El recorrido de un melómano por La Plata
En poco más de un mes, cuatro artistas tan interesantes como diferentes sacaron sus nuevos discos en la ciudad de las diagonales
La candente mañana de junio en que salió el nuevo disco de El Mató a un Policía Motorizado, después de una larga espera, se inauguró otra buena cosecha de canciones para La Plata, el epicentro del indie cancionero argentino. En poco más de un mes se editaron los discos de cuatro artistas tan interesantes como diferentes: Pérez, Diego Martez, Un Planeta y El Estrellero. El rock de la ciudad de La Plata, siempre vivo y vibrante, ya tiene hasta (por ahora) sus mejores del año y vale la pena repasar quiénes son:
PÉREZ: Caracas
Donde todos fracasan, Pérez triunfa. Con las mismas herramientas que cualquier hijo de vecino (la radio, una voz argentina, guitarras, letras sobre chicas y amigos) la banda de Ramiro Sagasti demuestra que se puede hacer pop-rock sin sobornar a los adolescentes. La diferencia, claro, es la atención y el desplazamiento: una escucha concienzuda de los clásicos y, sobre todo, músicos competentes y con ideas. Caracas, su cuarto disco, abre la paleta de colores (ahora son un quinteto) y propone una tensión entre el nombre impreciso de la banda (ese apellido de la guía) y un enclave geográfico con sus propias coordenadas. "Caracas es una palabra con ritmo -dice Ramiro Sagasti-. Nos gusta cómo suena". Bueno, no solo el nombre remite a ese clima, el tema "Tropical" es una cumbia empantanada en el Meridiano V, el barrio bohemio con el mejor cielo de La Plata.
DIEGO MARTEZ: Lo perdido
Producido por Shaman Herrera, el nuevo disco de Diego Martez es una tesis nueva sobre un tema centenario: la tensión entre la urbe y las fuentes rurales. Entre el pasado y el futuro. "Hace tiempo empecé a indagar sobre cantos folklóricos de la Argentina y América latina, pero siempre haciéndome cargo de la ciudad en la que vivo -explica Diego-. Lo perdido se transformó en el disco que es cuando los géneros y las dinámicas que pasan (tan disímiles entre sí) pudieron convivir, pudieron dialogar". Las voces invitadas apuntalan esa conversación: la hija de un desaparecido con sangre guaraní (Charo Bogarín), la cantante de pop fanática de Gardel (María Ezquiaga), la chica beat con un tatuaje de Violeta Parra (Sofía Viola). Shaman, por su parte, es la clase de productor que trabaja con sus propios cuchillos. Sabiamente, el reflector mantiene a uno bajo la luz y otro agazapado en el cono de sombra, pero los protagonistas son los dos. La dinámica es teatral: Martez esgrime su voz de baguala mientras Shaman despliega un paisaje en algún lugar entre la Puna y los desiertos digitales del siglo nuevo.
UN PLANETA: Des
Es un sacramento. El tercer disco de Un Planeta une, en sagrado matrimonio, la onda expansiva de una crisis con la música bailable. En la tapa hay un tipo en caída libre (y, por cierto, el prefijo "des" es una resta), pero sus ocho canciones están perdidas en una niebla tornasolada de teclados, beats y programaciones. Si tenemos en cuenta la parábola que une los discos de Gorillaz y Frank Ocean, no es una alianza descabellada: esta es la idea del soul que tienen cuatro muchachos de la periferia platense que se conocieron en un recital de El Mató..., tocan con convicción y no viven en la torre de marfil. "Hay una quita y un desamor en paralelo a la situación social del país y del mundo: todo eso pegó en la composición y hace al espíritu del disco -dice Gastón Le, su cantante y compositor-. Pero también hay un crecimiento y un proceso de destrucción de música que veníamos haciendo"
EL ESTRELLERO: Los magos
Si el Indec midiera el arco melódico de las bandas de rock, El Estrellero estaría en la punta púrpura de sus tablas de estadísticas. En la tradición sixtie, la banda tiene dos compositores diferentes, pero complementarios: ahí están las melodías burbujeantes y camarísticas de Juan Irio; ahí está el candor sónico de Lautaro Barceló. Uno es elíptico. Otro al mentón. La alianza está precisamente en el nudo. Y Los magos, su segundo disco, tiene varios hits potenciales. "Hay una definición trasnochada de pegarla, relacionada con la industria musical del siglo pasado, la que nos mostraban los enlatados de MTV -dice Barceló-. Esa visión sería para nosotros una inocente fantasía narcisista, el deseo de inmediatez, de tener todo y ya. Preferimos una definición de pegarla mucho más amplia. Sentir que la pegamos cuando terminamos una nueva canción. Nuestro principal fundamento para seguir juntos, es pasarla bien en cada actividad que emprendamos. Si eso sigue sucediendo, es porque la pegamos".
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