The Raconteurs debutó en el Gran Rex con un show improvisado y lejos de las cámaras
The Raconteurs es una suerte de vía de escape para Jack White. A mitad de camino entre la austeridad de recursos de The White Stripes y su necesidad de reinventar la guitarra como arma de guerra en su carrera solista, el grupo que comparte con Brendan Benson le propone una tercera posición. Y si en estudio los tantos se perfilan repartidos, su debut porteño en el teatro Gran Rex fue la comprobación empírica de ese enunciado, con dos horas casi ininterrumpidas en las que el autor de "Seven Nation Army" no solo compartió (y por momentos cedió) el protagonismo, sino que también alteró el orden de prioridades en su fórmula al priorizar a la canción por sobre la descarga eléctrica, luego de años de haber recorrido el camino inverso.
El comienzo del show funcionó como un arreglo tácito entre partes. Con un marco sonoro que privilegió la contundencia por sobre la nitidez (una constante de la noche) "Bored and Razed" puso el foco en White a fuerza de riffs y sus aullidos procesados a través de un micrófono vintage. El arpegio en cámara lenta de "Level" sumó una densidad pseudo zeppeliana al asunto que desembocó en un yeite armonizado a dúo con Benson, y ya a la altura de "Old Enough", el protagonismo estuvo en manos de su socio creativo. Con la acústica como estandarte, todo parecía prometer pastoral y aires sureños, pero para White la salida siempre está a un pedal de fuzz de distancia. Esa necesidad de hacer que tarde o temprano todo vuele por el aire fue incluso más evidente en "You Don’t Understand Me", un midtempo intenso que White comenzó en un piano que luego abandonó en manos del multi instrumentista Dean Fertita para poder colgarse de nuevo su Telecaster y echar más leña al fuego.
White nació en Detroit pero desde hace una década que vive en Nashville, y esa traspolación territorial se traduce a su música, en la que el garage rock y la música de raìz se funden en un abrazo férreo. De ahí que "Top Yourself" tuviera aires del Delta gracias al aporte de Benson en slide, o que en "Only Child" ambos guitarristas compartiesen un mismo micròfono como si fueran músicos country de feria. Las referencias a su primer hogar continuaron con una cita a "The Passenger" (de Iggy Pop, otro ciudadano ilustre) en "Broken Boy Soldier" y fueron por una vìa más sutil en "Now That You’re Gone", una balada soul que parecìa la demostraciòn de la hipótesis de qué hubiera pasado si los discos clásicos de Motown hubieran reemplazado los arreglos de vientos por una guitarra al borde del acople constante. Ese espíritu tradicionalista se vio también reflejado en el expreso pedido al público de no filmar ni tomar fotos con teléfonos celulares para privilegiar la experiencia, una propuesta aceptada de manera casi unánime por el público.
The Raconteurs tiene la particularidad de ser un proyecto paralelo para todos sus integrantes: Benson tiene su carrera solista y el baterista Patrick Keeler y el bajista Jack Lawrence son la sección rítmica de The Greenhornes. De hecho, Help Us Stranger, el disco que trajo por primera vez a la banda a Buenos Aires, es también su primer trabajo tras once años de silencio. Todo parece sostenido por un acuerdo verbal en donde lo que se privilegia es disfrutar el momento: cada noche, la banda sale a escena sin una lista de temas armada y acomoda el show a lo que dicta el momento. Esa directriz hizo posible que de la versión electrificada de "Hey Gyp (Dig the Slowness)" del cantautor escocés Donovan, se pasase al country purista de "Believe In You" casi sin escalas intermedias. Lejos del rigor purista, cada canción es la puerta abierta a la improvisación, que puede ser precisa y ajustada en manos de Keeler, o un tironeo entre el virtuosismo y la torpeza sutil en el caso de White.
Con White de nuevo frente a los teclados, "Shine the Light On Me" tuvo una cuota de espiritualidad al calor de las válvulas, con una tensión cada vez más creciente que recién pudo encontrar su vía de escape en "Somedays (I Don’t Feel Like Trying)", otra aproximación al country, solo que esta vez rematada a fuerza de machaques al final de cada estrofa. Después de esta dinámica de cambiar de piel según la canción, The Raconteurs combinó varias bandas en una en "Blue Veins", que tuvo su génesis con un diálogo floydiano entre la guitarra de White y los teclados de Fertita. Se reformuló como un rhythm and blues en cámara lenta y desembocó en otro estallido propulsado por Keeler desde detrás de los parches.
A la hora de los bises, The Raconteurs trazó una parábola. La intensidad guitarrera que propusieron el riff galopante y los aullidos de White en "Salute Your Solution" redujo el voltaje de manera sutil en "Consoler of the Lonely". Con sendas acústicas como protagonistas, "Help Me Stranger" y "Together" fueron llevando la atención cada vez más lejos de la electricidad, y fue recién con "Carolina Drama" y sus ínfulas bluseras. Para que el recorrido de un punto a otro estuviera completo, "Steady, as She Goes" ofició de cierre definitivo pero también de versión comprimida de su propia propuesta: sonido vintage, nervio rockero y armonías vocales en paralelo. A White y compañía les da lo mismo tomarse cinco minutos o dos horas para dejar en claro sus intenciones, porque lo que más les vale es hacerlo sin sentirlo como un sacrificio.