El tango vuelve a conquistar París
Anteayer, El Arranque concretó su homenaje a Garello, Marconi, Marcelli y Pane
PARIS.- Los músicos argentinos se enteraron del primer gol de Crespo por el retorno de sonido del escenario. En la mesa del sonidista había una tele y el operador pasó la buena nueva en medio del show. No hubo ningún gesto; apenas, una mirada cómplice entre los tangueros, que estaban en pleno concierto. En la platea, el público vibraba con la actuación de la selección tanguera, pero ni se enteró de lo que pasaba con el equipo nacional de fútbol.
Para los franceses, fue la oportunidad única de escuchar y ver en vivo a cuatro maestros juntos como Raúl Garello, Néstor Marconi, Mauricio Marcelli y Julio Pane que interpretaban sus composiciones y tocaban sus arreglos, secundados por El Arranque. La producción tuvo el condimento de un aire reivindicatorio de los jóvenes músicos de El Arranque para con una generación de maestros, a la manera del disco de Gustavo Santaolalla. Nada más que este proyecto es anterior y tiene el condimento de girar alrededor de obras que son poco conocidas y difundidas, pero con el valor de los grandes clásicos.
El show se dividió en dos partes. En la primera Raúl Garello tocó sus obras "Keny", "El último bailongo" (con un bellísimo y emotivo solo de fuelle sin orquesta) y "Siempre en punga", y Marcelli arremetió con su virtuosismo en el violín con obras de inspiración piazzolliana como "Con cierto vuelo", "Puerto nuevo" (en un exquisito dúo con el pianista Ariel Rodríguez, uno de los más aplaudidos de la noche) y "Diciembre en Buenos Aires". La ovación no se hizo esperar al final de cada solo de los maestros.
Apenas bajó el telón para el intermedio del recital, todos los integrantes de la organización -músicos, bailarines y productores- se fueron a la sala técnica en busca del televisor donde se podía ver el debut de la Argentina.
Un medio televisivo francés tomó las insólitas imágenes de los músicos argentinos y técnicos franceses del teatro Chaillot hinchando por la selección entre bastidores.
En el medio de ese clima, los maestros repasaban las partituras mientras gritaban: "¡Dale, pibe! ¡Enganchá para adentro, que el negro pasa de largo hasta Africa!". Los músicos parecían más nerviosos por el debut argentino que por la reacción de las mil personas que asistieron al concierto y abarrotaron la sala principal del Chaillot desde temprano. "Vamos a ganar el partido", dijo totalmente mimetizado con el clima futbolero Ignacio Varchausky, contrabajista y líder de El Arranque. "¿Cuál partido?", le preguntó uno de los violinistas. "Este", dijo, y señaló con la mirada el monitor de circuito cerrado del teatro que mostraba la sala llena de parisienses. Todos salieron para comenzar la segunda parte al instante. Los maestros se quedaron y se iban alternando para ver a la selección de acuerdo con el orden que tenían que tocar.
La hora de la verdad
En el concierto, la prolija puesta tuvo el detalle de presentar a cada maestro con un video en pantalla gigante. Eso les daba tiempo para recorrer el pequeño tramo que separaba la sala técnica del escenario. En algún momento, la prolijidad del concierto estuvo a punto de desbordarse por el fervor futbolero. Hay quien quería comenzar la segunda parte del espectáculo anunciando el 1 a 0 de la selección contra Costa de Marfil. Pero el protocolo del espectáculo no lo permitió.
La segunda parte fue toda para que se luciera Julio Pane con sus temas "Sol y noche", "De profesión tango" (otro solo descomunal del músico) y "Milongueta para Taranta". Mientras que Marconi apareció con un fondo rojo, en concordancia con su pasión por Independiente, y tres de sus obras: "Tanjuanjo", "Gris de ausencia" (otro solo, donde desplegó la riqueza armónica del instrumento) y "Tiempo cumplido".
Esta última pieza parecía una metáfora de la situación: detrás del escenario, sus colegas pedían que terminara el partido de la selección. Para no sufrir más, los cuatro hicieron dos temas juntos, con lo que sintetizaron la amplitud tanguera de estilos: la visión melódica y troiliana de Garello, la escuela de Laurenz en el toque de Pane, la búsqueda post-Piazzolla y sinfónica de Marconi y Marcelli. Al final, los franceses no paraban de aplaudir el desempeño de estos cracks musicales, de la misma manera que en la cancha se aplaude a Messi o Ronaldinho. Debajo del escenario, todos estaban contentos, más allá de los aplausos de los parisienses: el partido había terminado 2 a 1.
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