Si se tratara de una regla, ésta sería su excepción. La regla es que cada vez que dos artistas de extracciones musicales muy diferentes se juntan en un proyecto común hay detrás de ellos un productor de shows o de discos que tuvo la idea de reunirlos y los convenció de hacerlo. En este caso no fue así. El celebrado pianista Chucho Valdés un día escuchó la voz de Patricia Sosa , que sonaba en un local del shopping de Devoto. Sí, leyeron bien. La actual pareja de Valdés es argentina y en ese momento, 2015, estaban en Buenos Aires. "Sucedió de una forma muy natural y mágica -dice este faro musical de 76 años, con su típico acento cubano-. Estaba tomando un café en Devoto y se me derramó sobre la camisa blanca. Fuimos a comprar otra al «chópin» y en ese momento me quedé escuchando una voz que sonaba en los parlantes. ¿Quién es?, le pregunté a mi esposa. "Se llama Patricia Sosa", me contestó. Fuimos a una disquería, compré todos los discos que había de ella y me quedé con la ilusión de conocerla. La otra parte te la cuenta Patricia".
Sosa recuerda que esa misma noche Chucho Valdés viajó a Los Ángeles y que ella estaba regresando de Los Angeles a Buenos Aires. "Nos cruzamos en el aire", dice. "Pero esto no termina ahí. La persona que me llevó al aeropuerto fue la que lo pasó a buscar a él. Es un amigo que conozco desde que éramos chicos; vive hace como treinta años en Los Angeles. Así fue como le dio mi teléfono a Chucho. Y cuando me llamó me quedé sin palabras", dice la cantante, y Chucho abre una amplia sonrisa cuando escucha el final del relato, a pesar de que, obviamente, no es la primera vez que lo cuentan.
Comenzaron a planear un disco juntos, buscaron las canciones y pensaron como serían las versiones. Lo grabaron. El músico y productor Oscar Mediavilla (y marido de Patricia) hizo la mezcla de los temas. Finalmente se publicó. Lo presentaron en La Habana y ahora llega el turno de Buenos Aires. Esta noche, a las 21, estarán juntos sobre el escenario del teatro Gran Rex.
Se trata de un repertorio de once temas, de ahí el título, "Once", que incluye clásicos de la canción cubana de las décadas del 20 y el 30 que Chucho seleccionó especialmente, temas de Valdés en coautoría con artistas como Pablo Milanés, canciones del repertorio de Patricia Sosa cruzados por las claves de la música cubana y andaluza, más un par de boleros aportados por Paz Martínez. De hecho, el subtítulo del disco es "Concierto para dos" (así se llama uno de los temas que aportó el prolífico compositor de temas románticos).
La placa no se grabó en Cuba ni la Argentina, sino en Málaga, donde Chucho vive buena parte del año y tiene un estudio de grabación. "Para un cantante siempre es mejor ser local. El cambio de sueño, la temperatura; y yo soy muy histérica con todo eso. Pasó que cuando nos pusimos a ver las fechas –cuenta Patricia-, Chucho me dijo que recién podría venir a Buenos Aires como en 2018, entonces decidí ir para allá. Aproveché la grabación para hacer también unos shows con mis músicos. Estuve casi un mes. Caminamos mucho, charlamos. Filmamos un documental."
Es difícil, para un músico con tantos compromisos en países diferentes, encontrar un lugar en el mundo. Chucho dice que tiene varios. Uno es La Habana, otro es Málaga. "Cuando estábamos pensando cuándo y dónde grabar el disco yo venía de una presión muy grande de trabajo por eso lo hicimos en mi casa, fue casi como en familia. ¿Por qué está en Málaga? Llegué allí por mi papa", dice el hijo de otro de los grandiosos pianistas que ha dado Cuba, Bebo Valdés.
"El vivía en Suecia. Ya casi tenía 90 años y no quería el frío de ese clima. Así fue que se mudó a Málaga. Y yo fui con él para ayudarlo. Me mudé con mi esposa y mi hijo más chico. No me arrepentí de estar allí porque es un lugar mágico. Es el Caribe español. Me encantó la gente, tengo muchos amigos allí. Me encanta su comida y el clima. Por supuesto que me gusta también Cuba, porque mi raíz está allí".
Patricia acota sobre los comentarios del pianista: "Tiene cinco hijos músicos. Qué familia tiene Chucho. Qué amorosidad".
Hay una imagen poderosísima en la película Calle 54, de Fernando Trueba, que comparten Bebo y Chucho Valdés cuando terminan de tocar, a dos pianos, "La comparsa", de Lecuona. Dos gestos y un abrazo antes de salir caminando de la escena. "Te diría que es el momento más emotivo tocando. Primero porque hacía mucho tiempo que yo no veía a mi papá y que no tocaba con él. En ese momento hicimos lo que había tanto tiempo atrás hacíamos en nuestra casa, tocar juntos. Para mí ese momento fue increíble. Las señas y los cambios de mirada. No es virtuosismo de notas sino de comunicación. No hubo para mí un momento en mi vida más especial que ese. Terminamos de tocar, lo abracé, le di un beso y le dije: « el que pida más está loco». Así fue".
Para Patricia el momento más especial fue cuando cantó La Misa Criolla en el Vaticano: "12 de diciembre de 2014. El Papa Francisco abrió por primera vez San Pietro para un recital. Yo iba a cantar la Misa Criolla de Ariel Ramírez, con su hijo, Facundo Ramírez. La cuestión es que yo, que nunca me pongo nerviosa y siempre me divierto, en un momento sentí que se me secaba la boca y encima me temblaba el plexo. Y así no se puede cantar. Comenzó a cantar un coro y entraron como 800 obispos. Detrás el Papa que se empezó a acercar y cuando estaba a un metro y medio de donde estaba yo me miró de perfil, me guiñó el ojo y me levantó el pulgar. Peor, ahí me agarró un nudo en la garganta. Un cura se me acerca y me dice: "la veo un poco nerviosa, pero acuérdese que la están mirando 800 millones de personas". Peor. Y cuando estaba por llorar me conecté con el altísimo. Dije: «si me trajiste hasta aquí asistime». Y comencé a cantar. "Señor te piedad de nosotros". Ahí sentí la asistencia porque la voz salía clara. Y me empecé a tranquilizar. Salió todo bárbaro. Fue renovar la fe pero no desde la religión. Pedí asistencia y la tuve".
Minutos antes de la charla, en la sala ensayo tocaron temas que nada tenían que ver con el show de esta noche en el Gran Rex y el que la semana que viene darán en Ushuaia. Chucho observaba anotaciones que tenía sobre el teclado y armaba una variación sobre la melodía de "Alfonsina y el mar".
-¿Pasado mañana volvés a cantar música de Ariel Ramirez?
Patricia: -Sí, porque voy a cantar en el Festival Cultura Campo que se hace en Junín y lo invité a Chucho. Le encantó. Va a tocar con nosotros "Zamba para olvidar", "Alfonsina y el mar", "El Jardín de la república" y una versión increíble de "Zamba de mi esperanza".
-¿Y después?
Chucho: -Y después continuará. Patricia tiene que volver a cantar en Cuba.
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