Música clásica. Hugo y Verdi, una relación conflictiva
Para los melómanos, nada más natural hoy, en 2002, que identificar a Victor Hugo con Giuseppe Verdi. Uno escribió una tragedia en cinco actos,"Le roi s´amuse" ("El rey se divierte"), desde la cima de su espíritu antimonárquico y revolucionario; el otro, Verdi, se apropió del tema para su "Rigoletto", pero le añadió la fuerza de la síntesis y esa descarga elemental que sólo su música es capaz de reflejar con semejante intensidad.
La contemporaneidad entre el dramaturgo francés nacido hace dos siglos y el operista italiano once años menor, y la profunda unidad de sentimientos sociales y políticos que los acercaron a la distancia, podría hacer pensar que hubo un perfecto acuerdo entre ambos: la realidad de una ópera de tanto éxito podría haber arrimado naturalmente a dramaturgo y compositor.
Sin embargo, no fue así.
Se interpuso la envidia de Hugo, "enfermedad pasajera de los jóvenes talentosos -como sentenció José Ingenieros-, pero ponzoña incurable de los espíritus mediocres". Verdi, mientras tanto, defendía con ardor el valor de la pieza teatral y la capacidad dramática excepcional del autor, al punto de haber afirmado no sólo que "Le roi s´amuse" es la historia más grande y quizás el drama más bello de los tiempos modernos", sino que el bufón Triboulet (que en la ópera pasa a llamarse Rigoletto) "es un personaje digno de Shakespeare".
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"Rigoletto", estrenada en La Fenice, de Venecia, en 1851, se convirtió en éxito triunfal, aunque no faltaron los moralistas indignados por el hecho de que el músico haya logrado convertir en atractiva una historia que incluye actitudes y sentimientos tan subversivos como la violación y el suicidio. Por su parte, el propio Hugo multiplicaba su hostilidad hacia ese título que a su juicio rebajaba "Le roi s´amuse" a la condición de un mero libreto de ópera.
Con este argumento, que disimulaba tal vez el verdadero origen de su rechazo, Hugo logró durante seis años impedir que "Rigoletto" se ofreciera en la capital francesa.
Después, frente a una creación que arrasaba por Europa y América (en primer lugar Buenos Aires, ¡nada menos que en 1855, a cuatro años de su estreno mundial!) se la representó en el Thé‰tre Italien, de París, en 1857, donde el primer año se ofrecieron cien representaciones.
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Finalmente ocurrió lo que debía ocurrir, dado que no se trataba en el caso de Hugo de un "espíritu mediocre". Su "enfermedad pasajera" dio lugar a la aceptación de la ópera y al convencimiento de que, efectivamente, se trataba de una obra lírica maestra.
El talento de Verdi terminó por debilitar la resistencia del autor de "Los miserables", a quien el compositor, de alguna manera, invitaba, atados al carro de "Rigoletto", a compartir la inmortalidad. El genio de Hugo no había logrado hacer sobrevivir, más allá de una noche de estreno, los tormentos de su Triboulet.
"Le roi s´amuse" vive sólo en las historias de la literatura. En cambio, cada año, desde 1851, millares de seres en el mundo se conmueven con cada reedición de la tragedia del jorobado de la corte de Mantua.
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