Unos japoneses psicodélicos y muy raros sueltos en Palermo
La banda Acid Mothers Temple promete un show extremo hoy en Niceto Club
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"Acid Mothers Temple es algo así como un fenómeno. Su propósito es hacer feliz a la gente y hacer volar las mentes". Lo dice Kawabata Makoto, el dueño de la idea original de este particular proyecto japonés que ya lleva más de veinte años de aventuras y exploraciones sonoras y hoy desembarcará en Buenos Aires, en una noche de gala para la música experimental que arrancará a las 21, en Niceto Club, con la presentación del Reynols Combo (Alan Courtis y Roberto Conlazo en guitarras y electrónica; Pacu Conlazo en batería y percusión).
El propio Makoto ha definido como extreme trip music a esos sonidos que, asegura él, provienen del cosmos y son capturados por las antenas del particular grupo que completan Higashi Hiroshi (sintetizador, voz), Tabata Mitsuru (guitarra, sintetizador de guitarra, voz), Satoshima Nani (batería, sampler, voz) y Wolf (bajo, voz). También le gusta pensar en Acid Mothers Temple como "un colectivo de almas", una especie de red espiritual que se teje entre sus integrantes en torno a un innegociable axioma: "Hacé lo que quieras, no hagas lo que no quieras hacer". Los que adhieran a ese mandato, sostiene el músico de barba y larguísima cabellera, se les pueden unir sin problemas.
Todo ese andamiaje conceptual decanta en una producción musical abundante y diversa, casi imposible de seguir al detalle: Acid Mothers Temple graba y edita muchísimo, y con un temperamento bastante anárquico. Lo último, por ahora, es Wandering The Outer Space, editado por Buh Records, sello peruano dirigido por el erudito Luis Alvarado, uno de los historiadores y difusores de música de vanguardia más notables de América latina. El disco es otra pieza extravagante cargada de jams en las que aparecen tanto la inspiración arábiga como el kraut y el space rock. También hay pasajes que recuerdan a Ummagumma, cumbre psicodélica que Pink Floyd grabó en 1969. Makoto tiene una clara devoción por el rock de esa época y una aspiración notoria de llevar al límite los riffs más ácidos y endiablados de Jimi Hendrix, Ritchie Blackmore (Deep Purple) y Tony Iommi (Black Sabbath).
Nacido en Osaka, el músico dice haber empezado a oír extraños sonidos en su cabeza ya en la niñez. Les dio cuerpo a través de una serie interminable de grabaciones autoeditadas en las que se pueden rastrear muchas de sus heterogéneas influencias: Stockhausen, la música clásica india, el free jazz, la música concreta...
Siempre atento al valor de la improvisación, Makoto se concentró con Acid Mothers Temple en la producción de una música ruidista y extrema que se permitió objetivos tan sofisticados como revisitar en clave psicodélica la música occitana de los siglos XII y XIII. Reacio a referirse con claridad a sus influencias, remarca que se siente como "una radio que sintoniza la música del cosmos y la transmite para los demás".
Como buen outsider, también se niega a expedirse sobre la sociedad japonesa y la actualidad política de su país: "¡Es que no tengo ni idea! -exclama-. Sólo puedo decir que no confío en ningún poder ni en ningún gobierno. Confío en la gente. Vivo al margen de todo. Y por suerte a nadie le importa".
Sí opina, en cambio, sobre dos grandes nombres de la historia del jazz. Y lo hace de manera escueta y provocativa: "Creo que Miles Davis y John Coltrane asesinaron al jazz".
El modelo a seguir para Makoto, lo ha remarcado en muchas ocasiones, es el de los trovadores de la Edad Media, "aquellos que encontraron algún tipo de secreto sobre la magia musical que aún hoy se intenta revelar", sintetiza.
No parece haber destinos predeterminados en el horizonte de Acid Mothers Temple. Su obra -repartida entre las múltiples grabaciones y los mántricos conciertos en vivo- no responde a ningún patrón y se entrega, libre, al enigma y el azar: "Nunca sabemos a dónde iremos ni qué sucederá -señala su voz principal-. Es igual que en la vida, que justamente por esa incertidumbre es tan bella y emocionante".