El manifiesto de una generación
" Vuelve el tango / Y que vuelva nomás, si está en su casa / Lo habían apoliyado tenores engolados / Lo encerraron en museos repetidos, en telarañas de sombras de versiones / Los que quisieron salvarse con Carlitos, con el Gordo, con el Tano / Lo hicieron tan cornudo que aburrieron, lo exportaron, le llenaron de sellos el pasaporte / Lo pisotearon atléticos bailarines que saltaban demasiado / A él, que nació maldito y malparido en pesebres de patios y quilombos / Lo crucificaron en la resurrección de cumparsitas / Señores, vuelve el tango, muzzarella y sin barullo / A reclamar de nuevo lo que es suyo".
El recitado del poema de Alorsa (fallecido en agosto de 2009), joven creador de la Guardia Hereje, abrió el espectáculo Nuevos Tangos como el manifiesto de una nueva generación. No fue casualidad. El poeta que hace dos años se fue sin poder despedirse de los amigos "volvió" una noche, en la que estaban todos sus compañeros de generación. Volvió en su poesía y en ese espíritu celebratorio de un cancionero nuevo. Muchos de sus compañeros de época -cantores, letristas y músicos- festejaron una década de Nuevos Tangos, en el escenario Horacio Ferrer del festival. Alorsa hubiera visto con agrado su sueño cumplido: "Están pasando cosas. Hoy. Otra vez. Hay quienes en medio de ese caos, con un sonido acústico, moderno y joven? resucitados por una crisis que nos reinventó a todos, empiezan a asomar la cabeza, sonriendo", sostenía en una de sus últimas entrevistas.
En el ambiente de la previa del show se vivía mucho de esa alegría. Las tribus under del tango parecían celebrar, como antes en el rock se celebraba la llegada a Obras.
La orquesta dirigida por Julián Peralta (y formada por un seleccionado de los músicos de la nueva camada de distintas agrupaciones) y un buen número de cantores (re)estrenaron un repertorio actual del tango para poner las cosas en su lugar. Fueron once canciones, apenas una porción de todo lo que existe, lo suficientemente contundente para empezar a contar un capítulo de esta historia nueva del tango-canción: "Capataz", cantado por Ale Guyot con clima sombrío y fantasmal de estética ricotera; "Mi involución", un tangazo de Acho Estol a la medida de un cantorazo joven como Cucuza Castiello; "El tango que no silbo", en la rasposa voz rocanrolera de Miguel Suárez (su parecido al Indio Solari de los primeros tiempos es notable), o "Regin", del Tape Rubin, en la voz de Juan Villareal, quizás uno de los primeros tangos inaugurales de este relato de época.
Hubo más tangos nuevos, de autores como Luciano Taboldi; Elbi Olalla, de Altertango; Juan Subirá, que participó como cantante y letrista de "Hoy", y Edu Lombardo, con el tema "Rocanrol", cantado por un Omar Mollo a sus anchas. Hasta "Perdidos", una obra inédita que en sus riffs de los bandoneones parecía tener la influencia de Skay Beilinson, convivió con el golpe rioplatense de "Rumba y tres saltos", de Prat, y "Algunos miran, otros hablan", de Juan Seren.
Una noche el nuevo tango volvió sin pedir permiso. Casi que no hizo falta nombrarlo, pero Alorsa y toda una generación de tangueros herejes dijeron presente.
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