Pulido: con magia en la voz
Presentación del disco "Songbook II" , con Lucía Pulido (canto) y el grupo La Raza, integrado por Rodrigo Domínguez y Luis Nacht en saxos tenor y soprano, Fernando Tarrés en guitarra acústica, Juan Pablo Arredondo en guitarra eléctrica, Jerónimo Carmona en contrabajo y Carto Brandán en batería. Anteanoche, en La Trastienda.
Nuestra opinión: muy bueno
Una de las relaciones mejor logradas por el jazz en la Argentina es la de fusionar el espíritu del género con ciertas tradiciones, como la folklórica y la tanguera. La propuesta de la cantante Lucía Pulido con el grupo La Raza, si bien no tiene aquella originalidad de años atrás, logró llevar este tipo de encuentros a un gran nivel para la presentación de "Songbook II", segundo disco de la cantante editado en la Argentina.
La cantante colombiana Pulido es una artista de gran formación vocal que ha logrado mixturar el mundo académico con el sentimiento que conlleva la tradición; el material que propuso en Buenos Aires estuvo dominado por canciones del folklore colombiano y del argentino. Con ella, un grupo de "grandes cabezas" que exhibió experiencia en este tipo de materiales y en la edificación de climas que, a esta altura, se han convertido en un estilo de interpretación para ellos. A todo esto, se le sumó un ensayo que resultó en un ensamble de bellísima coordinación en los arranques y en los diferentes puentes de los temas.
Entonces, surge una primera síntesis: Pulido, brillante (y no es un juego de palabras), y el grupo, sólido y con un carácter y seguridad que enriquecieron la presentación.
La propuesta se basó en un puñado de canciones de diferente origen, pero conceptualmente unidas por el sentimiento y la exuberancia de la voz de Pulido, una artista que sabe utilizar su "instrumento" de manera conmovedora, al punto de convertir su canto en el gran protagonista de la noche y frente a una Trastienda llena, que parece atraer, como en sus buenos tiempos, a un público inquieto y cálido, al mismo tiempo.
Pulido mostró que tiene una fluidez en su canto con la que logró, sin dificultad, acercar la canción folklórica al contexto de modernidad, casi en el borde del vanguardismo, sin por ello disminuir la emoción de sus líricas. Esta pequeña cantante mostró carácter y una particular forma de relacionarse con la instrumentación. Su voz toma la forma de un canto sagrado, como una sacerdotisa que canta a la tierra, a sus ancestros, a sus raíces; la artista evoca con su fraseo un mundo que no se ha detenido en el pasado, que sigue presente.
Responsable de parte de este milagro fue la original forma de acompañamiento que exhibió el grupo, algo sucio en su sonido, quizá como las verdaderas tradiciones folklóricas que traen un polvo espeso en sus alas melódicas, que llenó el recinto de un sonido dinámico, arrastrado y con voces que se elevaron con el mismo sentimiento que el canto de la vocalista.
Pulido hizo algunos temas de la tradición colombiana como "Zafra", "Por qué me pegas", "El cosechero" o "Cantos de vaquería" en los que brilló como un lucero. Un canto sentido, con un registro amplio y una potencia expresiva que parece ajena a su pequeña figura; también canciones populares de esta zona de América del Sur como "Agüita demorada", una versión tremenda de "Choloita traidora" y un homenaje al Cuchi, con "La arenosa", aquí más contenida, pero con igual profundidad en sus emociones.
Entre los instrumentistas, se lucieron Domínguez, más atado a las figuras melódicas que otras veces; Arredondo, con un vuelo casi de rocker en sus pasajes, y Carmona, un contrabajista que también se mostró recatado a la hora de viajar con sus improvisaciones. Un grupo de eximios solistas que defendió las canciones y una cantante que tuvo magia en su voz. Una relación maravillosamente especial.
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