El milagro de un cruce inesperado
Fernando Cabrera y Martín Buscaglia / Concierto de los cantautores: Fernando Cabrera y Martín Buscaglia / Sala: Torcuato Tasso / Función: el último viernes / Nuestra opinión: muy bueno
Seguramente la mayoría del público que va a escuchar a Fernando Cabrera y Martín Buscaglia juntos conoce y le gusta la música que cada uno hace (o, al menos, la de uno de ellos). Pero los que van por el hecho artístico que pueden generar en sociedad y dejan la montaña de prejuicio en casa se encuentran con un espectáculo en el que las canciones mandan, por encima del contraste estético y en favor de los códigos que tienen en común. Sus autores, en todo caso, van poniendo las notas de color con la voz cantada y hablada.
Prejuicios. Sí, seguramente los haya porque no es fácil conciliar maneras de escribir, tocar y cantar muy diferentes, incluso cuando los dos son hombres de guitarras eléctricas empuñar.
El de la flamante dupla Cabrera-Buscaglia es de esos raros casos en los que la guitarra eléctrica sin otro acompañamiento les queda muy bien. Evidentemente la amplificación es parte de su ADN sonoro. Lo cual es curioso porque, más allá de las distintas etapas musicales por las que cada uno pasó (y esto incluye proyectos en banda), lo principal de este arte que cultivan es la canción desnuda.
Lo que generan juntos es una muy particular tímbrica asociada en la que las canciones de uno son compartidas con el otro. Y lo idiosincrático es el punto medio y de encuentro. Cabrera pone sobre el escenario esa manera de cantar y de versificar tan declamativa y, vista desde hoy, siglo XXI, decimonónica, con un color de voz que se toma o se deja, que no muestra medias tintas en la apreciación del oyente y que tiene tanto originalidad como belleza y refinamiento, desde piezas que ya tienen varias décadas, como "Pandemonios" y "El tiempo está después", hasta el reciente estreno de "Malas y buenas", que formará parte de su próximo disco.
En cambio, la voz de Buscaglia es cálida, mucho más cercana a la de Jorge Drexler que a la de Cabrera. Y sus versos tientan al público con resoluciones inesperadas. Escribe de muchas cosas y de muchas maneras, incluso cuando en buena parte de este repertorio haya un candombe siempre latente, magníficamente pulsado en las cuerdas de su guitarra.
Volvamos al prejuicio y digamos que con estéticas tan diferentes, es un milagro que puedan subir a un escenario juntos y que de eso salga un espectáculo muy bueno y con muy pocos elementos. Como antídoto contra el prejuicio, los milagros existen -siempre y cuando el talento de dos músicos como Fernando Cabrera y Martín Buscaglia medie en toda esta cuestión tan espiritual como artística-.