Ride llega a la madurez reafirmando su identidad
This is a not place: "R.I.D.E.", "Future Love", "Repetition, Kill Switch", "Clouds of Saint Marie", "Eternal Recurrence", "Fifteen Minutes", "Jump Jet", "Dial Up", "End Game", "Shadows Behind the Sun", "In This Room" / Nuestra opinión: muy buena
Allá por 1990 todo estaba dado para que Ride se convirtiera en una de las esperanzas más sólidas del rock británico. La prensa inglesa, especialista desde siempre en sacar el pastel del horno antes de que esté bien cocinado, había detectado que tenían buena miga en tres EP lanzados como dardos certeros en un mismo año: Ride (enero del 90), Play (abril) y Fall (septiembre). El sonido era una puesta a punto melódica y dinámica del demoledor shoegaze de My Bloody Valentine que levantaba buenas expectativas a caballo de grandes temas como "Chelsea Girl" y "Like a Daydream". Muy rápido, en octubre, llegaría Nowhere, probablemente el disco que esté más cerca de la excelencia de Loveless (1991, My Bloody Valentine) en el breve catálogo de un subgénero que expiró muy pronto y, como casi todo lo que se produjo hasta ahora en la historia de la música pop, ha sido retomado más de una vez con resultados irregulares. En ese álbum, los de Oxford lograron revestir con una avasallante carcasa de distorsión psicodélica un manojo de canciones sublimes. El resto de la primera etapa de su carrera terminó abruptamente en 1996 con Tarantula, un disco descartable.
Tuvieron que pasar más de veinte años para que Mark Gardener y Andy Bell -quien fue parte de Oasis durante un buen tiempo- volvieran a confiar en el potencial de una química que en Weather Diaries (2017) y el flamante This Is a Not Place vuelve a aparecer gracias a la combinación de un repertorio de nuevo muy inspirado y una producción virtuosa de Erol Alkan, un DJ de ascendencia turca que ha trabajado con Metronomy y The Killers. Alkan consigue imponer una atmósfera densa y envolvente en los 50 minutos de este disco que sus ideólogos y hacedores han caracterizado como homenaje musical al artista plástico Jean-Michel Basquiat. Y hay que admitir que efectivamente tiene algo de la frescura y la irreverencia que contagiaba la obra de aquel favorito de Andy Warhol fallecido por una sobredosis de heroína a la fatídica edad de 27 años. Ride es una banda que hoy suena con personalidad, despreocupada por actualizarse a cualquier precio y capaz de producir un tema como "Future Love", a la altura de lo mejor de su vieja cosecha y lo más cerca que han estado de The Byrds hasta hoy.
Como certificado inequívoco de la generación a la que pertenece, Andy Bell encabeza la recuperación del poder hipnótico de Sonic Youth en "Kill Switch" y "Fifteen Minutes", panegírico de la distorsión de guitarra que opera en sintonía con "Repetition", donde el grupo reafirma la vocación por reventar amplificadores que en aquel excitante y prolífico 1990 declamaba sin tapujos otro temazo como "Drive Blind".
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