Visto desde afuera, todo era perfecto. En 2012, Calu Rivero (30) protagonizaba –por primera vez– una telenovela en el prime time de un canal líder. Y su trabajo era un éxito. Junto a Juan Darthes (53), su pareja en la ficción, habían logrado que el público los aclamara por sus personajes, Natacha y Julián: se armaron club de fans, los seguidores los esperaban en la puerta para pedirles autógrafos, fotos y se convertían en tendencia de Twitter cada vez que aparecían en escena. Parecía –vale aclarar– que era el gran momento de la actriz. Pero, para Calu, la experiencia no era la del sueño cumplido, más bien se trataba de un suplicio personal. Por eso, decidió irse de Dulce Amor (como se llamaba la ficción) a nueve meses de comenzar las grabaciones y cuando aún quedaban otros siete por delante. La ecuación no daba para los que no conocían la historia: joven, bella, trabajaba de lo que más amaba, tenía rating en una industria audiovisual en la que solo importan los números y era querida por los televidentes. Enseguida la prensa y el público se preguntaron por qué. Los rumores de “malentendidos” con Darthes comenzaron a hacerse cada vez más fuertes. Pero Calu, mordiéndose los labios, decidió aplacarlos. Quedó ahí. Dijo que se tomaba “vacaciones” y solo volvió a aparecer en una escena por Skype.
–¿Qué fue, exactamente, lo que pasó con Juan Darthés? ¿Cómo sus acciones lograron perturbarte?
–Yo estaba en mi lugar de trabajo, era mi primer protagónico, tenía 25 años, atravesaba el mejor momento de mi carrera. Allí, en un set de grabación, bajo el ojo de la cámara, empezaron sus excesos inapropiados, que no eran parte del guión. Como se hace habitualmente entre los actores, lo hablé con él, le dije que me incomodaba lo que estaba haciendo, se lo reiteré muchas veces, se lo mandé por escrito a través de mensaje directo de Twitter. Pero no cesó.
–¿Cómo siguió todo?
–Hice todos y cada uno de los pasos correspondientes. Yo les comuniqué lo que pasaba a los que, en ese entonces, eran mis representantes. También a la producción de la novela: lo dejé expresado por escrito.
La charla, que durará más de una hora, sigue: “... Yo nunca había recibido una citación para una mediación. Era un mundo absolutamente desconocido para mí. El estómago se me tensionó y sentí miedo. Me acuerdo de estar en mi casa con mi mamá [Rita], mi papá [Guillermo] y mi hermana [Marou], mirando la carta documento sin saber por dónde empezar. Sabía que tenía que asesorarme rápido porque la citación era en cuatro días. En el medio, tenía mi regreso a Nueva York programado. Los abogados [José D’Antona y Gustavo Papeschi (Estudio Beccar Varela)] me explicaron que podía continuar con mi plan, solo teníamos que pagar una mínima multa si no me presentaba. Pero decidí quedarme, cambié mi pasaje para encontrármelo cara a cara y que quede claro que era yo quien decidía enfrentarlo.
–¿Qué fue lo que provocó tu silencio durante tanto tiempo?
–Me fui en silencio por pedido de la producción y también para proteger la novela. Pero siempre tuve claro que yo no había provocado esa conducta [la de su compañero]. De mis valores éticos saqué la fuerza para irme. Gracias a mi familia y a mi terapeuta encontré esa fortaleza. No podía pasar ni un día más ahí.
–Otro tema en agenda es el aborto.
–Todo está ligado a lo mismo. Tu cuerpo, tu decisión. No hay nadie más que pueda opinar y decidir sobre vos.
–¿Te sentís una mujer fuerte?
– Hoy me siento fuerte. Hablar y visibilizar mi experiencia me empoderó. Me hace sentir una luchadora y me aliviana (suspira).
Estos son algunos de los fragmentos más sobresalientes de la entrevista con la actriz, que habló en su nuevo refugio de Manhattan, donde apuesta a un giro internacional en su carrera. En Argentina, después de cinco años alejada de la actuación, volverá a la televisión con la serie Sandro de América, y al cine con la película El sonido de los tulipanes, que se estrenará a mediados de año.
Texto: Paula Galloni
Fotos: Caleb & Gladys
Producción: Marti Arcucci @VadoManagement
Peinado y maquillaje: Jezz Hill
Asistente de producción:: Angie Anaut
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