Desde Miami, la modelo habla de sus diez años de amor junto a Diego Torres y de la relación con su pequeña hija, Nina
El nacimiento de mi hija me llenó de una fuerza protectora que no sabía que tenía, un instinto animal que me empuja a cuidar de los míos", dice Debora Bello (39), modelo y conductora, mujer de Diego Torres (43), orgullosa mamá de Nina (1) y "leona". Siempre bella –melena y ojos castaños, medidas perfectas y piernas interminables–, la maternidad le iluminó la mirada y la convirtió en una mujer más reflexiva, atenta a su intuición y con los sentimientos a flor de piel. En Miami, donde disfrutó de unos días de descanso con su familia, compartió con ¡Hola! Argentina una tarde de playa junto a su heredera y una charla en la que revela detalles de este momento de plenitud.
–Después de diez años de amor, ¿cómo es tu relación con Diego hoy?
–El vínculo va cambiando todo el tiempo. Desde que nos conocimos hasta ahora cambiamos nosotros, cambió lo que sentimos y uno tiene que ir aprendiendo con esos cambios. Se pasa ese enamoramiento del primer día y en su lugar surge un amor más profundo, que viene de las entrañas. Después de diez años juntos te conocés muchísimo con el otro y eso es increíble, porque sabés lo que siente o piensa con solo mirarlo. Igual, con Diego trabajamos mucho para preservar nuestros espacios individuales. Hoy él es el papá de Nina y yo la mamá, y eso es para toda la vida, es intocable.
–Hablando de Nina, ¿en qué te cambió su llegada?
–La maternidad trae muchos cambios buenos en la vida de una mujer. Ahora todo tiene una perspectiva distinta, yo tengo otro centro, porque hay una personita que depende ciento por ciento de mí. Y eso es algo que nunca había experimentado. Aunque al principio me angustié, me sentí vulnerable por primera vez, al mismo tiempo ser mamá me trajo más seguridad y me llenó de una fuerza protectora que no sabía que tenía. Acá estoy, firme para cuidar a los míos.
–¿En qué se parece a vos la beba y en qué al papá?
–Todavía es muy chiquita, pero ya se nota que tiene la mirada observadora de los dos. Además, es dulce y tiene buen humor, como Diego. ¡Nina es la mezcla perfecta de ambos!
–¿Cómo se reparten las tareas? ¿Quién la baña, le da de comer y la duerme?
–Las tareas de papás las tenemos perfectamente dominadas. Y en eso somos muy compañeros. Cuando yo tengo que trabajar o estar fuera de casa, Diego se queda con Nina sin ningún problema y hace todo lo que tenga que hacer: darle de comer, dormirla, jugar. Por suerte es un bebé sin ninguna maña. La hora del baño es una fiesta. Yo la meto en el agua, él la seca, nos divertimos mucho. Es que los dos queremos estar en cada momento, compartir todo con nuestra hija.
–¿Te resulta fácil ser la mujer de una estrella de la música?
–Tenemos una vida muy normal. Fuera del escenario Diego es el papá de Nina y mi pareja, cero estrella. Es que él creció con una mamá artista y vivió rodeado de artistas, siempre supo moverse en ese ámbito y nunca se mareó. Somos personas como cualquier otra, con trabajos diferentes, y si bien es cierto que tenemos mucha exposición, nos conocimos así y respetamos mucho el trabajo del otro.
–¿Sos celosa?
–No. Creo en la libertad de la otra persona y que cuando uno decide estar junto a alguien es por propia elección, porque pone en la balanza el camino recorrido y el valor de la familia. ¡Ojo, igual cuido mucho a mi tribu!
–¿Planean casarse o tener otro hijo?
–No planeamos mucho nuestra vida… Solo vamos transitando el momento. Hoy estamos felices con Nina, somos una familia, y lo que tenga que venir, vendrá. Con Diego nos gusta tomarnos nuestro tiempo para pensar las decisiones importantes, como tener un hijo. Queremos estar seguros porque es para siempre. Disfrutamos lo que nos pasa en el momento en que nos pasa, porque si pensás mucho en el futuro, tal vez no te das cuenta de que estás viviendo la mejor etapa de tu vida.
–Decías que cuando nació Nina te sentiste vulnerable por primera vez. ¿A qué le tenés miedo?
–En este mundo que va tan rápido y todo es tan descartable, le tengo miedo a la soledad. Pero trabajo a diario para que eso no pase, intentado fortalecer los vínculos y tratando de que la locura con la que vivimos no me lleve puesta.
–¿Qué te enseñó tu hija en este primer año?
-Ufff…, tantas cosas. Me enseñó a disfrutar cada momento, porque todo pasa rápido y ella crece rápido. A tener paciencia y a seguir emocionándome con las pequeñas cosas. Pero sobre todo me enseñó el sentido del amor más profundo y puro.
Texto: Gabriela Grosso
Fotos: Kiko Ricote/Getty Images Latam
Maquillaje y peinado: Paola Orlando
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