Guitarrista más allá de las fronteras
Que la primera visita a la Argentina del legendario guitarrista John Williams se produzca en un contexto no clásico no debería ser una sorpresa.
Fiel a su idea de que el repertorio de un guitarrista debe ir mucho más allá que el estrecho marco académico, el intérprete australiano-británico de 60 años compartirá el escenario del porteño teatro Avenida, hoy, a las 21.30, y mañana, a las 21, con con su colega flamenco Paco Peña y el grupo chileno Inti Illimani.
Cada uno hará un set individual para luego desembocar en la presentación en vivo de las obras "Fragmentos de un sueño" y "Leyenda", las que significaron el encuentro de estos artistas y sus respectivos entornos culturales, a través de la música compuesta por el guitarrista de Inti Illimani, Horacio Salinas.
La reunión cumbre se produjo a mediados de los 80 cuando, debido al exilio forzado por la dictadura de Pinochet, el grupo chileno paseaba la música de los Andes por Europa.
John Williams un fanático de la música andina, según le cuenta a LA NACION en una entrevista que otorgó recién arribado a la ciudad, coincidió con los Inti Illimani en un festival en beneficio de los exiliados chilenos.
Fue allí donde surgió la idea de hacer un espectáculo juntos: "Cuando los músicos se conocen y se escuchan en una misma noche, terminan a menudo probando hacer algo juntos. A veces resulta en un fiasco, pero a veces funciona muy bien", dice entre risas Williams.
Según el guitarrista, que inició su fulgurante carrera siendo todavía un adolescente en Londres y recibió el espaldarazo del célebre Andrés Segovia, "en el caso de los Inti, con sus obras instrumentales en las que la guitarra tiene una presencia muy importante, fue para mí muy fácil sumarme a ellos. Este fue el comienzo. Y fue tan bien que continuó así". Lo mismo puede decirse de Paco Peña, nacido en Córdoba, España, que, desde el flamenco exhibe la misma curiosidad amplia por las músicas del mundo que Williams, con quien comparte escenarios desde 1980 y más de un encuentro cotidiano en Londres, donde residen los dos.
Williams, el de la guitarra
Según John Williams (no confundir con su homónimo, compositor de películas), el repertorio de un guitarrista ya no debe ser pensado en un sentido limitado. Por esto no hay para él problemas en saltar del barroco de Vivaldi al jazz; de Dowland a la música contemporánea del cubano Leo Brower; del romántico Giuliani al milenario foklore andino. "Decimos música clásica, pero yo no la pienso de este modo. Una cosa es la técnica o el modo en que toco la guitarra. Pero tocando con Inti Illimani, tocando la música de la película "Cavatina" o haciendo jazz, el instrumento es el mismo. Es el mismo como cuando toco Bach, Vivaldi o Albéniz. El asunto es que me parece que para muchos guitarristas de música clásica esto es todavía un problema. Lo es para ellos, pero no para mí. Para mí, tocar con Inti Illimani es una oportunidad de hacer una música que me encanta escuchar.
-El repertorio clásico latinoamericano para guitarra de Villa-Lobos, Ginastera, Lauro, Brower, ¿le sirvió para ingresar al mundo de Inti Illimani?
-No, porque no hay conexión entre ambos estilos. Tal vez haya algo de contacto entre Inti Illimani y lo que hace Leo Brower porque hay una cierta unión con la música popular de Cuba, con lo afrocubano... Pero los compositores clásicos de América latina, como Villa-Lobos o Ginastera, escriben en un modo europeo. Para el repertorio de guitarra me gustan mucho más el paraguayo Agustín Barros Mangoré y el venezolano Antonio Lauro. Sus obras son musicalmente más cercanas a la tradición de su país y son menos pretenciosas. Villa-Lobos y Ginastera, tienen obras fantásticas, pero están hechas un poco a la sombra de Europa.
-Usted fue el pionero en establecer un repertorio amplio, aun siendo un intérprete de extracción clásica. ¿Cuál cree que es hoy el lugar donde se debe ubicar un guitarrista con formación académica?
-Creo que es un momento interesante para la música en general, en todo el mundo. Las comunicaciones en el mundo se han incrementado notablemente. Esto tiene, como todo, aspectos negativos y otros positivos. Creo que para la música es sólo bueno.
-¿Por ejemplo?
-La gente tiene una apreciación más amplia de las culturas musicales, en particular en el caso de la música clásica, de lo que está afuera de Europa. Cuando decimos música clásica entendemos por esto la música académica de Europa, y no pensamos en la música clásica de Africa. Creo que esto es todavía un problema en el ámbito de la música para guitarra, porque mucha gente todavía está tratando de ubicar la guitarra en una tradición de la música clásica.
-¿Se refiere a la de la tradición romántica del siglo XIX?
-Claro, pero esta tradición, que existió en el siglo XIX, cambió. Todavía hay quien quiere ubicar la guitarra como en los tiempos de Segovia. Si hay un mensaje que puedo dar a los jóvenes guitarristas es que no miren a Segovia, al viejo enfoque de la guitarra, porque esto cambió. La perspectiva se modificó también en el campo de la música contemporánea. Muchos de los compositores que fueron parte de la avant garde , como Leo (Brower), o Peter Maxwell Davies, han cuestionado los valores de los años 50 y 60 . Y comenzaron a tomar influencias del exterior de Europa.
-Según su punto de vista, el no tener como guitarrista el repertorio de un pianista, con sus obras maestras del siglo XIX, de Beethoven o Brahms, es una ventaja.
-Es una ventaja. Algunas personas en Londres y otras ciudades de Europa que tiene formación clásica lo entienden. Para la guitarra, no debería ser un problema. Tuve una charla sobre las limitaciones del repertorio de nuestro instrumento hace quince años. Limitado o ilimitado, el repertorio es más amplio que el de los demás porque no se circunscribe a la tradición romántica europea. Antes del XVIII la guitarra estaba en todos lados. El siglo XIX tiene a Paganini o a Giuliani, por ejemplo, pero esto no es el centro del repertorio, la guitarra tiene su repertorio histórico y existe como un instrumento popular.
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