La top model invita a compartir su mundo privado para presentar a Suria, su cuarto hijo varón, quien, al igual que sus hermanos Valentino (10), Salvador (7) y Milo (5), parece salido de una publicidad.
Casada desde hace catorce años con Matías Camisani (41), modelo y músico, en ella caben la súper diosa y la súper mamá. Espléndida -irradia sensualidad-, acuna al bebé mientras prepara a Milo para una zambullida en la pileta. Feliz y segura de sí misma, se le nota que disfruta de su rol de madre, mujer y ama de casa. Y es allí, en su casa -una suerte de paraíso propio en Ingeniero Maschwitz, en el que mandan la filosofía y el estilo de vida oriental con el que comulgan-, donde Dolores Barreiro (36) recibe a ¡Hola! Argentina.
-Nació Suria, tu cuarto hijo varón. ¿Cómo le dieron la bienvenida los hermanos mayores?
-Muy bien, contentísimos. Quizás el que se siente un poco celoso es Milo, que, hasta ahora, era el más chico de la casa, pero también él está pendiente del bebé y lo cuida.
-¿Quién eligió el nombre? ¿Ustedes, los chicos o entre todos?
-Matías y yo, a los chicos mucho no les convencía. Durante el último viaje que hicimos a la India y Nepal, yo estaba embarazada de Suria. Entramos a una librería que ya conocíamos, en la calle principal de Katmandú, y vimos una mesa enorme llena de libros de mandala para pintar, cada uno con una temática distinta. Y había uno que decía ''Suria, el dios del Sol''. En ese mismo momento, los dos supimos que íbamos a llamarlo Suria. Igual, hasta que nació, hubo mil idas y vueltas, porque a mí también me gustaba Ramón, que era un nombre más simple, pero a Matías no.
-Es un nombre raro. ¿Pudieron anotarlo sin problemas?
-Tuvimos que hacer un trámite en la Embajada de la India, donde nos dieron un certificado que explica el significado de Suria, que es una palabra en sánscrito. Eso porque es el primer Suria anotado en la Argentina.
-¿Cómo vivís esta nueva maternidad? ¿Es distinta a las anteriores a partir de la experiencia?
-Para nosotros, fue una experiencia nueva la diferencia de edad entre los chicos. Valentino le lleva tres años a Salvador, y Salvador, dos a Milo. Ahora, entre Milo y Suria pasaron cinco años. Además, Matías y yo somos más grandes, eso también cambia un poco las cosas. Tenemos menos miedos y nos sentimos más seguros como papás. Con Valentino estuve un poco obsesiva y ahora soy más relajada. Además, no te concentrás tanto en el bebé porque también tenés que ocuparte de tus otros hijos. Suria llega en un momento en que estamos muy bien, muy asentados como pareja y como familia. Es una lindísima etapa de mi vida, volver a ser mamá y que lo disfrutemos a pleno todos. Me siento completa.
-¿Siempre quisiste una familia numerosa?
-Nosotros somos seis hermanos, y en lo de Matías son tres. Me gustan las familias grandes, con gente entrando y saliendo de la casa. Esas familas en las que siempre son bienvenidos los amigos. Por eso, tengo una casa grande y una mesa enorme, porque disfruto de que seamos muchos a la hora de comer. Yo tuve una infancia muy feliz con mis hermanos y espero que mis hijos sean igual de felices compartiendo esta etapa tan linda de la vida. Además, también está bueno para los chicos tener tantos tíos, porque siempre hay uno que los invita, que los viene a buscar, van al cine, al zoológico, a comer, enseguida arman un programa y se van con sus tíos.
-¿Juegan juntos o, dada la diferencia de edad, cada uno hace su propio programa?
-Juegan mucho juntos. Y Valentino siempre arma juegos para compartir con Salvador y Milo. Los cuida y está pendiente. Para Milo, Valentino es como su ídolo, vive admirando a su hermano mayor y copiándolo.
-Suria tiene menos de 2 meses, y vos estás bárbara, como si nunca hubieras estado embarazada. ¿Cómo hacés?
-Bueno, hay mucho de genética en mi familia somos todos así, flacos, altos y de piernas largas. Viste lo que es Bernardita. Y también me cuido: practico yoga, camino, nado, trato de estar en movimiento y como sano. Igual, en momentos como éste, me ayuda mucho mi estilo para vestir: uso prendas sueltas, livianas, grandes… Si tengo algún rollito o un kilo de más, no se nota.
-¿Cómo es Matías como papá?
-Matías es un papá muy presente, muy compañero de sus hijos, que está pendiente de todo y siempre busca la manera de que la pasen bien. Los chicos se identifican mucho con él.
-¿Quién pone los límites?
-Matías. El dice no, y es no. Yo, en cambio, me enojo, mandoneo y no me dan bola, debe ser que saben que soy más flexible, que a mí me convencen enseguida y termino dándoles permiso.
-¿Cómo te arreglás cuando tenés que viajar? Ahora son cuatro.
-Matías también se ocupa de los chicos y es muy organizado cuando no estoy. Me ayuda muchísimo mi suegra, y también cuento con el apoyo de mi mamá, más las dos personas que están en casa de forma casi permanente. Tengo una estructura armada para que todo esté en orden si estoy afuera.
-¿Te diste cuenta de que vas a tener cuatro nueras?
-¡Sí! Espero llegar a ser una suegra como la mía, que es genial, súper canchera, compinche y siempre dispuesta a darnos una mano. Igual, lo bueno de los varones es que viven enamorados de la mamá. En casa, cuando hablamos de estos temas, los tres dicen que no se van a casar, que se van a quedar conmigo. Y yo estoy feliz con mis cinco hombres.
-Matías debe estar chocho, tiene el equipo de fútbol 5 propio, el sueño de cualquier papá...
-Sí, siempre dice que no le va a quedar otra que ir al arco.
-Cuando quedaste embarazada, ¿querías una beba?
-Y… la expectativa estaba. Pero yo adoro los varones. Son menos rebuscados, más tranquilos, se entretienen con cualquier cosa. Las mujeres resultamos siempre más complicadas. Y para eso conmigo basta.
-Hace años optaron por vivir fuera de la ciudad por lo chicos. ¿Lo sentís como una buena decisión?
-Viviendo en Maschwitz ganamos mucho en calidad de vida, para ellos y para nosotros, y si en algún momento dudamos por la distancia, hoy no lo cambiaría, no volvería a vivir en la ciudad. Mis chicos disfrutan esto, llevan una vida sana, sin encierro.
-¿Estás dedicada full time al bebé o ya volviste a trabajar?
-Empecé despacio a hacer algunas cosas. En unas semanas, viajo a Venezuela y también estoy con una campaña de pelo. No quiero arrancar con todo, porque Suria todavía es chiquito y me necesita. Además, también tengo que dedicarle tiempo a Holi, mi marca de ropa, porque planeamos abrir dos locales más en 2012, y eso demanda tiempo y trabajo.
-Todo en Holi tiene tu estilo. ¿Seguís muy involucrada en el diseño de la ropa?
-Sí, entre mi mamá (Silvia) y yo diseñamos toda la colección, mientras que mi papá es quien se ocupa de la cuestión números. La ropa me gusta desde chica: vestirme, probarme... Y mi abuela me enseñó a bordar y a coser. Así que Holi es la concreción de un sueño muy anhelado, el de mi propia etiqueta. Y aunque muchos creen que traigo las cosas de la India, en realidad, no, hacemos todo acá con telas compradas acá. Incluso los accesorios, que los diseña una amiga mía que es joyera.
-Varias veces que pasé por el local te vi adentro de la tienda atendiendo gente, como una vendedora más.
-Me encanta el trato con la gente. Sugerirles qué ponerse, con qué combinarlo, cómo usarlo. Lo que más disfruto es cuando viene una chica buscando el vestido para la fiesta de graduación o el traje de 15 años.
-¿Usás sólo ropa de tu marca?
-Sí. Hago la ropa que me gusta así que no necesito comprarme otra. Cuando tengo ganas de algo en especial, me lo hago.
-¿Holi es tu futuro cuando te retires?
-Sí, la carrera de modelo no es para siempre, así que Holi es mi futuro. Me haría feliz dedicarme a diseñar por muchos años y que a la gente le guste lo que hago.
-Después de tantos años juntos y con cuatro hijos, ¿cambió tu relación con Matías?
-Sí, claro. Llevamos quince años juntos así que fuimos creciendo y evolucionando uno al lado del otro. Incluso como papás. No somos los mismos con Suria que los que fuimos con Valentino. Además, cuando tenés cuatro hijos, también te vas adaptando a las necesidades y a los tiempos de ellos. Igual tratamos de tener nuestros momentos y salidas solos. Aprovechamos cuando la señora que me ayuda con los chicos y que está en casa desde hace diez años se queda a dormir dos veces por semana, y, en esas noches, vamos al cine o a comer a algún lugar discreto. Y también hacemos nuestras escapadas sin chicos cada vez que podemos.
-Entre noviazgo y matrimonio ya llevan quince años juntos. Es como para celebrar.
-Estamos pensando en celebrarlo de alguna manera, aunque todavía no decidimos cómo.
-¿Tenés miedo de envejecer? ¿Cómo y dónde te imaginás llegado el momento?
-Tengo los mismos miedos que la mayoría de la gente, más ligados a sufrir por alguna enfermedad que a la vejez en sí misma. Una opción que siempre se me cruza por la cabeza es vivir en Mendoza, lugar que amo, en una finca con vista a la cordillera de Los Andes, y rodeada de nietos.
Texto: Gabriela Grosso
Fotos: Nora Lezano
Producción: Georgina Colzani
Maquillaje: Bettina Frumboli con productos Lancôme
Peinado: Margarita Porto para Estudio Lamensa
Agradecimientos: Holi, Converse, Etiqueta Negra,
Félix Niños.