Una dupla particular
En un ciclo de tres recitales denominado Navegar , se presentaron en Café Vinilo la intérprete Liliana Herrero y el pianista Guillermo Klein. Fue un casi perfecto recital de música de cámara en su más simple y quizá más íntima expresión, la voz y el piano. En el mejor estilo de los románticos alemanes del siglo XIX, el piano inicia las canciones con acordes y notas que esbozan o rodean a la melodía hasta que ésta aparece en su plenitud en la voz de ella.
El comienzo fue para "Milonga triste", de Homero Manzi y Sebastián Piana, luego "Naranjo en flor" de los hermanos Expósito y "Dulzura distante", de Fernando Cabrera. La poesía de las letras y la belleza de estas melodías son ideales para el arte de Liliana Herrero. Herrero interpreta las canciones, no sólo las canta. Utiliza el cuerpo, los gestos, la potencia de una voz que puede ir de unos profundos graves a unos muy sutiles agudos, y desde casi el grito hasta el susurro, sin perder intensidad y entrega. Guillermo Klein es un extraordinario músico que siempre encuentra los acordes y notas precisos, ayudando y complementando a Herrero a generar esa intensidad.
En "Dulzura distante", Klein sorprendió cantando la canción de una manera simple y sentida. Liliana Herrero la cantó también y la diferencia de estilos produjo un momento de rara comunión entre los intérpretes, el auditorio y la canción. Esa comunión se mantuvo con la interpretación de un tema de Klein, "Abrazados", que luego de un notable solo en el piano, Herrero cantó con su habitual entrega. Continuó un momento de emoción con "Plegaria para un niño dormido" de Spinetta, músico que, se sentía, andaba rondando por la sala momentos antes, cuando Klein cantó con su inconfundible estilo de canto. La presencia y el homenaje a Spinetta se mantuvo con una extraña conjunción entre Gardel y Spinetta, a partir de las golondrinas de uno y de otro.
Fue en este momento del recital donde el casi perfecto del comienzo toma sentido: esa intimidad se modificó al subir al escenario dos artistas invitados, el trompetista Richard Nant primero y el guitarrista Juan Falú después. Y hubo recuerdos, y hubo interpretaciones de composiciones de ambos. Nant tocó flugelhorn primero en "Leyenda" (del que es autor) y después trompeta con sordina en un tema de Klein, y demostró ser dueño de un sonido pleno y de un fraseo impecable. Luego Falú hechizó al auditorio en un tema instrumental y luego cantó una copla del poeta Pepe Núñez en una extraordinaria interpretación a la cual se acopló Herrero.
Como broche final, un tema del Cuchi Leguizamón y Manuel Castilla, "Cartas de amor que se queman", que marcó el punto de unión de estos artistas: Guillermo Klein, al hacer un homenaje al Cuchi Leguizamón, comisionado por el Festival de Jazz de Buenos Aires, llamó la atención de Liliana Herrero, cultora y genial intérprete de la música del gran compositor salteño y que, tras varios intentos fallidos de hacer algo juntos en los Estados Unidos, donde Guillermo Klein actúa muy asiduamente, logró concretarse en estas funciones en Vinilo.
Eduardo Dulitzky