Palabras
Nos lamentamos de lo que nos hacen o nos dicen y justificamos de esta manera el sentirnos mal. Tendemos a pensar en que son los otros los que tienen que arreglar lo que nos molesta.
La mayor parte de los conflictos que tenemos se relacionan con un otro. Padres, esposo/sa, novio, hijos, amigos, compañeros de trabajo, jefes, etc. Nuestra vida no está separada de los demás y continuamente interactuamos los unos con los otros. La modificación de una relación o la resolución de un conflicto depende tanto de nosotros como de la otra parte, y sin embargo, tendemos a esperar que sean los otros los que se encarguen del problema.
Algunos podrán llamar a esta actitud comodidad o escapismo de la realidad que nos toca. Yo, sin embargo, creo que no es de esta manera. Si depositamos en el otro la solución a nuestro problema es porque creemos que es así, que está bien que sea así y que realmente es el otro el que nos va a dar lo que necesitamos.
La mayor parte de las veces desconocemos nuestras posibilidades y la variedad de alternativas que poseemos y que podemos utilizar para modificar una situación. Uno de los motivos más comunes para que esto suceda es que no estamos acostumbrados a plantear modificaciones que comiencen en nosotros mismos.
Pero si somos capaces de darnos cuenta de que somos nosotros los que podemos generar cambios a partir de nuestras necesidades llegaremos a obtener lo que buscamos.
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