Abuela por partida doble, comparte con ¡Hola! Argentina una tarde de juegos. “Con Olivia y Ramón soy la mujer más feliz del mundo”, asegura
"Me costó mucho hacer las fotos hoy. No tengo idea de cómo salí. ¿Las viste?", pregunta Andrea Frigerio (53) mientras se acomoda en la mesa del café en el que quedamos para encontrarnos, después de la producción fotográfica. "Estaba más pendiente de que mis nietos estuvieran bien, que se divirtieran, que de pensar en las poses", continúa. Son las seis de la tarde y el día, que empezó a las diez de la mañana en los jardines de Villa Ocampo, la casa que Victoria Ocampo le legó a la Unesco y el lugar que la actriz eligió para presentar en sociedad a Ramón (10 meses), su segundo nieto, va llegando a su fin. Acaba de dejar al pequeño, a su hermana mayor, Olivia (2 años y ocho meses) y a su nuera, Estefanía Couture de Troismonts (30), en su casa y, mientras pide unas tostadas con mermelada y un té, confía: "Cada vez que vuelvo de un programa con ellos, llego a casa inflada, ¡me llenan el alma!".
–Te tocó ser abuela de muy joven, ¿cómo lo vivís?
–Tengo la vara muy alta porque mis abuelas fueron extraordinarias. Pasa que ellas tenían tiempo y yo no tanto.
–En ese sentido, ¿te resulta problemático el rol?
–Esa no es la palabra, porque no siento que tengo que cumplir con mis nietos: siento que me los pierdo, entonces estoy con Olivia y Ramón todo lo que puedo. Por otro lado, al ser la mamá del hombre, tampoco es que tengo la puerta abierta para caer a su casa cuando se me ocurre. Tengo que esperar a que me inviten y, en ese sentido, las cosas se complican, porque encontrar el momento no es sencillo.
–Cuando nació Olivia, contabas que planeabas ser una abuela "metereta" y que estaba en Tommy y en Fefi, su mujer, poner límites. ¿Sentís que lo hicieron?
–Y, sí. [Se ríe]. Yo veo a mis nietos cuando sus padres me invitan. O cuando están trabajando. Ahí aparezco, ese es mi secreto.
–¿Descansan en vos o el rol auxiliar es de tu consuegra?
–Alguna que otra vez me dejaron a Oli en casa, pero a Ramón todavía no porque es bebito. Los chicos son muy cuidadosos de su intimidad y se los respeto, porque creo fervientemente en que el nido tiene que estar en armonía.
DE NIETOS Y JUEGOS
–¿Cómo te sentís cada vez que ves a Olivia y a Ramón?
–Soy la mujer más feliz del mundo. Me conmueve que existan, que estén. Con mis hijos me pasaba lo mismo. El otro día, por ejemplo, fui a buscar a Oli al colegio y, ya en el auto, me puse a llorar de la alegría. No quería que se preocupara y, por suerte, no se dio cuenta. Ella estaba sentadita atrás, con su huevito de Pascua y en un momento me preguntó si podía comerlo. Le dije que después de almorzar y, en medio de un suspiro y con un hilito de voz, me dijo: "Dejame". ¡Me morí de amor! No me quedó otra que decirle: "Bueno, dale".
–¿Cuáles son los programas que más disfrutás con ellos?
–Tirarme al suelo para jugar y contarles cuentos. Yo me pongo a disposición de mis nietos: son ellos quienes marcan el ritmo. Tuve a Tommy a los 20 y la verdad es que él tuvo que acompañarme a mí. Lo crie, hice todo lo que tenía que hacer, me ocupé como debía, pero fue él quien tuvo que seguirme a mí en las producciones, los desfiles, los viajes… Con Fini yo era más grande, tenía 35 años y, si bien seguía trabajando muchísimo, logré estar más a disposición de ella. Con mis nietos, en cambio, mi tiempo es absoluto.
–¿Esa es la gran diferencia entre ser madre y abuela?
–Sí. Con Fini yo jugaba a las Barbies, pero si sonaba el teléfono, me levantaba para atender. Ahora, ni loca: apago el teléfono. Lo bueno es que después de estar con Olivia y Ramón, lo prendo y me voy. Con los nietos lo pasás bárbaro y en un momento decís chau y es chau: no te tenés que ocupar de que se bañen, coman y se duerman. De los hijos, en cambio, no te vas nunca.
Y LLEGO EL VARON
–Este 17 de julio, Ramón va a cumplir su primer año. ¿Cómo vivieron la llegada del segundo nieto?
–Con él todo se dio de una manera más natural que con Olivia. Con ella hubo mucha más expectativa y hasta tuvimos un malentendido cuando nació. Tommy dice que no es así, pero él se confundió, me dijo que Oli nacía a las 4 de la tarde, que es la hora que les dijeron a ellos para que llegasen a prepararse. Entonces ahí estuve yo, con Lucas y Fini. Fue terrible, me sentí una invasora total, la suegra desubicada. Con Ramón, nada que ver: fuimos a visitarlo ya nacido y la cosa fluyó más.
–¿Cómo es Ramón?
–Superfísico. Es de los ruidos y se hace el monstruo, por ejemplo, para asustarte. Es bien varonil y Olivia le dice "terremoto" porque se mueve mucho, se golpea y hay que estar muy atento todo el tiempo. A su misma edad, ella era más quietita. A él hay que perseguirlo por todos lados.
–¿Y Olivia?
–Princesa y más mental. Es muy histriónica y "ordena" las acciones de todos a su alrededor, por eso la veo tan parecida a mí. "Fefi" suele decir que es digna nieta mía, porque vive diciendo: "Ahora hacemos esto; ahora hacemos lo otro; eso no porque no quiero".
–¿Qué sentís cuando lo ves a Tommy tan armado?
–Que el tiempo pasa muy rápido. Tommy es un hombre hecho y derecho y siento que se recibió de hombre al lado de "Fefi". Fue ella quien lo ayudó a crecer y a madurar.
–¿Cómo es tu vínculo con tu nuera?
–A través de Tommy y de los chicos. No descarto que en algún momento podamos tener un vínculo y me encantaría lograrlo, porque la valoro mucho y sé que es una gran persona. Estamos con tiempos diferentes, ella tiene dos bebés, un trabajo, un marido que hay que educar. [Sonríe]. Está en foco con otras cosas, y es más que entendible: no está para hacerse amiga de su suegra.
–¿Y a Fini cómo le sienta su título de tía?
–Ama a los niños y si bien es superamorosa con sus sobrinos, también lo es con sus primos, ya que tiene muchos que son chiquitos. Eso sí: me encantaría que la eligieran como madrina… Ojalá alguien se inspire. [Se ríe].
–Solías contar que Lucas no se sentía cómodo con el mote de "abuelastro", ¿qué lo complicaba?
–Creo que lo decía para no incomodarlo al papá de Tommy, para que no se sintiera desplazado. Pero con Olivia tienen un vínculo fuertísimo. El es loco, la abraza, le da besos, y ella muere de amor.
UNA ABUELA ESPLENDIDA
–Se te ve plena. ¿Tener proyectos ayuda?
–Yo no creo que mi plenitud sea ahora. Siento que la curva de mi vida está en ascenso y que todavía me falta mucho para llegar a la cúspide. Sigo en construcción y siento que aún me queda mucho por hacer. De hecho, se me abrió la puerta del cine, algo que estaba esperando hacía mucho tiempo y finalmente se dio. En estos días se estrena Pasaje de vida, en la que interpreto a la madre de la mujer del Chino Darín, el protagonista. Ya empecé a filmar mi segunda película, bajo la dirección de Gastón Duprat y ya como coprotagonista, y en octubre hago la tercera, con Amparo Ibarlucea.
–¿Estás a gusto con tu vida?
–Sí. Y creo que es así porque trato de hacer sólo las cosas que me dan felicidad y eso no es porque "puedo": es una actitud frente a la vida. Lo que me pasa es que hace tiempo perdí cuidado de la mirada ajena. Yo soy esta y si a los demás les genera cosas buenas, genial, y si no, lo lamento.
–¿Y con el paso del tiempo, cómo te llevás?
–No le tengo miedo, así como tampoco le temo al cambio. Me gusta ser otra, tener la libertad de incursionar por distintos lugares. Para mí, el paso del tiempo es enriquecimiento personal y emocional. De hecho, tengo un proyecto para mis 65, que es ir irme a pasear por el mundo. Calculo que en aquel entonces estaré bien a nivel físico, Dios dirá, en realidad, y con menos urgencias en cuanto a lo laboral.
–¿Las aguas de los 50 fueron difíciles de navegar?
–No, porque siento que gané en experiencia. Además, no me parece que ser joven tenga un mérito per se. El tiempo pasa y el tema es qué hacés vos con eso: ¿te quedás mirándote en el espejo, viendo cómo se te arruga la cara? ¿O lo aprovechás y le sacás el jugo a la vida?
–¡Pero a vos la cara no se te arruga!
–[Se ríe]. Y eso que no tengo botox puesto porque estoy interpretando a Angustias [su papel en la obra La casa de Bernarda Alba], a cara lavada, y no va. De hecho, Gastón Duprat me dijo que una de las razones por las que me eligió es porque no tengo ninguna cirugía hecha en la cara, algo que hace tiempo decidí que no voy a hacerme. Era momento de ver si arrancaba con las "micro", que es mejor que hacerte todo de una, y decidí no empezar. Me da pánico la idea de no encontrarme en el espejo.
–Hablando del paso del tiempo, con Lucas llevan más de dos décadas juntos, ¿qué soñás para ustedes de aquí en más?
–En el país estamos viviendo tiempos difíciles. Con Lucas tenemos una empresa y nos cuesta muchísimo llevarla adelante: le dimos forma a un sueño con mucho esfuerzo y me gustaría sentir cierta tranquilidad, proporcional al tiempo invertido. Argentina es un país que no da estabilidad, donde todo atenta contra la alegría y la paz de la familia. Sueño con volver a tener ese desparpajo que teníamos cuando empezamos a salir, con no sentirnos tan presionados por la coyuntura… Me gustaría volver a estar livianos, volver a vivir con esa maravillosa sensación de libertad. •
Texto: María Güiraldes
Fotos: Sebastián Arpesella
Producción: Victoria Miranda
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