Emocionado, Luciano Pereyra celebró sus 20 años con la música en Vélez
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Luciano Pereyra festeja 20 años con la música; aunque, mejor dicho, 20 años desde que publicó su primer disco, Amaneciendo (1998). Y es que, en verdad, la canción y la guitarra son parte de él desde muy chiquito. Y mucho pasó desde entonces.
De joven promesa del folklore, en tiempos en que se usaba buscar por esos rumbos tras el gran éxito de Soledad Pastorutti, a este baladista/artista pop de hoy. De la canción folklórica con un pie en la tradición pampeana y otro en su mentor Horacio Guarany al eje Luján-Miami-Los Angeles. Del canto más ingenuo –y hasta podría especularse que más genuino- de esa veta nativista al cantante internacional que hace temas en castellano neutro y que atraviesa por el tamiz del pop unificador todo lo que interpreta.
Oriundo de Luján, criado entre lo urbano y lo rural y con 37 años de una vida que ha tenido algunos serios sobresaltos de salud, Pereyra es un excelente producto. Basta con repasar los números de su historia, los discos publicados y vendidos, los shows repletos en todas partes o este estadio colmado con el que le está poniendo la frutilla del postre a una carrera comercialmente brillante.
Ya sin urgencia de disco por presentar, lo de Vélez fue meramente un festejo. Y así se expresó desde el comienzo y en reiteradas oportunidades a lo largo del concierto. Agradeció, se mostró emocionado, cantó con alegría y armó un repertorio variado que tuvo algunas pocas novedades y mucho de canciones muy conocidas y amadas por su público, en amplísima mayoría femenino, por supuesto.
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Su estilo actual parece un compilado de lo que marcan los Grammy Latinos: toques de cumbia, un poco de bolero, baladas al modo cantautor hispano, huayno, algún toque de rap. Y todo, naturalmente, atravesado por un pop que no tiene patria definida, ni desde los textos que casi siempre hablan de amores y desamores sin lugar ni tiempo identificables al uso de un español que puede ser comprendido sin dificultad por cualquiera que comparta nuestra lengua. Y así como Pereyra fue abandonando los localismos del folklore de sus primeros tiempos, fue a la vez dejando atrás las referencias rioplatenses que, obviamente, sigue usando en su cotidianidad.
Pero por supuesto, nada de eso importa a las miles de personas que estuvieron en el estadio de Liniers en la muy bella noche del sábado; a ojos vista, es muchísimo más querido y popular hoy que cuando comenzó. Entonces, todos enloquecieron con temas como "Me gusta amarte", "Vuelve", "Sin testigos", "Vestido rojo" o "Tu mano". Recibieron con afecto a los invitados especiales que el "Chinito" (así lo llaman) convocó a su festejo: los chilenos Camila Gallardo y Lucho Jara, con quien compartió el clásico "Zamba para olvidar", el español Antonio José, que además fue telonero del concierto, y la santafesina Soledad Pastorutti. Bailaron y cantaron la chacarera "Champi corazón" como si fuera un tema pop más. Y aceptaron el juego de hacer coros e integrarse a algunos temas nuevos de poco vuelo que Pereyra compuso con su productor musical Andrés Castro.
Por lo demás, todo fue impecable. Él mismo tiene una garganta privilegiada que maneja a discreción, con una potencia y una prolijidad de afinación que no dejan el más mínimo espacio para la crítica. La banda, otra vez en una mezcla de sonidos criollos y pop de localía indefinida, suena compacta y profesional y, como es de esperar, pone todo su arsenal en pos del lucimiento del líder. Y el público, bullanguero, enamorado de su ídolo, participativo, lo acompaña sin medias tintas.
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