Música. Magistral concierto stand up
DELIKATESSEN CAFÉ CONCERTO.
Músicos: Mísia (canto) y Fabrizio Romano (piano). Concierto: el último viernes, en el teatro Coliseo.
Nuestra opinión: Excelente
Hice una versión de María de Buenos Aires en el Teatro de la Ópera de San Carlos, de Lisboa. Por eso, cuando pasaba por la puerta de la embajada argentina me paraba adelante y decía: «Yo soy María», para la cámara de seguridad y la luz, que se encendía. También me pasa cuando abro la nevera y se enciende la luz." La cantante portuguesa Mísia monologa en castellano con su acento un poco catalán y otro tanto madrileño como si ofreciera un espectáculo de stand up. En cierto modo lo es: se llama Delikatessen Café Concerto y hace honor a cada una de esas palabras: a las delicias que trae su repertorio, a los comentarios del café concert y al concierto en sí, que desarrolla de manera magistral, intensa y emotiva, sólo acompañada por el pianista italiano Fabrizio Romano.
Mísia utiliza la crisis de los países europeos como concepto generador. Dice que cuando ideó su último disco, Delikatessen Café Concerto, imaginó que un día abriría la heladera y casi no encontraría nada para comer. Por eso pensó en un menú (musical, por supuesto) con estilo: bellas canciones y destacados invitados. Un par de fados (su especialidad) más otros temas en portugués, canciones en castellano, que incluyeron aires de tango y boleros, y alguna chanson francesa. Con esos sabores y con sus comensales invitados (Adriana Calcanhotto, Iggy Pop, The Legendary Tigerman, Dead Combo y otros) se sentó a la mesa del estudio de grabación.
A más de 10.000 kilómetros de Oporto (su ciudad natal), de Lisboa, Madrid o Barcelona, Mísia y sus reflexiones sobre la crisis suben a escena con una puesta realmente despojada. Son ella, su voz y Romano al piano para llenar un escenario inmenso. Y con qué facilidad lo consigue. Se extiende en largos comentarios sobre cada canción que interpreta, pero sin digresiones innecesarias, por eso el concierto es tan entretenido y con tantos climas. "Si ustedes piensan que el fado es triste, no saben lo que es esta canción francesa que voy a cantar ahora", dice como preludio de la "Canción de Helene", con un recitado en off de Iggy Pop. Más tarde aclarará que hay días en los que se siente Manoel de Olivera y otros, Pedro Almodóvar, por esa mezcla de idiosincrasias y por su condición trilingüe (portugués-castellano-catalán) que lleva desde la cuna. Un rato después hablará de Sarita Montiel y su "cara sin remordimientos".
Delikatessen café concerto es un disco bellísimo por donde se lo escuche y este espectáculo es un excelente reflejo de la obra. Sin invitados, sin arreglos para varios instrumentos. Desde el despojo, la intimidad, la intensidad y la gracia de esa magnífica pareja que Mísia ha conseguido crear con su pianista (si hasta pareciera que Fabrizio crea invenciones a dos voces con algunos fragmentos de "Rastro de infinito").
El público no la dejará irse sin que en su segunda entrada de bises cante "Lágrima". Y Mísia se dará el gusto de interpretar "Naranjo en flor" y "Yo soy María", que grabó en su disco Drama Box, hace algunos años. Pero es justo decir que no fue más aplaudida por los fados tan esperados por el público que por las joyas del último álbum. Desde la supuesta superficialidad de un cha cha cha hasta la más excelsa poesía de Miguel Hernández (elige las "Nanas de la cebolla", con música de Alberto Cortez) Mísia se adapta dúctil en cada lenguaje y lo lleva a su propio estilo con delicadeza, con dulzura, con melancolía ¿Quién lo imaginaría de esa mujer de verbosidad encendida y look gótico? Más que misterios escondidos en su look dark, hay secretos que hacen de Mísia una cantante excepcional, que no sorprende con trucos (al contrario, con toda esa extraversión verbal parece no guardarse nada); más bien, convoca a una cena de música gourmet que es imposible no disfrutar.
lanacionar