Paladín de un mundo sin justicia
Tras cuatro años de ausencia, 24 regresa a una pantalla que cambió para siempre gracias a su innovador formato y su astucia política
Jack Bauer ha sufrido muchas pérdidas en su lucha cuerpo a cuerpo contra el terrorismo, primero en los Estados Unidos y ahora, con el estreno de 24: Live Another Day, también en Londres. El héroe de acción por antonomasia de la pantalla televisiva, que catapultó a la fama global a Kiefer Sutherland, está de regreso tras cuatro años de ausencia en una pantalla chica a la que cambió para siempre gracias a su innovador formato de tiempo real y a sus duras convicciones políticas, exhibidas en pantalla desde 2001, comienzo de años turbulentos en la vida de su país.
La misma pantalla chica ha cambiado enormemente desde su despedida, tanto que es incierto el recibimiento que obtendrá del público con esta novena temporada de 12 episodios, ya sin el formato de tiempo real, que se verán -a razón de dos por semana- desde pasado mañana, a las 22, por Fox. Su desafío está en probar que lo mejor (o lo peor, si se piensa como Bauer) está por venir.
El regreso de 24 permite reconstruir un mapa de los ciclos que, durante los últimos años del siglo XX y los primeros años del XXI, hicieron posible la aparición de esta nueva era dorada de la TV norteamericana a fuerza de arrojo estético y creatividad narrativa. A continuación, algunos hitos significativos.
Lost (2004 – 2010) Cuando uno busca cliffhanger en un diccionario de cine, a menudo se encuentra con una definición (el recurso narrativo que mantiene en suspenso a la audiencia) que termina por remitir a las series de televisión con su famoso "Continuará…" al final de cada capítulo. Superando los lugares comunes que insisten en la batalla entre el cine y la televisión desde 1950, se pueden encontrar similitudes reveladoras al observar como J.J. Abrams (productor de esta serie) explotó este recurso al máximo. Es imposible seguir en forma desordenada la historia de un grupo de personas que, por un accidente aéreo, termina en una extraña isla sin saber cómo escapar. La llamada "caja misteriosa" que patentó su creador (y luego utilizó como recurso en el cine con Star Trek, Super 8 y ahora Star Wars) llevó a los fanáticos a crear foros especulando sobre el significado de tantos misterios. La primera y la última imagen que vemos en la serie (un primerísimo primer plano del ojo del protagonista) presagiaba un cambio en la forma de mirar televisión.
Los Soprano (1999 - 2007) Mucho antes de que el frustrado Walter White empezara a preparar metanfetamina en Breaking Bad, con la excusa de hacer dinero para su familia antes de morir, Tony Soprano (el personaje que inmortalizó James Gandolfini) hizo que el espectador se sintiera en la piel de un capo de la mafia de Nueva Jersey. En sus tramos iniciales, tanto HBO como el creador de la serie, David Chase, fueron atacados por glorificar la violencia y hacer que el espectador se identificara con el villano. Sin embargo, las críticas sucumbieron ante el poder dramático de la serie que fue la pionera en poner en el centro narrativo a un personaje de dudosa moral (podemos contar a Mad Men dentro de esa subcategoría). Algo que ya sucedía en el cine con las películas de gánsteres, casi desde que empezó el género. El guiño consciente de esta conexión es Lorraine Bracco, la protagonista de Buenos Muchachos, de Martin Scorsese, que en esta serie es la psiquiatra de Tony.
Murphy Brown (1988 – 1998) Candice Bergen dio vida al personaje que le daba nombre a la serie, una periodista, madre soltera mordaz y cínica, que causó un terremoto político al ser acusada de influir perniciosamente en la sociedad. En 1992, el vicepresidente de George H.W. Bush, Dan Quayle, la mencionó en un discurso afirmando: "No ayuda que un programa de TV en el prime time –con un personaje que supuestamente es el epítome de la inteligencia, una mujer profesional– se burle de la importancia de los padres, al dejar que ella críe sola a su hijo, y definir eso como estilo de vida alternativo". A partir de allí, Murphy Brown descubrió que tenía el poder de avanzar la agenda de género de su país y eso hizo: el "estilo de vida alternativo" de entonces es la vida cotidiana de millones de familias por estos días. Sus descendientes políticos se cuentan por decenas, pero quizá la Alicia Florrick de The Good Wife sea la más evidente.
24 (2001 – 2010) Cada temporada consta de 24 capítulos que describen, en tiempo real, un día en la vida de Jack Bauer. Sin embargo, su vida no es común: en la primera temporada debe rescatar a su esposa e hija de unos terroristas que planean asesinar al presidente de los Estados Unidos. Popularizó el uso de la pantalla dividida como recurso narrativo y fue la primera serie en poner el dedo en la llaga de un país que ese mismo año había sufrido el peor atentado terrorista de su historia.
Game of Thrones (2011 – ) Entre las muchas cosas que Game of Thrones logró en estos años, la más sorprendente ocurrió –no seguir si no se vio la serie alguna vez– cuando Ned Stark (Sean Bean), el patriarca de una de las familias nobles en el centro de la trama, murió decapitado cerca del final de la primera temporada de la serie. Sería el primero en partir de una larga sucesión de personajes centrales de la historia, decisión autoral que le da un notable realismo y mantiene en ascuas a su público. Con la serie, además, el género fantástico llegó al prime time televisivo con récords de audiencia y llevó a los fanáticos de cuidarse al extremo del spoiler: la serie es una adaptación, por ahora bastante fiel, de las novelas de G.R.R. Martin.
House of Cards (2013 – ) La primera serie en ser producida por un servicio de streaming, Netflix, permite que cualquiera arme su propio cronograma para ver los capítulos. Las formas de ver "televisión" también cambian al poder reproducir House of Cards en cualquier dispositivo. Remake de una miniserie británica, con un elenco de estrellas delante y detrás de cámara, House of Cards parece recordar que no todos son lo que aparentan, en especial si de políticos se trata. Kevin Spacey es el congresista que empieza a escalar la casa de naipes que representa la política norteamericana.
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