Hora de volver a la balsa
Litto Nebbia hace ahora lo que no quiso hacer durante décadas: cantar su tema más famoso
Para reconstruir cualquiera de los cientos de recitales que Litto Nebbia ofreció a lo largo del país en las últimas tres décadas, tres requisitos son suficientes: la buena memoria de algunos de sus incondicionales seguidores, la lista de temas y un grito infaltable que surgía desde el fondo de la sala en algún momento del concierto: "¡Che, Litto, tocá «La balsa»!".
Cada vez que ocurría esto, en vez de responder directamente, el músico rosarino optaba por reforzar la estrategia que su público más fiel ya conocía de memoria y que consistía en zambullirse en las composiciones más recientes de su prolífica cosecha, que hoy supera -dicho por él mismo- las mil canciones escritas.
Pero el viernes 23 de noviembre, el público que acudió a La Trastienda vivió una noche que muchos calificaron de histórica. Después de más de dos horas de música junto al bajista César Franov y al baterista Quintino Cinalli, Nebbia cedió el centro del escenario a una pantalla de video.
En ese momento, los inconfundibles acordes de "La balsa" comenzaron a sonar acompañados por una sucesión de raras imágenes de Los Gatos que en 1967 el tecladista Ciro Fogliatta registró con una cámara súper 8 comprada durante una gira y que muchos años después, ensambladas, se convertirían en un videoclip.
Esto no fue todo. Ni bien concluyó la proyección, "La balsa" volvió a sonar, esta vez en vivo, cantada por Nebbia y sin perder un ápice del espíritu y de la impronta musical de aquellos tiempos fundacionales del rock en español. La cuenta estaba saldada.
Tal vez hacía falta una ocasión especial para vivir este acontecimiento. Y Nebbia la encontró con la excusa del concierto de La Trastienda, en el que presentaba simultáneamente un CD de grandes éxitos ("Celebración") y su álbum anual de nuevas composiciones, "Corazones y sociedades".
En ese recital, Nebbia repitió su fórmula preferida de los últimos tiempos, la de unir los temas más recientes con versiones siempre remozadas de algunos de sus clásicos, que esta vez ("Madre escúchame", "Viento dile a la lluvia", "Rosemary", "Mujer de los mil días") llegaron casi hasta los orígenes. Y junto a ellos, finalmente, "La balsa", por primera vez desde que se separaron Los Gatos, a comienzos de la década del 70.
"Ahora puedo cantarla porque me siento con una gran madurez, bien espiritualmente, y hasta creo que la canto mejor que antes", dice Nebbia algunos días después de ese concierto. Las paredes y los muebles del living de su departamento de Belgrano están tapizadas de CD y discos de vinilo de una colección que enriquece con entusiasmo, contando que acaba de conseguir en un negocio inverosímil de segunda mano una grabación casi inhallable en LP de Ennio Morricone. "Sólo de bandas de sonido tengo casi 600", dice, señalando una pared en la que también lucen retratos de Coltrane, Miles Davis y Jobim.
"¿Qué pasó en todos estos años con "La balsa"? Mirá, como nunca había aceptado volver a armar el grupo, todo se escapó de mis manos y se convirtió en un mito. Yo siempre era visto como un bicho raro porque quería hacer lo que se me ocurría en el momento y utilizar mi energía en el material nuevo. Me metí en tantas cosas desde el 70, el jazz, la improvisación, el folklore, el tango, que no podía parar en el medio y hacer "Rosemary". No daba, para nada. Y yo quería hacer una ruptura total."
Sentado junto a su esposa Alex, Nebbia habla casi sin necesidad de que se le hagan preguntas y sólo se interrumpe cuando trata de evitar que un gato (¿podría tener otra mascota?) llamado Lorenzo pose sus amistosas garras en las piernas del cronista.
Pero vuelve a "La balsa": "Si yo la hubiese cantado hace siete años, capaz que me ponía a llorar. Te guste o no, es el primer tema del rock en español famoso en el mundo, la siguen tocando y grabando porque tiene el don de gustar y el mito se alimenta porque uno de los autores fallece trágicamente y porque la necrológica del rock especula con todo esto gracias a una película lamentable que tiene un planteo totalmente falso".
Habla de "Tango feroz", el film de Marcelo Piñeyro que, según el músico, originalmente llevaba el nombre de "La balsa". Nebbia se negó a prestar su nombre o el de Los Gatos al proyecto después de no ponerse de acuerdo con el realizador sobre el perfil del guión. "La película comercialmente funcionó bien, impresionó a los pibes de 15 años que no conocían la verdadera historia, pero estaba llena de inexactitudes. Se quiso hacer una pintura romántica y mostrar que todo el que hizo algo digno está muerto."
Esa visión, según Nebbia, quedó cristalizada en la película y fue imposible contrarrestarla. "El negocio fue tan grande que opacó todo y decidí no volver a cantar "La balsa" nunca más. Durante todo este tiempo mantuve esa actitud con bronca, con dolor, con pena, de puro resentido, reaccionando con todo derecho ante los que discutían acerca de si la canción la hice yo o sólo escribí la mitad." Nebbia sueña con mostrar en un film el legado de Los Gatos, Almendra, Manal y Moris: "No cambiamos el mundo, pero hicimos cosas que musicalmente modificaron este país. Pero parece que para quedar en la historia hay que quedar tirado en el piso".
Seguramente por haber encontrado buena parte de la tranquilidad que buscaba registró nuevas versiones de algunos de esos temas históricos para unirlas en "Celebración" con las grabaciones originales de otros temas clave de su carrera, como "Música para las estrellas" o "Vals de mi hogar".
Nebbia cree que los artistas sacan su disco de grandes éxitos en la impasse que va entre una grabación y otra y como una táctica comercial. "El mío, en realidad, es una antología de composición, para que se escuche el tema más conocido que se desprendió de cada álbum, en forma cronológica, desde el 66 o el 67 hasta hoy", explica. Y precisa que las nuevas versiones de los temas más viejos no alteran el concepto original: "Son canciones pueriles y espontáneas, de adolescencia, que no hay por qué hacerlas complejas. En la sencillez reside su encanto".
Todo lo contrario, reconoce, ocurre con buena parte de su material más reciente. "Corazones y sociedades", que parece seguir la línea de los dos álbumes que lo precedieron ("El hombre que amaba a todas las mujeres" y "Siempre bailan dos"), discos intimistas, musicalmente muy elaborados y de armonías en algunos casos muy complejas. "Dura una hora y cuarto -describe- y es bastante denso, con mucho trabajo de estudio, cuerdas, arreglos. Parto de una narración íntima y en la mitad de la letra estoy describiendo lo que pasa a mi alrededor. Todo eso confluye en la cabeza de una persona que escucha. No es un disco para llevar a un asalto. "
Nebbia quiere ser escuchado en los discos igual que como se expresa en una charla o por la calle. "Para que una canción perdure -concluye- hay que buscar la frase más inteligente. Y nunca perder la originalidad y el buen gusto. Tengo miles de ejemplos, desde Jobim hasta los boleros. Lo demás se olvidas o queda demodé . Hay obras que hice hace diez años que parecen hechas hace diez minutos, porque hay cosas que no cambian. Mirá las "Coplas del musiquero". La hice en 1989 y habla de que la gente no pierda el trabajo, el alimento, la dignidad. Parece escrita ayer..."
Proyectos para 2002
Pese a las dificultades, Nebbia mantiene el plan de ediciones de Melopea Discos con el lanzamiento de novedades entre las que sobresale un CD con la obra folklórica de Waldo de los Ríos, grabada por éste en piano solo.
También se conocerá un trabajo de tangos bailables del bandoneonista Walter Ríos, un CD con grabaciones inéditas de Lalo de los Santos, un nuevo disco del grupo cordobés Los Músicos del Centro y "Opa en vivo 87", con cuatro temas adicionales.
Para 2002 está previsto sacar dos tributos al Cuchi Leguizamón (con fragmentos de una entrevista inédita) y otro, ya registrado, a Andrés Chazarreta. "Lo coproducimos con su nieto, al que conocimos no hace mucho en Bolivia", comenta Nebbia.
A fines de este año se sumará "Una mirada, reflexiones y anécdotas de vida", un libro de 310 páginas y un CD con temas inéditos, editado por Catálogos. "Lo hemos corregido no sé cuántas veces -dice-. Yo quería que estuviera bien literariamente, pero que no perdiera la naturalidad de lo que digo cuando estoy charlando. Está hecho con mucho cuidado, pero me preocupé para que no me tragara esa cosa del escritor..."
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