Sonidos del futuro: los instrumentos que corrieron a la guitarra del escenario
Desde el MPC, Launchpad y el software Ableton hasta el ukelele y el hang, los sets de los músicos más escuchados combinan la tecnología con lo orgánico para componer y tocar en vivo
Los instrumentos musicales son reflejo de nuestros cambios culturales. Y si los ukeleles van reemplazando a las guitarras de los fogones, o si los launchpads o controladores MPC ganan espacio en los escenarios, será porque la manera de hacer música también cambia. Hay instrumentos que nacen; hay otros que vuelven renovados.
Vivimos en una era digital. Es lógico admitir que un teclado o una batería de secuencia del siglo pasado puedan ser reemplazados por una especie de tablero de botones cuadrados que irradian luces de colores. Y si vivimos añorando lo que disfrutamos (o por una cuestión de edad, lo que no llegamos a vivir) también es lógico pensar que se ponga de moda un instrumento que tiene 140 años.
Quién sabe cuál será el nombre que adquiera la música del siglo XXI (tanto la académica como la popular, luego de pasar por la renacentista, la barroca, la del clasicismo, la romántica, la moderna y la contemporánea). Hay pistas que nos sugieren nombres, como el protagonismo de lo digital, la construcción de música por capas y el loop como herramienta mucho más simple que la de cualquier avant-garde nacida a partir del minimalismo.
Se vive de otra manera, se crea música de otra manera. Por eso una máquina como el loop station se convierte en un instrumento en sí mismo, casi indispensable en los escenarios de los artistas más diversos: de Ed Sheeran a Jorge Drexler, de Juana Molina o Tash Sultana a Elise Trouw. Si hasta hace un par de décadas lo más común era rasguear una guitarra hoy resulta habitual hacer overdubbing (tocar un fragmento, grabarlo y reproducirlo de manera repetitiva, grabar el siguiente y superponerlo, grabar otro más y volcarlo encima) o mapear un controlador MIDI con los softwares de moda. Es muy accesible y doméstico, no queda reservado a la actividad musical profesional.
Desde que los discjockeys "tocan" música se aggiornaron sus sets (lejos quedaron las épocas en las que Pappo apuntaba sus dardos a un DJ con el famoso "Conseguite un trabajo honesto"). No solo se los ve sacarle lustre a un vinilo o a una rueda pequeña con forma de plato giradiscos, mientras recuestan la cabeza sobre el auricular que alimenta con canciones uno de sus oídos. Hoy tienen muchas perillas para mover y pequeños pads para presionar durante sus shows. Así fue que, de esos sets, artefactos como el launchpad llegaron a los hogares. Pads a los que se le asignan desde sonidos y fragmentos de canciones hasta diagramas de luces, mediante programas de audio que están instalados en la computadora (Ableton Live es uno de los software más utilizados en los últimos años). Por la función de programar luces, es un controlador que tiene mucha aceptación en el mundo amateur. Sin embargo, también se utiliza profesionalmente. Launchpad nació en 2009 como un tablero de 8x8 (o sea: 64 pads), en tres versiones: uno standard (su precio es de unos 150 dólares) uno pro y otro en versión mini, con las funciones que trajo el standard. Luego llegaron versiones más avanzadas.
Mapear (configurar) pequeños fragmentos de una canción en un solo botón, algo así como un cut & paste pero en este caso sería copy-cut & luego play. Se toma un fragmento y se pega en un botón. El trabajo tedioso se hace en casa, para el video de YouTube (muchos suben sus creaciones) la performance suele ser totalmente en vivo. Lo ideal es tener la cámara sobre el Pad porque el chiste principal no es sólo escuchar lo sampleado o MIDI que se dispara de cada botón sino la programación de luces que se puede hacer para acompañar cada tema. El tablero no suena por sí solo. No tiene entradas analógicas de audio ni salidas de línea ni para auriculares. Solo una conexión USB para comunicarse con el mundo exterior, vía compu.
Para trabajar profesionalmente en el escenario algunos prefieren dispositivos donde los sonidos vienen integrados. A veces por una cuestión estética y otras por seguridad (las computadoras no son tan estables y se corre el riesgo de que se tilden en medio de un show) muchos músicos tratan de evitar las portátiles en escena. Para estos casos son mucho más eficientes los dispositivos de pads pero con procesadores y memoria propia (o expandible), como los "prodigiosos" MPC, inicialmente (hace tres décadas) creados como samplers de baterías. La sigla responde a Music Production Center o Music Production Controller, dependiendo del tipo de dispositivo que se utilice de la casa de audio AKAI. Algunos están más orientados al trabajo de estudio, otros a los sets en vivo de grupos de música electrónica. En los noventa era casi exclusivo del hip-hop (célebres productores como el rapero Dr. Dre lo utilizaron en muchos de sus trabajos), luego derivó en otras músicas, especialmente en el tecno pop y diferentes vertientes de la electrónica.
Tambor del Caribe... suizo
En sentido contrario de cualquier localización electrónica y digital se ubican dos instrumentos con los que hoy se puede hacer culto de lo acústico: el hang, una novedad de este siglo, y el centenario ukelele.
El hang tiene forma de plato volador diseñado para película clase B futurista de la década del cincuenta. Dos palanganas metálicas superpuestas, con abolladuras de distintos tamaños que le dan sonidos de diferentes alturas. El hang (significa mano, en alemán suizo) fue creado en 1999, en Berna, por Felix Rohner y Sabina Schärer. Juntos fundaron en 1993 la pyme familiar PANArt y resistieron durante un cuarto de década a los llamados recibidos para su comercialización en maza. El hang original, que tomó su forma definitiva o más desarrollada hacia 2008, es el que salió de ese taller. El problema es que actualmente su producción está discontinuada. Durante casi un par de décadas logró convertirse en uno de esos instrumentos raros, de sonido (obviamente) metálico, pero a la vez muy dulce e hipnótico, que resultó una verdadera invitación al relax.
Meses atrás pasó por Buenos Aires Hang Massive, dúo que, con su trabajo de casi una década, difundió la música para este instrumento. Mientras tanto, los Rohner-Schärer siguen refugiados en Berna. En 2018, para celebrar los 25 años de su empresita grabaron un video en forma de poesía-canción con la que explicaron a fuerza de "hammer blows" (golpes de martillo) cómo crearon su proyecto, como de allí nacieron varios de sus instrumentos, como resistieron la comercialización masiva ("el dulce susurro del llamado de las sirenas", así lo definieron) y presentaron un proyecto musical, también familiar, el Balu Band.
Así como el hang tiene relación con antiguos tambores metálicos de Trinidad, la India, Tailandia e Indonesia, la influencia de este instrumento creado en Berna hizo que otros constructores fabriquen handpans inspirados en ese modelo tipo OVNI.
Un "juguete" que es cosa seria
Cualquiera que se detenga frente a un comercio de venta de instrumentos verá que el ukelele es dueño y señor de la vidriera. En las tiendas que tienen variedad y mucho stock se pueden encontrar ukeleles en distintos tamaños y con los más variados diseños. Es decir: la forma suele ser siempre la misma (silueta de pequeña guitarra de cuatro cuerdas), lo que cambian son los dibujos. Desde los sobrios en color madera hasta los floreados. El ukelele es un cavaquinho portugués fabricado en La Polinesia. A fines del siglo XIX llegó este instrumento portugués (también famoso en el Brasil) a las islas del Pacífico y tomó la forma de lo que hoy llamamos ukelele, con características propias. Se puso de moda en la última década, tanto que hasta podemos encontrar a grupo argentino que lo adoptó al momento de buscar un nombre para su banda: La Familia de Ukeleles.
Viene en cuatro registros, cuanto más pequeño, más aguda es su escala. El más conocido es, justamente, el agudo, denominado soprano. Jennifer Moule, cantante y actriz inglesa radicada en la Argentina, que encabeza la banda Damsel Talk, eligió uno soprano hace seis años: "Tomé una clase de guitarra y me pareció un instrumento muy grande para mi mano. Bueno, por supuesto que hay niños que tocan guitarra. Me refiero a que necesitaba algo más fácil", cuenta Jennifer, que se la ha podido ver en proyectos teatrales-musicales en el under porteño o en un gran escenario como artista soporte de Rod Stewart, en la última visita del músico inglés a Buenos Aires.
"Un día compré uno soprano en el Duke of Uke (el duque del ukelele) de Londres y me encantó. Aprendés a hacer acordes muy rápido y en seguida podés tocar un tema de Bon Jovi o The Beatles. Es portátil, ligero y entrás más rápido a este instrumento que a otros". Claro que no es lo mismo la práctica amateur que subir a un escenario: "Sucede que si te ponés a tocar con músicos de jazz, por ejemplo, o con otro tipo de músicos profesionales, genera cierta controversia. Algunos lo ven como un juguete. Pero a mí me sirve. Comencé a componer música con el ukelele. No importa que algunos lo vean como un juguete, yo lo considero un buen amigo. Toqué en la calle, en Francia y en España, haciendo un espectáculo de títeres y objetos, con canciones acompañadas por el ukelele".
Hay cantantes famosas, como Julieta Venegas y Natalia Lafourcade, que lo incluyen en sus sets. Y otros que fueron mucho más allá: hasta grabaron un disco completo, como es el caso del cantante de Pearl Jam, Eddie Vedder.
Como juguetes o como recursos profesionales, desde los tambores handpan y las cuerdas de los ukeleles hasta los pads para mapear sonidos y hacer música electrónica, los instrumentos de estas primeras décadas del siglo XXI definen manera de hacer música.
De aquel DX7 a los Nord y el Microkorg
La década que se acaba de ir tuvo semejanzas con la de 1980, ya que fueron épocas caracterizadas por una búsqueda intensa en la producción de sonido. Si bien los primeros sintetizadores tuvieron cierto éxito en los setenta, fue en la década siguiente cuando alcanzaron mayor evolución. El Yamaha DX7 se puso de moda entre los músicos profesionales porque marcó una nueva era. No era analógico, sino digital, permitía diseñar el sonido con sus seis osciladores (la síntesis de FM no estaba al alcance de cualquiera en ese tiempo), era polifónico y contaba con MIDI. Primitivo, pero absolutamente innovador. Además, mucho del revival ochentoso de estos tiempos se podría resumir (¿sintetizar?) en los sonidos procesados por un DX7. Su sección de "brass" es el clásico de una época. El Roland D50, de la segunda mitad de aquella década, también aportó lo suyo y lo acompaña, sin duda, en el podio de la nostalgia ochentosa.
Desde entonces, en el trabajo profesional sobre los escenarios hubo distintas modas. En la década 2.1 se conjugaron los últimos avances tecnológicos con la tendencia por lo vintage. Por eso se impusieron unos teclados rojos que son casi naves espaciales. La serie Stage de Nord (que está en todos los escenarios) probablemente marque la época que estamos viviendo. Algo similar ocurre con la moda del MKI o Microkorg, un sintetizador pequeño pero con posibilidades amplísimas y que aparece cada vez en los sets de los músicos profesionales. En cambio, la PC o la Mac ya no es tan querida arriba del escenario por sus estética chillona y poco orgánica. Por supuesto que los que no son amantes de la vieja escuela dentro de dos o tres décadas probablemente lo que destaquen con cierta nostalgia no serán los sintetizadores, sino los controladores de "cut & play" como el launchpad y los MPC.
Nuevos integrantes de la banda: cómo nacieron y quiénes los usan en discos y shows
MPC. Roger Linn diseñó para su propia empresa la primera máquina de ritmos con pads y sonidos digitales hacia finales de los setenta. Una década después, en 1988, creó para Akai el primer sampler MPC. Hoy mucho más sofisticados, estos controladores que no necesitan estar conectados a computadoras tienen varias versiones de 16 pads, según necesidades específicas, para estudio o para shows. Estrellas del rap como Kanye West (foto) han usado diferentes generaciones de estos pads en el escenario.
Launchpad. Nació hace una década como un controlador de 16 pads que se conecta a una computadora (no tiene ninguna función solo). Lo utilizan tanto los músicos profesionales como todo amateur que en su casa instale un homestudio. Además de disparar sonidos, una de sus atractivos es su amplio diagrama de luces. Matt Robertson (foto), director musical de Björk, usa este controlador junto a su Mac portátil, entre muchos otros equipos.
Ukelele. Nació en la Polinesia, en 1880, como una modificación del cavaquinho portugués. Las islas del pacífico, la playa y el mar fueron por mucho tiempo su geografía sonora. Pero en sus varios viajes al continente sedujo a los artistas más variados. Eddie Vedder (foto) grabó un disco Ukulele Songs, donde el ukele es protagonista. También lo usan artistas como Julieta Venegas o Natalia Lafourcade.
Hangs. En el último año del siglo pasado, en Berna, una pareja suiza creó un plato volador de metal con abolladuras para tocar diferentes notas. Pero nunca quisieron que su creación tuviera una fabricación en masa. A imagen y semejanza de este instrumento, otros constructores y luthiers comenzaron a fabricar lo que genéricamente se llama handpans. Hay artistas, como Massive Hang (foto) que se dedican exclusivamente a la difusión de este tambor. Otros nombres por tener en cuenta son: Adam Maalouf, David Kuckhermann, el dúo Anuah (Joan Orench y Aida Amat), Daniel Waples, Benny Bettane, entre otros.
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