El ukelele, Edith Piaf y una voz especial
Juga di Piaf (espectáculo de Juga di prima). / Músicos: Juga, voz, ukelele y piano; Carlos Felipe Bórquez, piano y acordeón, y Sito Lacombe, guitarra. / Sala: Velma Café. / Próxima función : hoy, a la medianoche.
Nuestra opinión: muy bueno.
Juga ubica cada elemento sobre el escenario (luces, instrumentos, accesorios y hasta músicos) como si acomodara piezas en un tablero de ajedrez para comenzar una partida. Cada una tiene su lugar y su función. Juga es una cantante que parece ajedrecista o una ajedrecista que parece cantante. O ambas cosas a la vez. Parece tener en su cabeza cada movimiento. De hecho, para el concierto tiene todo perfectamente guionado; todo perfectamente calculado.
Cuando en medio de una canción deja de tocar el ukelele (instrumento que se transforma en la base sonora de su actualidad musical) y lo apoya en el pie-soporte, toma la precaución de poner la traba que sujeta el mástil. No sea cosa que el destino le juegue una mala pasada y se caiga.
Pero no todo lo que tiene Juga para mostrar es tan calculado. Es decir: es un espectáculo, tiene una hoja de ruta minuciosamente guionada (y está muy bien que la tenga), sin embargo, desde que hace sonar los primeros acordes de una canción que tantas veces se escuchó por Edith Piaf, Juga se deja llevar, no mide, no calcula; asume el riesgo de sacar toda su voz, sin guardarse nada.
La suya es una voz singular. En su fraseo quizás abuse un poco de los ligados. Por eso puede sonar, por momentos, un poco redundante, como un efecto al que recurre para un tema y para el siguiente. Pero hay algo performático en ese gesto de darles a las melodías una gran amplitud, es parte de su estilo.
Juga no juega a ser Edith Piaf. Sólo busca recrear algunas de esas canciones tan conocidas ("Mi Lord", "La Foule", "Non, je ne regrette rien", L’Hymne a l’amour" y otras) que se hicieron populares gracias a la voz de la genial cantante parisina. Pero no la imita ni se acerca a su estilo. Da su propia versión, que está construida con mucha personalidad y con las experiencias vividas en Chile, en Europa, en la Isla de Pascua (es decir, en ese Chile insular y exótico al que la cantante recurrió para buscar inspiración hace algunos años).
Juga canta un poco en francés y otro poco en castellano. Se acompaña del ukelele y se deja acompañar por sus músicos. Desmenuza cada verso, lo saborea, lo reinterpreta. Después intercala, como si todo fuera parte de lo mismo, un puñado de canciones que están registradas en sus discos ("Lo celos" y su caballito de batalla, "El orden de las cosas", entre otras).
Actúa las canciones como si no llevara la mochila de Piaf sobre las espaldas. Su talento le permite despojarse y construir su propio relato en poco más de una hora. Un concierto breve, pero que desnuda su talento y cierta extravagancia o rareza que le queda bien a lo que propone en esta original incursión en el mundo Piaf.
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