El actor habla de su pasión por las motos, el amor y sus proyectos profesionales
Pantera. Así se llama la máquina que desveló durante tanto tiempo a Benjamín Alfonso (33), cuyo papel como Tincho, el marido de Diego Ramos, en Educando a Nina, le valió el mote de “nuevo galán”. Diseñador industrial de carrera y actor por vocación, Benja tardó tres meses en customizar la Suzuki GN 125 que compró en plenas grabaciones de la tira. “Imaginé mil versiones y como la diseñé y la hice yo con mis manos, es única”, cuenta con orgullo quien empezó en el métier de la actuación hace tan sólo tres años.
“Es una moto ideal para la ciudad porque es livianita y no te cansa. Le puse bolsillos para guardar plata y el celular, le hice una alforja para la cadena y le cambié el filtro de aire para que ande un poco más. Está toda pensada. Fue un lujo haber tenido el tiempo necesario para hacerla y si bien trabajar el metal es agotador, también es muy gratificante. El día que me la llevé no lo podía creer, fue un éxtasis total”, continúa Benjamín, mientras se prepara para conversar por primera vez con ¡Hola! Argentina.
–¿De quién heredaste la pasión por las motos?
–Calculo que de mi viejo [se llama Fernando y los Alfonso le dicen “Puma”], pero medio de “cÔté” porque aunque tenía una Honda 100, no la usaba. Creo que le daba miedo que nos matáramos andándola, entonces la abandonó en un rincón y no nos la prestaba. [Se ríe].
–¿Quién te enseñó a andar?
–Mi hermano más grande, Fernando. A él sí le gustan las motos.
–¿Cuál es tu primer recuerdo?
–En Cariló, de muy chico. Con mis hermanos alquilamos una chiquita y fue un verano increíble. Tengo que tener cuidado con la adrenalina, que me encanta, porque trabajo con mi cara y mi cuerpo. Andar en moto no es peligroso, ¡es peligrosísimo! Me di cuenta hace un par de años, cuando me prestaron un ciclomotor viejo con patada para ir de acá para allá. Iba a cuarenta kilómetros por hora por la Panamericana, no me maté de milagro, y ahora voy a cien, ciento veinte…
–¿Qué es lo que más te gusta de estas máquinas?
–Le tengo fobia al tránsito. Con la moto todo es puerta a puerta y cuando estás arriba, sos la velocidad. La moto es sinónimo de libertad y yo soy un amante de la libertad. Por eso tengo tantos problemas para elegir pareja…
–¿Estás soltero?
–Sí, el mercado está muy difícil. Está raro todo. La gente pasa más tiempo con el teléfono que con las personas. Habría que preguntarle a algún psicólogo o sociólogo, ¿no?
–¿Cómo sos cuando estás “libre”?
–Tuve mis días de trueno cuando era más chico. Era terrible, pero por inseguro. Después me di cuenta de que no necesitaba demostrarle nada a nadie. Hoy me cuesta mucho enamorarme.
–¿Por qué?
–Tiene que partirme la cabeza y no me está pasando… Salgo a bailar y recibo ofertas demasiado literales, que no me tientan. Me gusta admirar a quien está a mi lado: me atraen las mujeres inteligentes y con un gran sentido del humor.
- Texto: María Güiraldes
- Fotos: Gonzalo Prados
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