La Filarmónica y un solista de lujo
Con dirección de John Nechling y el violonchelista finlandés Anssi Karttunen se efectuó la segunda fecha
Concierto de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, con la dirección de John Nechling y la participación del violonchelista Anssi Karttunen en calidad de solista. Programa: Sinfonía N° 88 en Sol mayor, Hob. I:88 y Concierto para violonchelo y orquesta en Do mayor, Hob. VIIb:12, de Franz Joseph Haydn; Cantique Op. 77 a N° 1 ("Laetare Anima Mea"), de Jean Sibelius, Encantamiento, de Mozart Camargo Guarnieri, y Choros N° 6 para orquesta, de Heitor Villa-Lobos. En el Teatro Coliseo.
Nuestra opinión: excelente
Signada por la excelencia y la originalidad estuvo esta segunda sesión de la Filarmónica de Buenos Aires, al frente de la cual el director brasileño John Neschling extrajo del organismo sinfónico las respuestas más precisas del clasicismo musical y de obras del siglo XX. Junto a ella intervino una singular personalidad musical contemporánea: el violonchelista finlandés Anssi Kretunnen, quien evidenció poseer los medios más idóneos para traducir los mensajes creadores de aquellas dos épocas sin dejar de lado, oportunamente, las lecturas que efectuó como instrumentista de nuestros días.
Neschling hizo escuchar una versión de la Sinfonía N° 88 de Haydn realizada con gran definición conceptual, ajuste y homogeneidad sonora, e iniciada con gran elegancia en el adagio y parejos rasgos en el siguiente allegro, que fueron vertidos con gran equilibrio y precisión de detalles, extremo cuidado en la medida y el "tempo" sobre el impecable rendimiento de las cuerdas, con extensos fragmentos al unísono.
Tuvo genuino encanto melódico el magnífico largo que siguió, con muy buena intervención de los bronces y la percusión en sus transiciones al "fortísimo". El buen manejo de la dinámica y los acentos con precisos movimientos de batuta fueron respondidos con expresividad vigorosa por la orquesta, en la que afloraron los rasgos modales de temas campestres. Finalmente, el allegro con spirito marcado "alla breve" dio cabal expresión a la rigurosa síntesis clásica de Haydn lograda con gran sentido del estilo.
El Concierto para violonchelo y orquesta en Do mayor que siguió, también de Haydn, que se consideraba perdido hasta ser redescubierto en 1961 en Praga, ganó rápidamente fama por ser escasas las obras de este carácter para el instrumento. Los rasgos de claridad y elegancia de su luminoso moderato inicial, unidos a la intervención de Anssi Kretunnen quien no sólo se "fusionó" con su instrumento sino que interactuó admirablemente con la orquesta, puso en evidencia a un intérprete de excepción, con un dominio técnico exhaustivo y un sonido que calibra muy bien en las intensidades del fraseo, con pureza de estilo, llegando aun a la sutileza. La Filarmónica constituyó un trasfondo muy equilibrado para su labor solística, y el intérprete encaró las cadenzas ( ad libitum ) con empleo de sonoridades propias de la música contemporánea.
El Cantique Op. 77 de Sibelius que siguió, melodía de amplio lirismo, dice de una alegría interior con algunos rasgos elegíacos, cuyas armonías fueron asumidas por las cuerdas, arpa y percusión leve dejando lugar para el amplio despliegue sonoro del violonchelo. Los aplausos prologados del público fueron correspondidos por un arreglo del tango "Nostalgias" que el artista ofreció dando un prueba cabal de que el tango finlandés -a juzgar por su sensibilidad-, no se halla tan alejado de su expresión en el Río de la Plata.
Dos vibrantes creaciones de la música latinoamericana cerraron este interesante concierto: el Encantamiento , de Camargo Guarnieri, pieza en la que el autor y la orquesta hicieron gala de una paleta de sugerentes colores orquestales lograda por diversificados recursos armónicos y una admirable versión de Choros N° 6 del genial Heitor Villa-Lobos, con empleo a fondo, en su amplio desarrollo casi rapsódico, de todo el potencial tímbrico de la Filarmónica magníficamente conducida con rigor rítmico por Neschling.
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