En el cierre, Spinetta pidió "por la música"
Anteanoche concluyó el festival de rock
"Espero poder curar con mi música a las víctimas, a todas las víctimas... A pesar de la tragedia, vamos con la música, ¿eh?" Luis Alberto Spinetta subió al escenario y, fiel a su lucha artística de más de treinta años, pidió "por la música" en el cierre del maratónico festival de rock que se llevó a cabo en Buenos Aires, diez meses después del incendio en República Cromagnon que cambió la escena local para siempre.
Durante diez días, una productora, un importante auspiciante multinacional, dos FM, un canal de cable, más de cien bandas y cerca de 160 mil jóvenes se unieron con el firme objetivo de mostrar una imagen que no deje lugar a dudas ante la mirada desconfiada de ciertos sectores de la sociedad tras las 193 muertes de diciembre de 2004: en la Argentina, el rock no es peligroso (es más, hasta puede resultar un gran negocio, tanto para los grandes como para los chicos).
De allí que las pocas, pero emotivas palabras de Spinetta se elevaran como una plegaria para los niños dormidos y sintetizaran el espíritu de los músicos en la noche del lunes, una hora antes del cierre definitivo, a cargo de Ratones Paranoicos.
"¿Qué dice? ¿Quién es éste?", le preguntó un adolescente a otro en el mismo instante en el que el "Flaco" hacía referencia a Cromagnon y dejó constancia de la diversidad con la que se había armado el promocionado (y misterioso) final de fiesta. Desde las 16, desfilaron por los distintos escenarios del predio de Obras Sanitarias el grupo Arbol, La Portuaria, Bahiano, Vicentico, los Durabeat (con covers de The Beatles y acompañados por figuras del rock nacional), Hilda Lizarazu, Turf, Los Auténticos Decadentes, Memphis, Intoxicados junto a 300 niños del Coro Kennedy, Spinetta y Ratones Paranoicos con homenaje a Pappo incluido y la presencia de Luciano Napolitano (el hijo del Carpo y cantante y guitarrista del grupo Lovorne), entre otras atracciones.
Spinetta también pidió que se dejen de lado los egoísmos y llamó la atención sobre el cuidado de “nuestra aldea”. Después, fue todo música, casi respetando el set que paseó este año por distintos escenarios dentro y fuera del país (el mes pasado realizó un exitoso ciclo de conciertos en Chile), con clásicos como “La herida de París”, “Resumen porteño”, “Durazno sangrando”, “Seguir viviendo sin tu amor” y “Kamikaze”. Para los fanáticos, un tema que hacía tiempo no interpretaba en vivo: “Laura va”.
Entonces sí, cerca de las 23, Juanse, Sarcófago, el Zorrito Quintiero y Roy largaron con su show paranoico, invitaron a algunos amigos (además del hijo de Pappo subieron Deborah Dixon, de las Blacanblus, y Toti, de Jóvenes Pordioseros) y sellaron la clausura oficial hasta el próximo año.
Se fue la tercera
En esta tercera edición del festival capitalino, la seguridad tuvo su protagonismo tanto dentro como fuera del estadio. Para ello, los organizadores dispusieron 250 contratados, que se sumaron a los 130 policías, 15 bomberos y 60 voluntarios que trabajaron en el departamento médico. Por eso también Mario Pergolini (figura central de la transmisión en directo de los conciertos a través de la FM Rock and Pop) no se cansó de llevar tranquilidad a los padres que seguían desde sus casas la fiesta rockera: “Sus hijos están pasándolo bien, aquí no hay ningún problema”, insistía desde el estudio móvil.
Y, por cierto, no hubo bengalas (a estas alturas un símbolo casi absurdo del peligro, como si no existiera arma más feroz en el planeta) ni disturbios mayores que lamentar (excepto la agresión por parte de personal de custodia que denunció un periodista de la revista Rolling Stone, en la edición de ayer de LA NACION).
Sí hubo mucha música y más de una postal (en ocasiones con fuertes dosis de surrealismo) para el recuerdo de los adolescentes y no tanto que disfrutaron de diez días casi ininterrumpidos de rock.
- Uno. Pity Alvarez y su grupo Intoxicados, con una nueva vuelta de tuerca del “rockero reviente” que, ahora, hasta canta canciones de cuna junto a un coro de 300 niños.
- Dos. El homenaje a los Beatles realizado por un grupo de músicos ignotos para el público (los Durabeats), pero con chapa de campeones de la amistad tras una seguidilla de invitados que incluyó a Charly García, Gustavo Cerati, el ex Illya Kuryaki Emmanuel Horvilleur y Fernando Ruiz Díaz, de Catupecu Machu.
- Tres. El regreso de Los Piojos a los escenarios porteños en la primera fecha del festival y la presencia del “hombre mediático del año”: Diego Maradona (que también bailó, al día siguiente, junto a Bersuit).
- Cuatro. “La guitarra de Lolo”, esa frase del grupo Miranda que devino dicho popular entre los más jóvenes, se consagró como la más repetida (ayer incluso un amigo y colaborador de Spinetta confesó que Luis Alberto suele utilizarla como chiste interno en sus ensayos).
- Cinco. Las jornadas temáticas: heavy metal con Megadeth y la sorpresiva actuación de Apocalyptica; reggae con el set (un tanto corto) de The Wailers y las figuras vernáculas del género.
- Seis. Los ya “locales” alemanes de Die Toten Hosen y el inicio del trámite de “ciudadanos ilustres” para los Ska-P.
- Siete. El clásico de Divididos, “Aladelta”, con la potencia de siempre, pero en la voz del amigo de la casa Alejandro Sokol, de Las Pelotas.
- Ocho. La fiesta decadente de Cucho y los suyos, siempre con espíritu festivalero y ahora con disfraz de personaje de Titanes en el Ring incluido.
- Nueve. La diversidad de propuestas y artistas, ya una costumbre del festival.
- Diez. Esta vez, comer y beber en el predio no sólo fue difícil por los elevados precios, sino por las extensas colas que se formaban en los puestos.
- Bonus track. El señor Luis Alberto Spinetta, su poesía y su mensaje (aunque no todos lo entiendan ni sepan quién es): “Vamos con la música, ¿eh?”
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