Tercer programa del festival que se realiza en París. En Buenos Aires no se consigue
Al estilo de "Tango argentino", pero contemporáneo y protagonizado por jóvenes artistas
PARIS.- París nunca se acaba, como dice el escritor Enrique Vila-Matas. Tratar de abarcarla es imposible. Un vistazo de la Pariscope (una guía del ocio de la ciudad) o de la revista gratuita que reparten en el metro, A nous Paris, permite corroborar todos los días la oferta casi infinita de conciertos. Y si la movida suele estar en barrios como El Marais o el Parc de la Villete, estos días el foco se centró en la elegante zona del Chaillot. Llama la atención el paisaje repetido de las colas para comprar entradas en el teatro y la expectativa que generó este programa especial de "Buenos Aires Tango 3", que tiene una particularidad y es que ninguno de estos espectáculos se verán en su ciudad natal, por decirlo de algún modo.
Cada programa fue creado pura y exclusivamente para esta minitemporada de una semana en el teatro nacional parisino; es que es difícil que coordinen todos estos grupos, cantantes y bailarines en Buenos Aires (claro que tampoco nadie mostró interés para que un espectáculo tanguero de estas características haga temporada en un teatro nacional de la calle Corrientes).
El público, bien heterogéneo en edad y clase social y que se puede ver tanto en los conciertos como en las milongas nocturnas, llega temprano a la cita. Jóvenes cool habitués del Palais de Tokio (el museo de arte moderno), cercano a esta sala, matan la espera comiendo una baguette, sentados en la escalera del imponente edificio -patrimonio arquitectónico de la humanidad-; los señores y las señoras de la clase alta burguesa, parecidos a los que retrata en sus películas Chabrol, prefieren cenar a media tarde en el paquete restaurante del Teatre Nacional Chaillot, mientras miran el movimiento de la calle a través de los ventanales, y otros personajes bulliciosos parecidos más a los que mostraba Truffaut se quedan absortos mirando las coreografías atrevidas del grupo No Bailarás, dirigido por Silvana Grill, que hace ruborizar a algunos o los pone de buen humor antes de la velada nocturna.
El tercer programa especial del festival que se estrenó anteanoche tiene una puesta y una idea que recuerda de alguna manera la estructura de un musical al estilo "Tango argentino", pero totalmente contemporáneo y protagonizado por jóvenes artistas, como el conjunto Vale Tango, los cantantes Lidia Borda y Esteban Riera, los bailarines Claudia y Esteban, Roberto, y Tamara y el grupo de danza No Bailarás. Con un balance entre el recital y la puesta coreográfica de los bailarines, el espectáculo tiene una potente dinámica de gente que entra y sale de escena continuamente.
El baile en un espacio como el Chaillot, que le dedica buena parte de su programación a la danza contemporánea, es casi central. Los bailarines realizan unas 14 coreografías inéditas para el espectáculo y la adrenalina se nota en el detrás de escena. Las chicas que corren a medio vestir. Los hombres que se engominan. Las parejas que cambian varias veces de vestuario. En escena aparecen diferentes estilos de la danza tango. Claudia y Esteban tienen el swing de la milonga al piso con corridas, ganchos y voleos. Roberto y Tamara tienen peso sobre el escenario, lo caminan muy bien, se lucen en pequeños cuadros casi teatrales y exhiben una presencia que se mete al público en el bolsillo. Y el grupo No Bailarás apuesta al giro más contemporáneo y cercano a la danza teatro, donde el rol dominador lo impone la mujer; hay ironía y también un desempeño impecable de sus jóvenes integrantes, que ofrecen una mirada distinta y original desde la danza tanguera.
Por su parte, Vale Tango, el arrollador sexteto del pianista Andrés Linetzky, oficia de anfitrión y se queda todo el tiempo en escena tocando un repertorio milonguero, combinando clásicos, como "El amanecer" y "El pollo Ricardo", con arreglos muy buenos, y temas menos transitados, como "C.T.V.", de Bardi, o invitando al escenario a su cantor, Esteban Riera, que tiene un buen desempeño en "Siga el corso" y "No hay tierra como la mía" o a su primer violín solista en "Cuando tu no estás".
La figura de Lidia Borda no desentona con el estilo sutil y a la vez bien auténtico del programa. Ella se recorta con esa voz increíble para deslumbrar a los parisinos con dos temas en un dúo exquisito de piano y voz: "Claudinette" (donde la conexión tango-París es inevitable porque el tema se desarrolla en ese paisaje) y "Tu pálida voz". Después, acompañada de la orquesta canta "Fangal" y "Yuyo verde" para terminar de convencer a una audiencia que se entrega y agradece este repertorio poco escuchado en este tipo de espectáculos.
Casi antes del final las chicas de No Bailarás causan revuelo hasta en el mismo equipo de producción cuando aparecen con un vestuario audaz que insinúa algunas partes de su cuerpo desnudo. El público aplaude, sin resistirse a la propuesta. En el backstage, el régisseur del teatro pierde la compostura y no para de seguir con sus manos el compás de la versión de "Nocturna" que hace Vale Tango. Entusiasmado, bambolea la cabeza de un lado a otro con sus auriculares y su handy profesional. El director del Chaillot también está ahí en primera fila, aplaudiendo como un fan más. Los únicos tristes y desanimados son los técnicos de la sala. Ni el tango les pudo borrar la cara de amargura por haber empatado 0 a 0 con Suecia.
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