Con menos de 3 años, el benjamín de la casa debutó en las pistas de Cerro Castor bajo la atenta mirada de sus padres y sus hermanos
Es un ritual familiar que ya lleva una década. Apenas empiezan las vacaciones de invierno, Dolores Barreiro (39) y Matías Camisani (43) liberan sus agendas para disfrutar de unos días de esquí en familia. Fiel a esta tradición ya instalada, días atrás partieron rumbo a Cerro Castor con sus hijos Valentino (13), Salvador (10), Milo (8) y Suria (2 años y 10 meses). Pero esta vez la escapada tuvo un condimento extra: el más chico de la casa, ansioso por imitar a sus padres y a sus hermanos –todos esquiadores experimentados–, dio sus primeros pasos en la nieve. "Como buen hijo menor, es un agrandado: insistió muchísimo hasta que le pusimos unos esquís acordes con su tamaño. Estaba feliz de sentirse a la par del resto", confesó la modelo y empresaria a ¡Hola! Argentina.
EL ANSIADO DEBUT
Durante nueve días, el clan se instaló en una de las diez cabañas del superexclusivo complejo Castor Ski Lodge. Las jornadas arrancaban a las 9 de la mañana para que Salvador y Milo llegaran con puntualidad a sus clases grupales con Mickey, uno de los instructores más conocidos de la montaña. Valentino, todo un adolescente y rider experimentado, prefería deslizarse por las pistas en compañía de Lautaro, uno de sus mejores amigos, que viajó con ellos, y sólo dedicaba una hora al día para perfeccionar su estilo. "Suri", en tanto, debutó con miniesquís bajo la atenta mirada de sus padres, quienes, sin soltarle jamás la mano, estaban fascinados viendo cómo disfrutaba de su nueva experiencia. "No tiene edad para tomar clases, pero sí para divertirse mucho en la nieve. Hasta fue a la magic carpet, que es una cinta transportadora de 45 metros de largo instalada en el sector para principiantes, acompañado por Salvi y Milo, que lo llevaron a dar una vuelta", confió la empresaria, que empezó a esquiar de chica junto a sus hermanas. "Soy cuidadosa porque es un deporte de riesgo, pero me encanta por el entorno, el contacto con la naturaleza y la libertad que te da deslizarte por las pistas. Tener la posibilidad de compartir el esquí con mis chicos es lo más", agregó.
LA RUTINA DE LOS EXPERTOS
Cerca de las 11, y ya con los chicos "encaminados" en distintos puntos de la montaña, Dolores y Matías partían juntos rumbo a las pistas intermedias, como Las Rocas y Piedra Negra, para "calentar" las piernas antes de redoblar la apuesta en Del Filo, una de las varias pistas negras que el centro tiene preparadas para sus mejores esquiadores y snowboarders.
La hora del almuerzo los encontraba en Morada del Aguila, un restaurante en la base, a pocos metros de las dos aerosillas principales y de la cabaña que ocuparon, "para estar un rato con Suri y Vivi, mi suegra, que siempre nos acompaña y que lo cuidó durante la estadía", explicó Dolores. A las cinco, el clan se reunía en la cabaña para disfrutar de las tardes típicas del après-ski, que incluían "jueguitos", películas y tés al abrigo de una fabulosa chimenea. "Aproveché para tejer un montón, mientras los chicos miraban una película o jugaban con el iPad", confió el alma máter de Holi, su exitosa etiqueta de moda.
–¿Te interesa que los chicos tengan continuidad con el esquí?
–Es un gran esfuerzo para Mati y para mí, pero vale la pena. Todos empezaron a esquiar a los 3 años y no es lo mismo que aprender de grande. La actividad en sí misma es maravillosa: además del deporte, que es bueno para ellos, me interesa que estén en contacto con la naturaleza. De golpe cae una nevada espectacular y salen a hacer muñecos al bosque, o pasa una familia de zorros ¡y se vuelven locos!
–El deporte, además, los forja como personas…
–Sí, tienen que aprender a ser responsables con sus cosas, como que no se les caiga el guante desde la silla, a medir riesgos, y me encanta que puedan conocer chicos nuevos y divertirse con ellos.
–¿Tus cuatro hijos son tan fanáticos de la nieve como vos y Matías?
–Para ellos esquiar es una ilusión que tratamos de convertir en realidad cada temporada. ¡Nos preguntan todo el año cuándo nos vamos a la nieve!
–Apenas volvieron cumpliste 39 años. ¿Qué arroja tu balance personal?
–Hasta ahora siento que viví a pleno. Tuve la suerte de poder hacer todo lo que me propuse: viajé, disfruté, formé una familia espectacular y tengo cuatro hijos divinos. Mi amor está a mi lado, tengo mi propia empresa y me siento bien conmigo misma. Para ser franca, ¡no puedo pedir más!
–¿Qué te genera la proximidad del cambio de década?
–Lo hablamos con Mati hace pocos días. Me dijo que me veía con los 40 bien asumidos y es así: me siento en equilibrio, así que ya estoy preparada, por decirlo de alguna manera.
Antes de pegar la vuelta, los Camisani-Barreiro se hicieron la promesa de volver el año que viene. Entonces Suria ya tendrá edad suficiente para tomar clases y hacer sus primeras bajadas por la montaña.
Texto: María Güiraldes
Fotos: Matías Cullen
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