Fernando Otero: vive en Nueva York y actúa por el mundo. Un tanguero repatriado
El pianista vuelve a Buenos Aires a presentar su último CD
Con 20 años, el pianista Fernando Otero se fue de la Argentina para "dar una vuelta por el mundo". En realidad, para ir hacia donde su música lo llevara. Ahora, con treinta y pico, no está de regreso para quedarse, pero quiere que el público local conozca algo de lo mucho que estuvo haciendo fuera del país, especialmente en Nueva York, donde pasó los últimos años.
En el terreno musical, para él todas son buenas noticias. Un sello nacional editó dos de sus álbumes grabados en Estados Unidos y apenas llegó para presentar en vivo el último -registrado en dúo de piano y violín con el norteamericano Nick Danielson-, lo llamaron para preguntarle hasta cuándo estaría en Buenos Aires. Es que la gente del sello Epsa quiere otro disco de Otero para su catálogo. Y por eso, después del show que dará pasado mañana, entrará en un estudio para grabar más de su música. "Es como una especie de milagro que una compañía te diga: "Tenemos dos discos que lanzamos a la vez y, cuando vengas, queremos grabar el tercero y filmar el show para hacer un DVD".
Quien haya escuchado estos últimos discos de reciente publicación local ("Plan" con su grupo, y "Revisión", en dúo) podrá ubicar al músico en el campo del tango de vanguardia. Pero el rótulo queda chico. Si se le presta atención al material, se podrá encontrar la influencia de la música académica y del jazz, terrenos por los que Otero transitó desde su adolescencia. Afortunadamente, el tamiz musical que utiliza es lo suficientemente bueno para filtrar influencias y pasiones, que son de las más variadas.
Las vueltas musicales de Otero también merecen un párrafo. Hijo de una música, tuvo acceso a todas las posibilidades sugeridas por su intuición y su antojo. Casi con igual pasión podría hablar de la Escuela de Viena, de Cuchi Leguizamón o de Jimi Hendrix. Evitó los conservatorios, pero, siempre bien asesorado, tuvo una amplia educación privada y, ya como compositor y pianista, consiguió la atención de tantos interesados en su trabajo. Los pedidos fueron disímiles. Un día lo escuchó Adriana Varela y le pidió que participara en un concierto. Más tarde, lo llamaron para orquestar un disco de Ricardo Arjona. Por gusto personal se junta a tocar con Lenny White y Eddie Gómez, y con frecuencia lo llaman de parte de Quincy Jones para ofrecerle trabajo.
"Me fue a ver a una actuación y me ofreció participar en un concierto en Roma. Finalmente, no lo hizo por problemas de salud, pero me dijo que lo llamara cada vez que fuera a Los Angeles y que le mandara todo lo que estuviera haciendo. Tiempo después comenzó a sonar el teléfono. Eran personas que me decían que Quincy Jones les había pasado mi número".
Claro que hasta llegar donde Otero está pasaron casi 20 años. En el recuento habla de una "oportunidad" que le dio Nacha Guevara, cuando era un prometedor músico de 18 años. "No tenía orquestador y Leo Sujatovich, de quien soy fan, recomendó «que lo hiciera el pibe»." Tiempo después, lo que lo sacó de la Argentina fue un contrato en España con Polygram. Ya escribía cuartetos de cuerda, obras para coros y orquestas cuando apareció el proyecto "Coincidencias", con Paco de Lucía, Alberto Cortez y Mercedes Sosa, entre otros. "Era una situación profesional con géneros con los que no había trabajado pero podía intentar", dice.
"Vinieron más proyectos que acepté. Imaginate: un tipo de 20 años que escribe para orquestas, trabaja en otro país y gana buen dinero. Evidentemente lo que hacía era aceptado." A los 23 fue compositor en residencia de una compañía inglesa de danza-teatro. "Empecé a estudiar mucho y a tener contacto con compositores del siglo XX. Podía experimentar pero seguía extrañando el escenario." Por ese motivo empezó a hacer contactos en Nueva York, y ahí se instaló. Comenzó a adaptarse a "los inviernos con nieve y los viajes continuos" (también escribía música para orquestas de México). "Había una convergencia de buenos trabajos. Me permitían cambiar mi vida. Incluso, ser generoso. Llamar para trabajar a amigos que me aguantaron desde que teníamos 12 años y tocábamos con guitarras eléctricas."
Otero es casi un todoterreno de la música. Dio conciertos de piano cuando era adolescente, como una especie de "precoz compositor que iba hacia la música contemporánea". Y una década después hizo la banda de sonido de una película. Pero su mayor anhelo siempre fueron los proyectos propios.
"A los 15 me sentía destinado a ser pianista de jazz pero mi maestro, Marcelo Braga, me dijo: «Está bien lo que hacés, pero suena a la música que se hizo en los 50 y los 60». Me dijo que viera por otro lado, que Gismonti hizo con la música brasileña lo que se podría hacer con la argentina combinando todos mis elementos. «Tu carta puede estar atendiendo a tus raíces», me dijo. Esa música era el tango, aunque escuché y sigo escuchando mucho rock. Pero comencé a hacer trabajos con el bandoneón. Y actualmente siento el tango aunque no para tocar la música de los 40 o los 50, que es donde, para mí, realmente está el género."
Otero tiene una teoría: "Si uno quiere hablar va a decir lo mismo aunque lo que varíen sean las formas, los idiomas. Muchas veces se critica la música «comercial». No estoy muy de acuerdo. Creo que cumple una función para lo que se busca. Me parece que todas las músicas tienen un sentido, un público que las espera en cada lugar. Si vas a bailar está bien que se escuche Britney Spears. El nivel de aceptación indica que hay un beneficio para la gente".
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