"Nunca nada es totalmente puro"
El director de Cold War, Pawel Pawlikowski, habla sobre su proceso creativo y el amor como inspiración
SAN SEBASTIAN.- "Por favor, siga haciendo películas, lo necesitamos", gritó un periodista español a mediados de los noventa en pleno Festival de San Sebastián y la sala estalló en un aplauso.
El depositario del inusitado elogio era, nada menos, que Krzysztof Kieslowski, que presentaba entonces su memorable trilogía Bleu, Blanc, Rouge. El romance de Donostia con el cine polaco continúa porque la función de Cold War, el nuevo y aclamado film de Pawel Pawlikowski, se presentó a sala llena. La expectativa no es menor, Pawlikowski con este film ganó el premio al Mejor Director en la última edición del Festival de Cannes y fue considerada por la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica una de las mejores películas del año.
Pawlikowski ingresa al Hotel María Cristina convertido en una celebridad sincera y humilde. En él radican las tradiciones del cine de autor de la vieja Europa del Este y la vigencia de ser el director joven más famoso fuera de Polonia. Recibe a LA NACION como el único medio sudamericano presente en la restringida y exclusiva rueda de prensa con dinamismo y simpatía, algo que no omite pensar en la historia de Cold War, un film ambientado en tiempos de la Guerra Fría y que asimismo también es una gran historia de amor. "Me imagino que es una historia poderosa, con su ambigüedad y contradicciones. Es una historia excéntrica y poco habitual, y me doy cuenta de que la gente todavía encuentra su camino a ella. Es la Guerra Fría, el comunismo, pero también encuentran algunas partes de sus frustraciones y su imposibilidad de amar. La gente está emocionada con esta historia. A mí me gustaría una película así y es por eso que me gusta", dice con una amplia sonrisa de satisfacción. "El tiempo corrompe las cosas, por lo que el amor absoluto es un dominio de lo divino", dice sobre la ambivalente y destructiva historia de amor inspirada en sus padres, que es la trama central de la historia.
Asimismo Cold War viene precedida de gran expectativa porque es su primera película luego de la celebrada Ida, con la que ganó el Oscar al Mejor Film Extranjero y el primero de Polonia en competición. "Estoy un poco bajo presión, pero no hay terror, nadie me prohíbe hacer películas, hay presión y populismo que es anticultura. El éxito de Ida coincidió con las elecciones en mi país y utilizaron muy cínicamente a la película para presentarla como antipolaca", afirma Pawlikowski.
Consultado sobre las características comunes de Ida y Cold War más allá del uso del blanco y negro, Pawlikowski considera: "Es difícil hablar en términos abstractos del amor, quería reflejar en Ida toda la emoción de la historia; ahora es todo muy diferente, todo el mundo está con los teléfonos celulares, aunque eso no significa que no hay amor, sino que se refleja en términos diferentes. Si utilizara esas parejas para reflejar el tiempo presente pienso que ahora mismo las parejas no duran mucho, pero los obstáculos que tenían en su momento les ayudaban a mantener ese amor vivo", confirma y añade: "En Cold War hay momentos en los que están felices, pero hay otros muy conflictivos. Nunca nada es satisfactorio y totalmente puro; hay partes corruptas que se convierten en algo más y es solo al final de la historia cuando puedes decir: 'Oh, fue una maravillosa historia de amor', pero la mayor parte del tiempo no lo ves así", dice con una sonrisa antes de que el tiempo se agote y una asistente de prensa lo lleve raudamente a la próxima presentación del film en San Sebastián, previo a su estreno en diversas partes del mundo, como en la Argentina.
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