¡Encontrado!. Harry Potter...más cerca que nunca
Desde el set de filmación en Londres, paso a paso, cómo se construyen la magia y las escenas de la saga más taquillera del cine de la última década
LONDRES.- El lee el diario, ella entra y le pide que le suba el cierre del vestido. Se besan. Nada raro para una pareja de jóvenes enamorados. Excepto por las franjas de papel verde fosforescente que ocupan el espacio de las fotografías en el matutino, por la plancha que funciona en piloto automático detrás de ellos y porque de improviso alguien grita corte y los tortolitos se separan. Para volver a repetir todos sus movimientos unos segundos después cuando ese mismo alguien, el director David Yates, grita "acción". Daniel Radcliffe y Bonnie Wright, más conocidos como Harry Potter y Ginny Weasley, están interpretando una de las escenas más esperadas de una de las películas más esperadas de los últimos tiempos: la primera parte de Harry Potter y las reliquias de la muerte.
Afuera es de día y dentro de uno de los enormes sets de filmación de los estudios Leavesden, hogar de la saga del mago desde 2001, también. Cualquier fanático de la saga literaria creada por J.K. Rowling reconocería rápidamente el escenario que Warner abrió para un puñado de medios internacionales, entre ellos, LA NACION. Se trata del living de la casa de la familia Weasley repleto de detalles -desde las tazas de todos los integrantes del clan hasta la mencionada plancha automática-, que apenas se verán en la película cuando se estrene el próximo 18 de noviembre en la Argentina.
Primero ensayan la escena. Todo va bien hasta que llega el momento del beso. Es que Harry -es difícil pensar en él como Daniel después de casi diez años de este personaje- tiene la boca llena de la tostada que la toma le requiere comer. Así el beso no llega más allá del abrazo. El actor pide agua para bajar el pan. Se besan una vez más mientras el director, parado muy cerquita, les indica cómo hacerlo. Y vuelta a empezar aunque antes Radcliffe toma jugo de naranja. Está preocupado por su aliento, dice. Se viene el beso. Viene, viene, no. Se le enganchó el cierre del vestido. ¿Estará nervioso el muchacho de 21 años? Puede ser, especialmente cuando se escucha al director sugerir que la escena necesita "más pasión, más sexo". No hay duda, los chicos crecieron y ahora, en la filmación de la séptima película, sobre el final en dos partes de la saga, es hora de que se vea en pantalla.
"Los personajes ya se habían besado en el film anterior. Se trató de un beso dulce, el primero entre ellos, pero esta vez la idea es que sea más apasionado. Es una escena sensual, sexy. La idea es mostrar que están completamente enamorados. Los dos actores lo entendieron perfectamente porque son jóvenes y están muy en contacto con ese tipo de enamoramiento. De hecho, apenas mencioné la palabra sexo se sintieron muy sueltos para hacer la escena. Aunque en realidad se trata de sensualidad más que de sexualidad. Eso es lo que terminará en la escena que quede en la película", dice Yates en un raro momento de descanso en medio del rodaje. El realizador se sumó a la serie en Harry Potter y la o rden del Fénix, la quinta película, y será el encargado de llevarla hasta el final el próximo año con la segunda parte de Harry Potter y las reliquias de la muerte , el octavo film de la saga (ver aparte).
"En estas grandes películas a veces te pasa que no sabés muy bien cuándo o cómo terminarlas; entonces, te contagiás de un virus que yo llamo finalitis , en el que se te apilan las escenas de cierre de la historia y parece que el film tiene como cinco finales. En este caso, como es el final de una película pero también el de la serie no paramos de hablar del tema. A estas alturas, el final final es [atención, saltée este párrafo si no leyó la novela y no quiere conocer detalles de las películas que se vienen] el del libro, con todos los personajes en la estación de tren. Es una despedida muy linda y emocionante. De alguna manera se completa el círculo de la vida con los personajes principales, ya adultos, despidiendo a sus hijos que van camino a Hogwarts", detalla Yates, que antes de volver al set del beso se sentará a charlar con el director de la segunda unidad de filmación para supervisar su trabajo en una secuencia de vuelo que tiene a Hermione (Emma Watson) intentando no caerse de una escoba que luego de un extenso trabajo de posproducción aparecerá surcando los cielos a gran velocidad. Por ahora, el cielo es una gran pared del mismo verde intenso que tapizaba el diario de Harry, que, efectos especiales mediante, tendrá las fotos en movimiento que es marca registrada de las novelas y sus adaptaciones cinematográficas.
El beso interminable
La segunda toma va muy bien, pero la repiten, obvio. Entre una y otra, Radcliffe habla de lo que Harry haría o dejaría de hacer. A su espalda la plancha mágica no para. Y es ruidosa, un detalle que los diseñadores, poco acostumbrados a lidiar con escenas románticas en la serie, no tomaron en cuenta. Es difícil conservar la atmósfera amorosa cuando detrás de los jóvenes tortolitos se oye el mecanismo que hace funcionar el electrodoméstico. Enseguida el truco se gana el exilio permanente. Afuera y seguimos.
"¿No van a volver a Hogwarts? ¿No pensabas decírmelo?", se indigna Ginny, la hermana menor de Ron (Rupert Grint) y la pelirroja novia de Harry, quien le contesta con una voz ronca que ya no es ni la del niño de once de la primera película ni tampoco la del adolescente de las últimas.
"Muy buena toma, pero nos falta algo...", duda Yates y, sin temor a repetirse, vuelve a lo mismo: "Más pasión". Minutos más tarde consigue lo que pide. "El mejor beso hasta ahora. Ese es el beso. Mostraron que se necesitan y se aman, en el medio de esta crisis", redondea el director. Hacen otra toma y otra más que Radcliffe pide si pueden comenzar de nuevo. Es el derecho que se ganó después de seis películas y casi diez años siendo Harry.
Por ahí, esperando su turno para entrar a escena está uno de los gemelos Weasley, Fred y George, interpretados por los gemelos Oliver y James Phelps. Pasa en bicicleta, el medio de locomoción elegido por equipo y elenco para transportarse de un lado a otro por Leavesden, este estudio gigante que solía ser un aeropuerto militar que todavía conserva la torre de control y estos galpones enormes transformados en el salón de un colegio para hechiceros, la sala de reuniones de un ministerio de magia, el comedor de la mansión de los malvados mortífagos, un bosque encantado donde el héroe de la historia se enfrentará con Voldemort y hasta el living de una casa donde Harry sigue besando a su novia, como cualquier muchacho enamorado. Hasta que gritan corte y la magia del cine y de Potter se detiene, aunque sólo por un rato.
Un mago en el Abasto
- Esta vez, el nuevo capítulo de la saga Potter se estrenará en Buenos Aires con honores e invitado especial. Matthew Lewis (foto), el actor que interpreta a Neville, el amigo más cercano al trío de jóvenes magos en la escuela Howgarts, y que esta vez tendrá más protagonismo que nunca. La avant prémiere se realizará el 13 de noviembre, en el Hoyts Abasto, que cerrará sus puertas esa noche a todo lo que no sea el mundo mágico de Harry.
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