Encuentro con la música portuguesa
En el escenario, formando casi un semicírculo, estaban dispuestas cuatro sillas, cuatro micrófonos bajos y, a un costado, un micrófono de pie. Al irse apagando las luces, cuatro guitarristas ocupan las sillas y cuando se apagan casi totalmente lo primero que se escucha es el inigualable sonido de la guitarra portuguesa, que, inmediatamente acompañada por las tres guitarras españolas, da inicio a un viaje por la música de Portugal.
Hace su ingreso Mafalda Arnauth, con un largo vestido negro y con un collar del que cuelga un gran corazón plateado con brillos dorados y con una intensidad arrolladora; sobre este fondo de guitarras interpreta "Triplicado", un fado tradicional que habla sobre lo que significa ser fadista, como se llama a los intérpretes de este maravilloso tipo de canción. A partir de ese momento, los que nos encontrábamos en la sala del teatro Coliseo vivimos una experiencia que pocas veces sucede en Buenos Aires: viajar musicalmente por la tierra del fado de la mano de una de sus grandes intérpretes.
Mafalda Arnauth, dueña de una muy vital musicalidad, vino a presentar su nuevo disco, Fadas , editado recientemente en la Argentina por S-Music, acompañada por Hugo Afonso en guitarra portuguesa, Nelson Aleixo en viola de fado, Fernando Judice en bajo acústico y Ramón Maschio en guitarra clásica. El fado, falsamente asociado a la tristeza y a la melancolía, no es alegre ni triste, como alguna vez lo definió el gran poeta portugués Fernando Pessoa. Es la música que habla de la vida cotidiana de la gente humilde de Lisboa. Y esto es lo que nos mostró Mafalda Arnauth. Cantó fados tristes, contó historias de encuentros y desencuentros, cantó canciones alegres. En varias oportunidades hizo participar al público incitándolo a cantar (algunos lo hicieron con mucho entusiasmo), siempre moviéndose en el escenario, bailando con mucha gracia, manifestando su felicidad por estar presentándose nuevamente ante el público argentino, hecho que no acontecía desde 2004, vez en la que cantó "con el alma y el corazón" según su decir, ya que padecía de una fuerte afonía y estaba en condiciones físicas muy precarias.
Luego de presentar una canción compuesta por ella, "Meus lindos olhos", Mafalda presentó a sus músicos e hizo hincapié especial en Ramón Maschio, excepcional guitarrista argentino que la acompaña en muchas ocasiones y con quien hizo el tema, cantando en español, "Milonga do Chiado", que compusieron los dos junto al argentino Néstor Muñiz, y en el que Maschio se luce con un increíble acompañamiento de milonga.
A continuación, y como cierre de la primera parte, cantó una muy bella versión de "Invierno porteño", de Astor Piazzolla y Eladia Blázquez, a quienes les rindió un sentido homenaje, y agregó que "por un ratito van a ser fadistas". Siguió un bellísimo interludio en el que los cuatro guitarristas, con centro en las melodías de la guitarra portuguesa y de la clásica, pero con perfectos acompañamientos de la viola de fado y el bajo acústico, tocaron una perfecta "sinfonía instrumental" de música portuguesa que se convirtió en uno de los momentos mágicos de la noche.
Retornando al escenario, Arnauth canta "O mar fala de ti", una canción compuesta por ella que habla de otro de los grandes tópicos del fado, el mar. Acompañada siempre de forma impecable por el conjunto de guitarras, siguió otro momento especial: con una preciosa introducción en el canto y la guitarra de Ramón Maschio, Mafalda y él se unieron en una muy bella versión de "Rabo de Nube", de Silvio Rodríguez. Con otras canciones, "Foi deus", el tradicional "Fado Cravo" y finalmente "Vou dar de beber a alegria", bailado por Arnauth -que luego dijo que lamenta irse de Buenos Aires sin haber hecho dos cosas: aprender a bailar tango y conocer a Ricardo Darín, dicho muy festejado por el público-, el recital fue llegando a su término. Como bises, y ante el muy insistente clamor del auditorio, una bellísima balada "Para María" y el fado "Audacia", ambas canciones compuestas por Mafalda Arnauth, con las que se cerró este magnífico encuentro con la música portuguesa por una de sus grandes intérpretes.
Eduardo Dulitzky
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