Marcela Reartes, admitió que fue una decisión que le llegó "de arriba" e incluso deslizó que analizaba renunciar a su cargo.
Para Reartes, el teatro no resiste este tipo de espectáculos, por cuestiones arquitectónicas y de acústica de la sala. "Sería importante que los organizadores se hicieran responsables de estas cuestiones antes de planificar. El teatro es para todos, pero no para todo", planteó la funcionaria. "Está claro que ésta no es una decisión artística -agregó- sino una decisión política que nos llega desde arriba. Nosotros hemos venido trabajando según lineamientos muy claros, que tienen que ver con políticas culturales estatales."
La primera voz de repudio a la iniciativa fue la del encargado del área técnica, el iluminador Francisco Sarmiento, que a su vez es una "institución" dentro del Libertador. "No es posible que un día esté Martha Argerich con la Orquesta Sinfónica y al otro día La Barra, ya que es como juntar la Biblia y el calefón." Casi indignado, advirtió que si La Barra "entra en el teatro" renunciará como coordinador técnico. Como él opinaron muchos empleados, argumentando, entre otras razones, que corre riesgo la integridad de la estructura edilicia, pues no está preparada para un baile de cuarteto.
Del otro lado, uno de los fundadores de La Barra, Carlos De Piano, dijo que no será un baile tradicional sino una velada de gala por el décimo aniversario, y que habrá invitaciones personales sin venta pública de entradas. "Creo que merecemos tocar en el Libertador como cualquiera que haga buena música y tenga arrastre popular", explicó, al tiempo que precisó que La Barra convoca 20.000 personas por fin de semana. El show, además, tendrá carácter benéfico, ya que el público deberá llevar un alimento.
En relación con cómo La Barra consiguió el visto bueno para tocar en el teatro, en forma gratuita y sin haber hecho las gestiones con la suficiente anticipación, De Piano explicó: "No es una cuestión de devolución de favores, como se dijo por ahí. Nosotros nunca tocamos para este gobierno ni lo vamos a hacer porque nos presten el Libertador. Creo que todo esto se generó porque, inocentemente, pedimos tocar ahí, alguien dijo no y hubo otro alguien a quien le caímos simpáticos y se emperró con que tocáramos".
La voz cantante del grupo, Javier "Pepa" Brizuela, enfatizó que "el cuarteto es música popular de Córdoba y que como tal merece estar", o de lo contrario sería una forma de "discriminar". Para tranquilizar los ánimos, aclaró también que no será "un show que agite a la gente", sino un recital para escuchar.
Legitimidad y estética
La mayoría de los cordobeses consultados por los programas de radio y televisión que durante los últimos días se ocuparon del asunto argumentaron casi en el mismo sentido: que el teatro es público, que se sostiene con el aporte de todos los cordobeses y que por lo tanto todos pueden ingresar. De hecho, por el escenario el Libertador pasaron muchas y diversas expresiones, además de la ópera y la sinfónica. Las más recientes fueron la murga Falta y Resto, Jairo y las cordobesas de De Boca en Boca interpretando la misa cubana, y hasta un desfile de moda realizado por una casa de ropa de cuero.
Incluso el cuarteto tuvo su momento de gloria en ese escenario cuando en 2000, en ocasión de un aniversario de la ciudad, Carlos "La Mona" Jiménez bailó y cantó "Beso a beso", poniendo a todo el público de pie. Claro que, en esa oportunidad, su presencia estuvo legitimada porque la figura central de la gala fue Julio Bocca, con quien compartió el escenario.
En el medio del fuego cruzado, el presidente de la Agencia Córdoba Cultura, Pablo Canedo, intentó bajarle los decibeles a la polémica asegurando que "para que esté La Barra no se bajó ninguna otra cosa de la programación". También señaló que "éste no es un grupo de cuarteto más, sino que ya es casi una orquesta, que viene creciendo en forma importante". Y en cuanto al debate de fondo, explicó: "Si podemos aceptar a la murga o a otras expresiones populares, no veo por qué no al cuarteto, que forma parte de la cultura argentina tanto como Beethoven o el rock; no podemos hacer sólo una estética". Sin embargo, el funcionario dejó claro que la decisión no fue suya. "Me lo pidió el gobernador", dijo a LA NACION.
Al cierre de esta edición, la realización del show estaba confirmada. "Esto ya está decidido, más allá de que a algunos no les guste", señaló Canedo, en forma tajante. Ahora la duda no es sólo qué ocurrirá en el Libertador el próximo lunes, sino cómo impactará esta decisión en la futura gestión de la programación. Porque tal como destacó el legendario productor de cuartetos Emeterio Farías, es posible que esto "traiga cola". En su opinión, otros célebres exponentes del cuarteto, como Chébere, Tru La La o la propia "Mona" también tendrán derecho a aspirar a tocar en la sala más prestigiosa de la ciudad.
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