‘Me siento empoderada", dice Ximena Sariñana, de 33 años, desde su casa en Ciudad de México, en un hiato de la gira presentación de ¿Dónde bailarán las niñas?, que la traerá a Buenos Aires el 9 de este mes para tocar en Niceto Club. Este cuarto disco significa una reinvención, que la aleja del pop romántico y las baladas introspectivas para experimentar con percusiones electrónicas, variaciones rítmicas y un pulso sintético que la acercan a la pista de baile y al presente de la música latina. Lo creó durante su embarazo y los primeros meses de Franca, su primera hija. "La parte femenina que estaba gestando en el disco tomó más fuerza con su llegada", dice. Todo derivó en canciones que exploran la experiencia de ser mujer, una narrativa que inicia con el título del álbum y que funciona como una respuesta al clásico de Molotov ¿Dónde jugarán las niñas?. "Es un guiño, mi versión de niña. Me pareció muy importante la idea del baile como un espacio donde te permites ser libre y pasarla bien, sobre todo las niñas."
¿Cuándo sentiste las diferencias de trato que tuviste en la industria por el solo hecho de ser mujer?
En mis comienzos, en mi país se me conocía más como actriz y generalmente a las actrices que se quieren convertir en cantantes les tiran mucha mierda. Ahí me encontré con mucho escepticismo. Todos preguntándose si realmente escribía mis canciones, si había coproducido mi disco y tenía que reafirmar que soy una artista a cargo de mi proyecto, que tomo las decisiones.
¿Fue consciente la búsqueda temática sobre la experiencia de ser mujer, algo que antes no habías hecho en tus canciones?
Después de haber escrito un buen cacho del disco me di cuenta de que reflejaba esta etapa de mi vida en la cual me siento muy plena personalmente y como música, porque siento que me conozco muy bien. Ya no me importa tanto lo que opinan de mí los demás. Con esta apertura pude experimentar con sonidos distintos y una manera de escribir más relajada. Ahí me cayó que el disco tenía un concepto en donde quedé muy cómoda con lo que para mí es ser mujer.
¿En qué medida influyó este momento del feminismo al escribir las letras?
Empezó desde un punto más personal, pero después sentí que había una necesidad de hacer música que más mujeres puedan escuchar y sentirse bien. Creo que últimamente la música latina está muy relacionada con una visión negativa de la mujer como un objeto. Y es increíble poder hacer música con la que niñas y mujeres se puedan identificar. Te deja en un lugar de empoderamiento muy importante.
En tu discografía abundan el pop y las baladas. ¿Cómo fue experimentar con géneros más rítmicos?
Tenía muchas ganas de explorar esa parte más latina y de música para bailar. Nunca hubiera imaginado que fuera capaz de escribir un disco que sonara mínimamente latino, porque no eran mis influencias directas, pero en mi tercer disco escribí la canción "La vida no es fácil" y ahí vi que podía hacerlo. Ese lado me parecía más original para mí, no era regresar a lo mismo. Traté de darle la vuelta y me fui más por mis influencias de hip-hop, de R&B, dancehall jamaiquino y esa onda.
¿Cómo es salir de gira con tu hija de un año?
Siento que va bien, no hay manuales de cómo ser madre ni de cómo ser madre, música y vivir de gira. Mi mamá, que es una guionista muy apasionada por su trabajo, es mi referente más cercano, ha podido compaginar las dos cosas. Siempre hay mucho amor para la familia y para el trabajo. Puedo lograrlo por la ayuda de mi familia, mi núcleo cercano y mi grupo de trabajo. Se necesita más apoyo para las mujeres que quieren ser mamás y seguir con su carrera.
Venís de tocar en el Vive Latino, el Pal Norte y el Grito Latino. ¿Qué análisis hacés del cupo femenino en los festivales?
Todavía es muy lamentable. Como que dicen: "Si ya tenemos una Ximena Sariñana no puede haber una Carla Morrison, o una Mon Laferte, o una Bomba Estéreo. Son todas mujeres". No tiene nada que ver una cosa con la otra. Ser mujer no es un género musical. A veces ese pareciera ser el problema.
¿Cómo ves la explosión global de la música latina?
Estamos casi de moda. Es positivo porque abre la puerta a toda clase de géneros, no solo a artistas mainstream como J Balvin. Vemos casos como Rosalía, con una música diferente a todo, que tiene éxito mundial. Ya no es como antes, que si eras latino tenías que cantar en inglés para ser internacional.
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