En los bordes del jazz
ICP orchestra (Instant composers pool) / Músicos: Han Bennink (batería), Guus Janssen (piano), Ernst Glerum (contrabajo), Michael Moore (saxos y clarinete), Tobias Delius (saxos), Thomas Heberer (trompeta), Wolter Wierbos (trombón), Tristán Honsinger (violonchelo) y Mary Oliver (violín) / Sala: La Usina del Arte.
Nuestra opinión: muy buena
Elegir a la ICP como concierto de apertura del Festival de Jazz de Buenos Aires es una apuesta arriesgada. El noneto no ofrece ni un jazz clásico que pueda atraer a los oyentes más puristas del género ni un jazz crossover que seduzca a un nuevo público. Y el comienzo del concierto alimentó esa sensación de riesgo; la primera de las ejecuciones, "Kwela Pukwana", no ofreció mucho más que una melodía correctamente armonizada con reminiscencias folk. La segunda, "Tho Mich", fue el extremo opuesto, un caos sonoro bordeando el free jazz, que tuvo a Bennink saliendo de la batería para utilizar el piso del escenario como percusión, cuyo final deslizando los palillos sobre el escenario bordeó lo payasesco.
Pero el ensamble se acomodó rápidamente y logró una saludable síntesis de ambos extremos. Más que piezas acabadas o "composiciones instantáneas", como sugiere su nombre, la ICP presenta momentos musicales en los que una melodía funciona como marco para el caos organizado que predomina a lo largo del concierto. Entre los pasajes atonales donde la búsqueda tímbrica se vuelve temática y se dificulta prever teleológicamente el devenir de la pieza, la justeza con la que resuelven los finales muestra que el entendimiento que otorgan los más de treinta años juntos han sido vitales para hacer funcionar un proyecto de estas características.
Comandando "Criss Cross" ( Monk) desde el piano, Guus Janssen se mostró como el más clásico de los integrantes con participaciones discretas –tal vez por contraste con Misha Mengelberg, el pianista y compositor original del grupo, que no sale de gira por problemas de salud– que fueron perjudicadas por el sonido de la sala. En contraposición, las cuerdas y los vientos se permitieron explorar sus instrumentos al máximo resaltando el carácter premusical y hasta, si fuera posible, precomunicacional de cada uno de ellos. Con el chelista Tristan Honsinger liderando "Tomato", una composición suya, primero desde su instrumento y voz y luego en el centro del escenario como un director de orquesta poseído, llegaría uno de los momentos más destacables de la noche que, por temática y por performance actoral, trajo a la memoria al Zappa de "Call Any Vegetable". A continuación, "Baltimore Oriole", en versión balada lisérgica y con un extenso pero entretenido solo de trombón, marcó un necesario cambio de clima.
Si bien por momentos el grupo adeudaba el swing que las piezas requerían, las alegres expresiones corporales y verbales de los músicos contribuyeron a dotar de carácter lúdico a una música que suele ser en exceso cerebral. Conscientes de que la premisa de contraponer melodías con pasajes experimentales se vuelve insostenible en extensiones temporales demasiado prolongadas, presentar un show de una hora de duración fue una decisión más que acertada.
Liderados por un impecable Hank Benning de notable vitalidad, ICP no sólo demostró que correrse de los límites de lo estandarizado no implica repeler al oyente, sino también que la frontera entre jazz y esa vacía etiqueta que es la "música contemporánea" puede ser más difusa de lo que ya es.
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