El héroe de la cumbia digital
Al frente del dúo Fauna, Cristian del Negro exporta su particular sonido a Europa y a Estados Unidos
Lo que Cristian del Negro extraña de Mendoza no son las montañas, sino la rutina de poder levantarse a la madrugada para poder bajar todas las ideas que se le ocurren a la mitad de la noche en su miniestudio de grabación. Esa ansiedad creativa delinea el perfil de uno de los productores y agitadores cruciales en el nacimiento de la cumbia digital. A kilómetros de distancia donde Dios atiende, Cristian fundó junto a su compañero Fede Rodríguez (Catarsys) el grupo Fauna, uno de los fenómenos más influyentes de la escena digital en los últimos años.
"Con Fauna al principio éramos considerados unos herejes en Mendoza porque queríamos hacer algo que incomode. Lo que pasaba en esa época es que estaba esa idea que los que escuchaban cumbia eran «los negros pobres» y los que escuchaban electrónica «eran los nenes ricos». Nosotros queríamos juntar esos dos polos. Y así, experimentando, nos dimos cuenta de que la idea estaba buenísima. Pensábamos que algún día nos va a ir bien y hoy en día hasta es una movida «consagrada». Pero todo comenzó como una idea más filosófica", cuenta Cristian del Negro, conocido como Color Kit, que con esa nave de cumbia digital aterrizó en festivales como el Coachella, el Roskilde y Transmusicales de Rennes.
Con un corte de comanche, rapado a los costados y unas zapatillas con toques de animal print , el músico, DJ y MC mendocino sigue multiplicándose creativamente, a pesar del golpe que sufrió con la muerte temprana de su compañero Fede Rodríguez alias Catar Sys (ver recuadro). Si con Fauna había inaugurado una mezcla triunfadora en las pistas de drum&bass, dancehall y potentes graves, Cristian encontró el germen de un nuevo sonido de folklore 2.0 con Sonido Guay Ñeñe, su nueva criatura musical que cruza la copla, la chicha cósmica, la electrónica y la música urbana. "Yo venía pensando, ¿Después de la cumbia qué? Si con Fauna pensábamos que no podíamos hacer mejor el drum&bass que los ingleses y tuvimos que buscar nuestra identidad; ahora me surgió la idea de hacer algo con el folklore que es bien nuestro y tiene muchísima riqueza. Hace tiempo venía con esta idea. En el primer disco de Fauna quisimos meter unos charangos y unos bombos legüeros que puso Tremor pero no cuajaron. En enero de 2010, Lea Skames me llamó para preguntarme por un productor que se copara en hacer algo nuevo con el folklore. Y enseguida le dije: «Esa persona soy yo»".
Así se fue armando. Lea Skames venía del reggae, Cristian del Negro producía electrónica y cumbia, Sandra Amaya cantaba coplas del folklore y Lucas Luchetti era un percusionista de ska y el rock. El cóctel musical es explosivo y la química entre los integrantes fluye. "Nos encontramos y nos transformamos. Cada uno tiene su sabiduría y su visión. Así han salido cosas hermosas. Sentimos que no tenemos un techo".
Cristian está tan entusiasmado como cuando descubrió junto a Fede el sonido de Fauna. Siente una atmósfera parecida a la de ese momento. "Con Fede nos pasó que no estábamos tan contaminados por el paisaje de la capital. Eso nos sacó del tiempo y nos hizo adelantarnos en muchas cosas. Fue buenísimo. Eramos bastante inconscientes", apunta.
Otra vez el músico siente el germen de algo nuevo entre manos. "Al principio, la cumbia digital fue la avanzada y Mendoza se transformó en su cuna con más de treinta artistas que salieron de ahí; pero ahora están pasando muchas cosas más por el lado del folklore que están haciendo las nuevas generaciones. Se ve venir una movida grosa. En cinco años esto va a explotar", profetiza Cristian, acostumbrando a ser el partero de nuevas escenas musicales.
Todavía Sonido Guay Ñeñe no encontró como Fauna un padrino como Bad Boy Orange. "El fue quién nos dijo al principio: «hagan algo no aprieten sólo botoncitos. ¡Canten!». Ahí empezamos a cantar y hacer ruiditos. Era mucha improvisación y esas cosas que se nos ocurrían terminaron siendo las canciones del primer disco". Pero Color Kit se siente más preparado para este nuevo viaje. "Al principio cuando comenzamos con Fauna todo era más prueba y error. Eramos como científicos. Ahora tengo una idea y la llevo a cabo. Con los años me sale todo más natural y pienso las cosas más orquestalmente y en conjunto", reflexiona el artista oriundo de Luján de Cuyo.
La trascendecia de Fauna tuvo un movimiento sísmico cuando Fede decidió quitarse la vida en noviembre de 2010 durante una gira en Brasil. La temprana muerte de su compañero y amigo obligó a Cristian del Negro a replantearse la senda musical. Había quedado un disco póstumo que salió en edición doble el año pasado bautizado Manshines (elegido entre los mejores del año 2011 por la sección Espectáculos). Hoy, los días parecen una hoja en blanco para Cristian del Negro. Está pensando en mudarse a Buenos Aires. Hacer nuevas canciones junto al Mono Azul, su actual compañero de ruta en Fauna; producir el primer disco de Sonido Guay Ñeñe, su nueva gran aventura sónica; y seguir agitando las pistas como DJ Caníbal Negro. Pero no hay un camino definido. "Todavía es igual de dura la continuidad y estoy en ese proceso de presentar las cosas que hicimos con Fede y seguir adelante con la inercia que venía. Es parte de digerir su muerte para que venga la reivención. Sonido Guay Ñeñe también es parte de eso. Lo único claro es que tengo que seguir adelante. Con la música, con público o sin público, sigo porque es lo que me va a dar las respuestas que estoy buscando. Perdí a mi mejor amigo, mi compañero de banda y de viaje, y al artista con el que nos retroalimentábamos. Sólo sé que el tiempo y el trabajo me van a dar algunas respuestas. Mientras tanto, el amor de la gente ayuda".
Los hijos de un extraño ser
La mística que despertó el grupo Fauna con su aparición seguramente no fue casual. Fede Rodríguez fue hijo de Mario Luis Rodríguez Cobos, más conocido como Silo, y en esa casa de familia se cocinó un tuco muy especial dentro de la historia de la banda nacida en 2003. "El ser hijo de Silo le dio una carga emocional muy grande a Fede. Nosotros sabíamos que no era alguien más, era muy especial. Le decíamos el Picassito"
–¿Hablaban de Silo con Fede?
–Sí claro, imaginate que el primer disco lo produjimos en la casa de Silo. El escuchaba nuestras cosas. Para mí era un diferente total. Una inspiración grande. Muchas de nuestras letras están inspiradas en una cena con él donde nos contaba fábulas extrañas de zombies, que nos hacían morir de risa. Tenía un humor muy especial. Le dio un condimento más, una mística a todo lo que rodeó a la banda.
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