Musical custodiado por expertos
Excepcional: Pipo Pescador, Carlos Martínez y Claudio Hochman, reunidos en un espectáculo que hace un homenaje a la infancia.
"La obra se llama "Cáscara colorada", como antes nombrábamos al queso Mar del Plata -dice Pipo Pescador mientras se mide un chaleco-. Quise que fuera un homenaje a mi infancia entrerriana, a la vida campestre, con la vaca, el tambo y los quesos, con las relaciones ingenuas y sencillas de la familia que tiene tiempo, espacio y trabajo -añade mientras se prepara para estrenar, en el Auditorio de San Isidro, una nueva propuesta para los más chiquitos-. Creo que está muy linda, que es como un hermoso cuento animado, con muy bellas ilustraciones. Para esto último cuento con el profesionalismo de Julia Díaz, excelente artista que ha plasmado una escenografía muy apropiada en la que abundan los detalles pequeños y sugestivos."
Según explica el actor, todo el escenario es un inmenso retablo: por cualquier lugar puede aparecer un títere. "Son los ratones -dice con un dejo de complicidad- que hacen toda clase de travesuras para poder robarse los quesos."
Magia titiritera
"Es la primera vez que trabajo con tanta interacción entre muñecos y actores -continúa-, y me alegro de que Carlos Martínez haya aceptado hacerse cargo de ese aspecto del espectáculo."
El autor de "El molinete" -un clásico del teatro de títeres que ha vuelto a la escena en estos días en la calle Corrientes, y que incluso se ha convertido en un video de mucha demanda entre los chicos- se refiere a su trabajo en "Cáscara colorada" con una enorme sonrisa de placer.
"Es una experiencia muy buena, siento que hay entre los tres, incluyendo a Claudio Hochman, el director, una misma sintonía en cuanto al oficio, a lo que pensamos de los chicos y de este trabajo que hacemos. Realmente nos divertimos mucho e intercambiamos con libertad nuestras ideas y experiencias." Al referirse a la dirección de títeres, agrega: "Es fundamental que haya esta conciencia de que se trata de una técnica distinta de la actuación. El actor utiliza generalmente todo su cuerpo para expresarse, y si va a manipular títeres, tiene que trasladar toda esa energía a la mano. Esto requiere un proceso muy riguroso que tiene sus pasos".
"También me gustó el método de trabajo. Cada uno de nosotros hizo su parte por separado, y luego, cuando las juntamos, empezaron a aparecer las propuestas de cambio, lo que había que sacar o cambiar. Claudio, como director, tiene la última palabra, claro, pero es un proceso muy enriquecedor."
Divertirse juntos
Claudio Hochman, nuevamente convocado por Enrique Fischer a dirigirlo, también se muestra feliz de repetir la experiencia. "Nos complementamos bien, estamos de acuerdo en muchas cosas básicas y nos divertimos juntos. La incorporación de Martínez le añade una nueva dimensión. Yo no manejo el tema títeres, por eso pedí que fuera convocado un titiritero. Creo que hay dos aspectos fundamentales para que los chicos le presten su atención al espectáculo: que tenga ritmo y personajes nítidos con los que puedan identificarse. Una vez que los niños comprenden a los personajes, que pueden seguirlos en sus peripecias, están enganchados y podemos tomarnos un tiempo para decir las cosas más profundas. No podemos engañarnos. Hoy todo el mundo hace zapping, competimos sanamente con los otros medios, y podemos jugar con eso para que trabaje a nuestro favor. No se trata de hacer videoclips, se trata de usar un recurso estético para conectarse. Después, uno puede tomarse su tiempo para calmarse y profundizar."
"Por otra parte, la obra tiene sus propios mecanismos de ajuste. La honestidad nos exige una cierta austeridad: es cuando sabemos que la escena ya está. No se le puede agregar nada, y en cambio debemos sacar lo que sobra."
Sólo el narrador
Pipo cuenta con cierta fruición que esta vez se limitó a escribir el libro y las canciones, y que con frecuencia las ajustó a esa austeridad que reclama Hochman.
"En el escenario, soy simplemente un narrador, una especie de presencia poética, que con un viejo libro en la mano sugiere volver a las fuentes, y valoriza la lectura."
Mientras los creadores reflexionan sobre todos estos temas, es fácil imaginar cómo por toda la escena aparecerán los ratoncitos desesperados por robarse los quesos, y los alegres campesinos que cantan, bailan y se enamoran. La vieja magia del teatro podrá, una vez más, estar funcionando para los espectadores más pequeños, gracias a los pases -ensayos de por medio- de tres soñadores con oficio.
"Cáscara colorada", con producción general de Auditorium de San Isidro y las interpretaciones de Gabriela Rosviar, Fabio De Tommaso, Carlos Merlo y Andrea Perrone, subirá a escena hoy y mañana, a las 16, y todos los sábados y domingos siguientes, a las 15, en la Avenida del Libertador 16.138.
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