La ópera regresa al Colón en abril
Werther, el título que abrirá la temporada de ópera de este año en el Colón, es un título que siempre toca a fondo la sensibilidad del oyente. No es posible verla sin sentir cierta inquietud y perturbación. Creada después de Manon y Le Cid, Massenet se conmueve durante un recorrido alemán, en particular en Wetzlar, donde conoció la casa en la cual Goethe escribió Los sufrimientos del joven Werther. Ya desde el Preludio, el músico opone dos elementos temáticos que hacen a la esencia misma del drama, porque si uno de ellos presenta la pasión que liga a Werther con Charlotte, con una escritura cromática y un ritmo desasosegado, el otro motivo expresa una calma que simboliza la armonía de la naturaleza, que alternativamente se refleja en la mujer amada. La obra es bellísima y resulta de una admirable eficacia teatral gracias a su rotundez arquitectónica en el doble aspecto de teatro y de música.
El título siguiente de la temporada, L'elixir d'amore, en torno de charlatanes y filtros de amor, aportará un respiro tierno y saludable a la audiencia, a través de los idílicos personajes de Adina y Nemorino y la rusticidad del charlatán Dulcamara, "doctor enciclopédico", un personaje característico, según es tradición, de las ferias y los mercados italianos, y sobre todo lombardos, de aquella época. La partitura de Donizetti está llena de gracia y encanto. Su "melodrama giocoso" en dos actos recurre a todos los ingredientes propios del género, porque es evidente que no hay la menor intención por parte del autor de realizar innovaciones, contentándose con seguir los modelos de su tiempo. En la temporada del Colón, Sergio Renán será el encargado de mostrar hasta qué punto el autor privilegia a los enamorados, a través de sus arias y dúos, y de poner de relieve a Dulcamara, el deux ex machina de esta historia campesina, el taumaturgo que mueve a su antojo los hilos de la acción mientras luce su sonante voz de bajo barítono bufo, en tanto que despliega escénicamente acciones estupendas y prodigiosas.
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La novedad del repertorio llega en el mes de junio con Quartett, de Luca Francesconi, compositor, pedagogo y director de orquesta que nació en Milán en 1956. Discípulo de Stockhausen en Roma y de Luciano Berio en Tanglewood, también hizo buenas migas con el jazz en Boston. La obra que nos promete el Colón se basa en una adaptación libre, realizada por Heiner Muller, nada menos que de Les liaisons dangereuses (Las amistades peligrosas), de Choderlos de Laclos (1741-1803), un tema que ya había sido puesto en música en 1973 por Claude Prey, quien la estrenó en 1974 en Estrasburgo a través de la ópera del Rin. Años después, Luca Francesconi retorna a esta novela epistolar, especie de manual de maquiavelismo amoroso, "satánica", según Baudelaire, tan lúcida y amarga que se constituye en un precedente del agudo realismo psicológico. En esta versión de Francesconi los protagonistas, la marquesa de Merteuil y el vizconde de Valmont, pasearán por el escenario del Colón a través de la imaginación de Alex Ollé, de La Fura dels Baus, quien la realizó en 2011 por encargo de la Scala de Milán. La esperamos con inquietud.ß