Jools Holland. El hombre con los dos mejores trabajos
El pianista y conductor toca hoy, en el Gran Rex
A pesar del largo vuelo desde Sydney, Australia, que acaba de depositarlo en Buenos Aires, Jools Holland (que toca hoy, en el Gran Rex, por primera vez en la Argentina) se muestra de lo más simpático y hasta se prepara para las fotos con uno de sus característicos trajes oscuros. De hecho, hasta se entusiasma al hablar de música, aunque sea sobre temas de los que habrá respondido ya mil veces.
Pero, bueno, ¿qué otra cosa, más que un inalterable buen humor, podemos esperar de una persona que desde hace tiempo tiene no uno sino ¡dos! de los mejores trabajos del mundo para cualquier melómano?
Por un lado, este pianista londinense de 52 años fue parte de los hiteros Squeeze entre 1974 y 1981 y hoy dirige su propia big band, con la que casi cada año graba un disco en el que nunca faltan ni su música favorita ni algunos de sus ídolos como invitados. Por otro, desde principios de los 90, después de otras experiencias en cámara, conduce lo que es sencillamente el mejor programa musical de televisión: Later with Jools Holland .
Muchos a los que el nombre no les dice nada de todos modos lo conocen; seguramente se habrán encontrado con su cara y su particular voz por accidente, surfeando alguna noche por los confines del cable. Entonces, lo primero que les habrá llamado la atención es la puesta en el estudio:
generalmente cinco bandas o solistas, que pueden ir de una leyenda del soul a la última promesa del rock alternativo, formadas en semicírculo. Holland, con el fuerte acento londinense, la complicidad del colega y la misma simpatía que en una entrevista después de medio día de vuelo, presenta a cada uno de sus invitados, que después tocan en vivo un par de canciones con una imagen y un sonido infrecuentes en la pantalla.
Pero además de un famoso de la tele global, el pianista es también un virtuoso, aunque autodidacto, en los sonidos de Nueva Orleáns, el boogie, el swing y el blues, con dos decenas de discos en los que aparecen aportes de amigos tan dispares como el stone Ron Wood, Nick Cave, Rico Rodriguez y Prince Buster (mitos del ska jamaiquino), Tom Jones, Paul Weller y Bono, entre muchos más.
Los dos mejores trabajos del mundo tienen mucho en común: grandes músicos desfilan tanto por el programa como por los discos de Holland. "Hay un poco de eso –admite–. Con algunos músicos que vienen a la tele terminamos arreglando para grabar juntos. El programa me da la oportunidad de verlos personalmente y entender mejor lo que hacen. Porque no a todos los conozco de antes. Así es que a veces tenemos mucha onda, conectamos. Eso me pasó, por ejemplo, con Salomon Burke, que estuvo invitado y terminamos trabajando juntos."
-Tocaste con muchos de tus héroes. ¿Hay alguien más que te gustaría conocer especialmente?
-Lo curioso es que eso sólo me pasa con algunos que lamentablemente ya no están entre nosotros. Por ejemplo, una vez conocí a Ray Charles y le pregunté qué quería que dijera su lápida. Me contestó algo así como "te gustará mi música o no, pero deberás saber al menos que siempre dije la verdad". Me gustó tanto eso que en seguida compuse una canción para grabarla con él. Charles la escuchó y estuvo de acuerdo, pero pronto se enfermó y ya no se puedo concretar. Grabar ese tema con Ray Charles hubiera sido lo más importante en mi vida.
-¿Todavía te entusiasma como al principio trabajar con músicos célebres?
-Siempre es como el primer beso. Es genial. De pronto, por ejemplo, conozco a [el legendario organista] Booker T y me doy cuenta de que los dos siempre quisimos grabar cierto blues de Duke Ellington. ¡Y lo mejor es que yo tengo la big band para hacerlo! Así que termino en un estudio con Booker, que encima me cuenta que a los doce años tuvo la oportunidad de girar con Ellington, pero su madre no lo dejó porque era muy chico. ¡Habría sido histórico!
-Has colaborado con gente muy distinta. Por ejemplo, Nick Cave y Prince Buster. A los que les gusta uno generalmente no les interesa nada el otro. ¿Cómo se encuentran en tu música?
-Cuanto más viejo me pongo, más parecidos encuentro: el sonido será diferente, pero la intención es cercana. La música pop "manufacturada" es fantástica, muy divertida. Pero ocurre algo un poco diferente cuando hablamos de gente que escribe canciones por placer. En ese punto, tipos como Prince Buster y Nick Cave coinciden. Quizás, al convivir en mis discos o en mis programas sean "vecinos incómodos". Pero también me encanta que los fans de unos se acerquen a los otros.
-¿Cómo es un show con la orquesta?
-Siempre distinto; nos adaptamos a la sala y al momento. Arrancamos más tranquilos hasta que pisamos el acelerador y todo el mundo termina bailando. Lo bueno es que ésta no es una big band tradicional, sino más bien una gran sección de vientos montada sobre una base rítmica bien potente. Para hoy en particular me entusiasma debutar en Buenos Aires porque recuerdo que, cuando era chico, mi mamá solía escuchar discos de pasta de Carlos Gardel. Así que siempre tuve una idea muy romántica de esta ciudad.
-¿Pasás un día sin tocar el piano?
-Raramente, pero sí, de gira. Y lo extraño. Es como una amante. Hay días en que va todo perfecto, otros en los que no le encontrás la vuelta a la relación. Pero siempre querés volver. Por algo dicen que tocar el piano es una forma de evitar volverse loco...
PARA AGENDAR
- Jools Holland & His Rhythm and Blues Orchestra, el pianista se presenta por primera vez en el país.
- Teatro Gran Rex, Corrientes 857. Hoy, a las 21.30.