Grabaciones | La página de los discos. Extraño encuentro en el estudio
Neil Diamond trabajó con el productor Rick Rubin en su nuevo CD, "12 Songs"
A los 64 años, Neil Diamond grabó un nuevo álbum, "12 songs". Pero no es uno más en su carrera de cuarenta años. Porque aquí, el cantante y compositor decidió dejar casi todo fuera del estudio y entrar solo con su alma y su manera de hablar y cantar sobre ella.
No solo en verdad. Porque allí estuvo Rick Rubin, un productor que se ha vuelto especialista en burlar categorías y géneros. Juntos forman una extraña pareja. Una sociedad que, para trasladarla a estas tierras, sería como pensar a Gustavo Santaolalla, pionero del rock argentino devenido en productor estrella del rock latinoamericano, trabajando codo a codo con Chico Novarro; o al Perico Juanchi Baleiron ocupándose de las nuevas canciones de Sergio Denis.
La comparación no es disparatada. Neil Diamond es un gran compositor de canciones que hace ya tiempo decidió que no correr riesgos era la mejor y más tranquila manera de vivir. Aunque para la crítica musical su estilo tan "easy listening" resulta poco seductor, el hombre ha vendido unos 120 millones de copias de sus discos y, en 2002, la Billboard lo colocó en tercer puesto entre los más exitosos artistas de música para esa categoría tan norteamericana de música contemporánea para adultos (adelante quedaron Elton John y Barbra Streisand).
Entre sus clásicos figuran "Forever in Blue Jeans", "Girl, You´ ll Be a Woman Soon" (un éxito suyo a mediados de los años 60 y que, en 1994, volvió a los charts en la versión de Urge Overkill que Tarantino usó en "Tiempos violentos"), "Kentucky Woman", "Solitary Man" o "Sweet Caroline (Good Times Never Seemed So Good)", que grabaron Elvis Presley y Frank Sinatra. Y no son los únicos que han usado sus temas, ya que la lista incluye, por citar sólo a unos pocos, a Ray Conniff, Bobby Darin, Tina Turner, UB40, Robert Wyatt y Deep Purple. Fue también quien escribió "I´m A Believer", el tema que catapultó a la fama a The Monkees y que, años más tarde, volvieron a hacer los Smash Mouth, para la banda de sonido de "Shrek".
El hombre del hip-hop
Rick Rubin viene definitivamente de otro lado. Fue en su dormitorio donde comenzó a funcionar el sello Def Jam, que editó dos discos clave del hip-hop: "Licensed to Ill" de los Beastie Boys y "Raising Hell" de Run D.M.C. También trabajó con The Cult, Red Hot Chili Pepper (en su gran álbum "Blood Sugar Sex Magik) y Mick Jagger ("Wandering Spirit"). Y fue quien, con su aspecto de ermitaño del siglo XIX, realizó las magníficas y últimas grabaciones de Johnny Cash. En esa misma línea, fue ahora en busca de Neil Diamond, al que rondó durante varios años hasta convencerlo de trabajar con él.
Lo cierto es que estas combinaciones de extremos rinden sus frutos. Un productor que dice que no y pone mala cara puede ser mejor compañero que aquel que asiente con admiración a cada acorde propuesto (chequear para creer, "Chaos and Creation in the Backyard", el fantástico último disco de McCartney, producido por Nigel Godrich).
Algo de eso debe haber sucedido en el trabajo para "12 Songs". Porque Neil Diamond, a pesar de números y títulos de canciones exitosas, llevaba años en un piloto automático. Desde 1976 cuando grabó "Beautiful Noise", producido por Robbie Robertson, se dedicó sobre todo a girar y a sacar discos cada tres o cuatro años, en los que incluía varios covers y apenas algunos temas propios. Recién en 2001, con "Three Chord Opera", volvió a componer un álbum íntegro.
Buen momento para que entrara en acción Rubin, quien conocía su obra, especialmente las canciones de sus primeros tiempos que, adolescente, escuchaba en la radio. Quiso aquello, lo obligó a escribir y escribir (cuenta Diamond en el libro interno que terminó casi hibernando en el estudio sin parar de componer) y, sobre todo, quiso dejar de lado las omnipresentes orquestaciones. Convocó entonces a músicos acostumbrados al juego de intentar contar con pocas notas las vicisitudes de las almas: los guitarristas Mike Campbell (de la banda de Tom Petty) y Smokey Hormel (Tom Waits y Beck). Ellos, que habían tocado también en las grabaciones con Johnny Cash, fueron la base firme a la que se sumaron algunos tecladistas, entre ellos, Billy Preston, que pone las reconocibles notas de su órgano Hammond en un par de temas. En "12 Songs" no hay batería, apenas algunas percusiones, algo en lo que Rubin fue también fiel a su búsqueda casi antropológica (dice que cuando le preguntó por qué en sus primeros discos había palmas y no batería, Diamond respondió que la plata no alcanzaba para pagar a un baterista).
Y está la guitarra acústica del mismo Diamond, que hacía décadas no tocaba en sus grabaciones y que sólo lo hizo, dice, ante la insistencia tozuda de Rubin. Y, sobre todo, la voz de barítono de Diamond que brilla, tan desolada, para cantar canciones que hablan de cómo es el amor, su búsqueda, su necesidad, y las preguntas que se hace a los 64 años sobre la vida misma y su sentido final. Son canciones crepusculares, confesionales, que logran generar la certeza de que quien canta lo hace desnudo de otras intenciones que las de transmitir un estado de ánimo, en formato alado.
Y, aunque seguramente no llegue a convertirse en el gran hito de su carrera -como sucedió con Johnny Cash-, se trata sin duda del mejor disco de Neil Diamond en años.
12 Songs
Neil Diamond
Oh Mary, Hell Yeah, Captain of a Shipwreck, Evermore, Save Me a Saturday Night, Delirious Love, I´m On To You, What´s It Gonna Be, Man Of God, Create Me, Face Me, We (Sony/BMG).
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