Eliana Guercio: la “enfermedad del miedo” que la puso en jaque, su felicidad por volver al país y la decisión que tomó para su vida
Luego de su participación en Bake Off Famosos y antes de su vuelta al panel de Gran Hermano, se animó a un mano a mano con LA NACIÓN; cómo fue retomar su carrera después de 16 años, la crisis que atravesó cuando se convirtió en madre y cómo es ser la esposa del ídolo de Boca
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Su historia podría encuadrarse dentro de esas mujeres que dejan todo por amor. Es que, hace 16 años, Eliana Guercio se enamoró perdidamente de Sergio “Chiquito” Romero, hizo las valijas y se fue a vivir al exterior; sin importarle la diferencia de edad (ella tenía 31 y él 21) ni poner en pausa su carrera que, por cierto, entre el teatro y los realities televisivos se encontraba en su mejor momento.
Hoy, con cuatro hijos y tras vivir en destinos como Países Bajos, Italia e Inglaterra, la actriz y exvedette está de regreso para volver a recuperar aquello que dejó en pausa tiempo atrás. En una versión mucho más madura, centrada y tranquila, Eliana hizo radio, fue parte de Polémica en el Bar, panelista de Gran Hermano, y se animó a cocinar en TV con Bake Off Famosos. “Aprendí un montón y lo recontra disfruté. Fue una experiencia de las más lindas que he hecho por todo lo que me brindó, por todo lo que disfruté, por toda la gente que conocí”, confiesa la última eliminada de esta competencia que la hizo descubrir un talento oculto para la pastelería.
Mientras su marido brilla en el arco de Boca Juniors, ella se prepara para su próximo desafío: volver a ocupar un lugar en el panel de Gran Hermano. “Ya quiero conocer a los participantes, qué tipo de personalidades tienen, qué grupos se arman”, cuenta ansiosa sobre esta nueva temporada que arrancará el lunes por la pantalla de Telefe.
-¿Cómo fue la experiencia de Bake Off?
-Fue hermoso, lo disfruté un montón. Es un grupo humano hermoso. Siempre decimos que es como un viaje de egresados. Cuando es así el trabajo no se nota que es trabajo y lo disfrutamos; más allá de la responsabilidad de tener que cocinar, que te salga bien, de presentar algo digno que no te de vergüenza. Es una adrenalina, pero linda.
-Cuando te llamaron, ¿dudaste?
-Sí, dije: “Si yo no sé”. Bato huevos para hacer omelette pero dulce nada… De cajita y leyendo las instrucciones. Era un cero absoluto. Sergio me dijo: “Si vas a hacer un papelón, no” (risas).
-O sea, nadie apoyaba en casa
-No, no porque la verdad es que nosotros no comemos postres; como mucho por ahí algunas facturas algún día de lluvia en invierno pero somos cero dulces. Ahora soy adicta a la pastelería.
-¿Y qué te convenció entonces?
-Era Telefe, programón, horario central… No podes tener el tupé de decir que no, así que dije: “Bueno, voy y me divierto. Haré un papelón, nos reiremos todos, la gente se divertirá en su casa. Estaré una, dos o tres semanas y listo”.
-Nunca pensaste que te ibas a quedar tanto...
-No, yo pensé que era de las primeras que me iba. Aprendí un montón y me aportó muchísimo a la vida y lo recontra disfruté. Fue una experiencia de las más lindas que he hecho por todo lo que me brindó, por todo lo que disfruté, por toda la gente que conocí. Eran jornadas eternas pero disfrutables. O sea, yo no dejo a mi bebé todo el día sin verlo ni loca. Para que eso haya sucedido es porque la pasamos espectacular.
-¿Cómo fue esa parte de estar fuera de casa tantas horas?
-Es la primera vez desde que soy mamá que acepto un trabajo que me saque todo el día de mi casa. Siempre con esta cosa de “es el último que voy a tener (desde la primera decía eso), lo tengo que disfrutar”, era una obsesión estar con ellos. Es más, no los mando al colegio hasta que no es obligatorio así que fue una pequeña lucha interna. Pero como yo estaba tan convencida de que me iba a ir primera, segunda o tercera, no tenía esa presión. Y a medida que me fui enganchando con el programa, haciéndome amigos, disfrutando, pasándola bien, decía “bueno, un poquito más”. Aparte las más grandes van al colegio ocho horas; o sea no es que yo estoy en mi casa y las veo. Me daba mucha angustia por el bebé, que sí es el último que voy a tener ahora (risas). Pero bueno, viendo que él es feliz con su niñera y que la ama tanto como a mí, me dio mucha tranquilidad.
-¿Tuviste muchas niñeras?
-No, no tuve niñeras. No quería que nadie esté con mis chicos. Son míos (risas). Eramos Sergio y yo, y cuando veníamos a Argentina, alguna abuela. Pero las bañamos nosotros, las cambiamos nosotros, las peinábamos nosotros; todo era con nosotros. Esta nueva Eliana surgió a partir de Gran Hermano. No, perdón… te estoy mintiendo. Es de cuando empecé a hacer EPA a la mañana en América. Sergio entrenaba a la mañana, así que necesitaba una ayuda y encontramos a la persona perfecta.
-¿Y cómo fue esa búsqueda?
-Difícil porque necesitaba alguien de confianza, y en realidad la gente de confianza era la familia, que tampoco podía porque tenía sus ocupaciones. Vero (la niñera) es divina, pero ahora sé que es divina. Cuando recién arrancamos era explicarle que le gusta, que no le gusta, que sí, que no, que es peligroso dentro de la casa; una obsesiva.
-¿Cómo nació esta nueva Eliana?
-Creo que son los años, la madurez, la vida, mucha terapia. Ver que todos esos miedos de los que fui presa durante algún tiempo eran infundados y que no sucedieron. Esta cosa del peligro de los chicos, de salir y que les pase algo… Pero bueno, me parece que ser mamá te hace un clic en la cabeza y te pone en un lugar de responsabilidad absoluta. Todo va a ser culpa tuya. Uno tiene que evitar todo el riesgo que haya alrededor, enseñarles y prepararlos. Y eso te lo da la vida y los años de maternidad.
-Vos fuiste una de las primeras en animarse, cuando tal vez no se hablaba mucho de salud mental, a contar que la habías pasado horrible…
-Sí, sí, horrible. Me dijeron que a muchas mujeres les pasa cuando son madres esta cosa de la responsabilidad y del miedo a no poder enfermarte; mucho menos a que te pase algo peor. Tener que estar cuidándolos por lo menos hasta que sean grandes y tengan las herramientas como para manejarse en la vida.
-¿Los miedos empezaron con Jazmín, tu primera hija?
-Empezaron con Jazmín pero no lo notaba. Estaba muy obsesiva con todo. Esto del alcohol en gel que para todo el mundo empezó con la pandemia, para mí fue desde que nació. En la calesita, con la manija del carrito del supermercado, un arenero ni loca porque hacen pis los gatos. Después con la segunda fue tremendo. Mis dos primeras nenas no jugaron sentadas en el piso. Tenía miedo a las bacterias, a los microbios, que no se vayan a enfermar. No las mandaba al colegio para que no se enfermen, que es justamente donde uno crea los anticuerpos. Nadie te lo dice porque te ven de una manera tan obsesiva que nadie quiere discutir con vos. Igual me daba cuenta de que algo me pasaba porque no podía tenerle miedo a todo. Cuando tuve a Jazmín no quería manejar, no salía con la nena en el auto porque pensaba que me iban a chocar. Es como una obsesión que te agarra de querer protegerla de todo. Yo no quería ni que la agarren; odiaba tener que dársela a mi mamá, a mi suegra. Para mí era un sufrimiento, las mandaba a lavarse las manos. Pero no es vida.
-¿Te acordás cuándo hiciste el clic?
-Sabía que no estaba bien lo que estaba haciendo y empecé a buscar ayuda. Me di cuenta que tenía un nivel de obsesión, que era tremendo. Hablando un día con Claudia Villafañe por otra cosa, le empiezo a contar y me pongo a llorar. Le digo: “No puedo tener este nivel de control que quiero controlar todo, todo”. Y me dijo: “Mirá, te voy a recomendar a un doctor que te va a hacer bien”. Y automáticamente me contacta con Facundo Manes. Yo estaba en Inglaterra y eso era un jueves. El lunes estaba en Buenos Aires haciendo la consulta. Me dijo que era bastante habitual lo que me pasaba, que se llama enfermedad del miedo. Es un trastorno de ansiedad y en general puede pasar después de un evento traumático o cuando te convertís en madre por primera vez. La primera vez no lo traté, la segunda tampoco, la tercera no quería que venga nadie a mi casa. Hice psicoterapia online tres veces por semana. Eran ejercicios muy prácticos de anotar en una hoja a que le tenés miedo y las probabilidades que vos crees de que eso suceda y después ver si sucedió y mis listas eran no, no, no… Eso te ayuda un montón.
-¿Y Sergio cómo acompañaba?
-Una paciencia absoluta. Igual él en un momento entró en el mecanismo, porque vos lo justificás de una manera que hacés que el otro los quiera proteger como vos. O sea, yo tenía mi alcohol en gel y mis toallitas desinfectantes y él también. Y si yo no limpiaba la calesita, lo hacía él. Si íbamos a comer a un local de comida rápida, era repasar la mesa después de que la chica la había limpiado. Es imposible vivir así. Después de dos años y siete meses de tratamiento, volví a ser yo. Hace 20 años yo salía a las 4 de la mañana a comprarme cigarrillos caminando por el medio de la calle y no me importaba nada, no le tenía miedo a nada. Esa Eliana desapareció por unos seis años (risas).
-La vida de la mujer de un jugador de fútbol parece soñada. ¿Cómo es la vida de alguien que acompaña hace 17 años a un futbolista que hoy es una estrella en Boca?
-Bueno, yo tuve mucha suerte. Cuando me caso, me voy a vivir a Holanda. En Holanda no concentran, entonces los primeros cuatro años fue una vida normal porque a la 1.30 Sergio ya estaba en mi casa. Y el día que tenía que ir a jugar el partido, lo acompañaba hasta la cancha, lo dejaba, me volvía a mi casa a arreglarme, iba a ver el partido y después nos volvíamos juntos. Entonces éramos uno para el otro full time. Teníamos un par de amigos argentinos pero si estábamos solamente nosotros, estábamos bien. Nunca tuve este tema de la soledad ni de necesitar que haya gente. Yo la pasé muy bien en todos los lugares donde viví.
-¿Después a donde se fueron?
-A Italia, dos años. También eso, me tocaron países hermosos; lo único malo son las mudanzas. Después vino Manchester. Si yo estoy en mi casa, con mi familia, mis chicos, el perro, lo paso genial. No necesito salir. Viví tres años en Italia y no conozco Florencia, que estaba a 120 kilómetros. No era que salía a recorrer, ni nada. Cuando venía alguna visita para mí era tremendo porque tenía que salir de mi casa y hacer el tour. Hacen 17 mil kilómetros para venir a visitarte, ya que están acá que conozcan la ciudad pero lo hacía con un sacrificio tremendo. Y Sergio es pisciano, así que es igual que yo. Nos gusta hacer cosas en la casa, cortar el pasto, cambiar los muebles de lugar. Sergio es un arquitecto frustrado, es un decorador de interiores frustrado porque hace cosas divinas y disfruta mucho de la casa. Y a mí me vino bárbaro.
-¿En qué otros destinos vivieron?
-Después de Italia, estuvimos un año en Mónaco, otro año Italia y seis en Inglaterra. Ahí pasábamos las navidades con el Kun Agüero. Estaba Otamendi, Martín Demichelis, Marquitos Rojo también, así que ahí fue donde más nos rodeamos de gente, pero tampoco es que nos juntábamos durante el año a comer ni nada… Era de vez en cuando. Aparte nosotros somos bastante especiales. Nos gusta cocinar, la mesa familiar, los chicos, el lío, la pantufla, el pijama; somos muy así. Por eso te digo que la pasé bien porque era como trasladar cualquier casa de cualquier país donde esté y era todo lo mismo. En esa época, los chicos tampoco es que sufrían tanto el cambio de colegio. Ahora voy a tener un problema.
-¿Tenías ganas de volver a Argentina?
-¡Reee, a mí me encanta! Ya con la pandemia me vine. La pasé acá porque me sentía más segura con los chicos. Sergio estaba en Venecia. Íbamos, estábamos un tiempito allá y volvíamos. Hasta que Sergio se lastima la rodilla, se opera y la rehabilitación la empieza a hacer en AFA. Después empieza a entrenar en el predio de Boca. Y bueno, surgió esta propuesta de Boca y cuando me lo dijo mis ojos se iluminaron. Ancestralmente somos de Boca (risas), así que para mí era fantástico. Lo charlamos un poco y nos quedamos. Divinos todos los países en los que viví pero a mí me gusta mi casa, mi país, mi idiosincrasia, mi tierra, mi mundo. Yo quiero que mis hijos vivan esto. La pasé genial en todos lados pero mi casa es Argentina.
-¿Cómo manejás las críticas que recibe tu marido jugando en Boca?
-Estoy mucho más calma igual (risas). Lo que pasa es que antes contestaba todo, ahora no le doy tanta bola. Contesto la buena onda, pero lo otro no. Me parece que el que tiene mala onda, tiene un problema él no yo. Entonces no me afecta, no me hace mal.
-¿Van a la cancha en familia?
-Todos. Si juega, vamos. Si no juega, vamos. Ya todas mis hijas son de Boca, sobre todo la más grande que es fanática. Ella sabe todo: quién se va, quién viene, si venden a uno, si compran a otro, cuántos puntos van…
-Jorgelina Cardoso, la mujer de Ángel Di María, tiene un libro escrito con todos aquellos que en algún momento se ocuparon de su marido, sobre todo, los periodistas deportivos… ¿Eliana Guercio tiene su libreta?
-La he tenido pero ya no es algo que me preocupe. Sergio es muy inteligente y no necesita que yo le diga nada, prefiero que sea todo sumar.
-Vos llegaste a la vida de Sergio siendo Eliana Guercio, ya te conocía la gente. Hoy, la mujer de un jugador de fútbol por momentos tiene un perfil bajo, después puede llegar a levantarlo… ¿Sentís que eso cambió?
-A ver, cambiaron mucho los tiempos. En esa época, no había redes sociales y para mí fue muy fácil separar todo. Yo me fui y dejé el trabajo, no hice una nota más ni una foto en pelotas pero fue por el respeto que él le tenía a la Selección. Tenía que bajar el perfil porque sabía lo importante que era para él.
-¿Él te lo pidió?
-No, no, no. Pero no quería que estén concentrando con la Selección y que, entre todas las revistas que le llegan, esté la mujer de él. Creo que se hubiese sentido horrible, así que evité todo eso, evité cualquier tipo de inconveniente que le pueda generar en su ámbito. Hoy me parece que las redes sociales les dan una herramienta a las chicas para poder desarrollarse ellas. A mí me encanta esto que pasa hoy para las que no son conocidas. Me parece que te abre una puerta de laburo, más allá de donde estés viviendo. Yo no tuve esa posibilidad y me hubiese encantado poder trabajar. En Holanda, yo quería trabajar hasta de cajera de un supermercado, porque lo necesitaba.
-¿Nunca tuvieron crisis de pareja? ¿Nunca estuvieron separados?
-No, separados no. Me muero. No podría estar separada de él. Hemos tenido algunas pequeñas crisis en cuanto a las diferencias en la crianza de las nenas más grandes. En un momento parece que eso es el fin del mundo (querer un colegio o una actividad determinada); al no tener nunca un problema eso me parecía tremendo. Después te das cuenta que era una boludez y que no tiene que ver con que nosotros no estemos alineados. Hemos tenido discusiones como cualquier pareja. Te levantaste de mal humor, te parece que te contestó mal, pero en realidad la que está mal sos vos. Pero no nos permitimos hacernos daño.
-¿Quién es más romántico?
-Los dos. El mimo, el cariño, la cosa linda al oído nos gusta. Nos gusta que nuestros hijos sean así también. Somos muy cariñosos con ellos también. Esto del abrazo, el mimo, el “te amo”, el decirnos todo el tiempo que nos queremos y lo importante que son para nosotros nos salió naturalmente, no lo planeamos y en eso estamos muy alineados.
-¿Qué te pasa con la exposición de los conflictos personales que lleva adelante, por ejemplo, Wanda Nara?
-En general, me parece que la exposición genuina del momento es liberadora y te hace bien en ese momento. Lo digo porque lo he vivido. Pero después creo que te hace mal porque generás un montón de cosas feas en alguien, ya sea en una persona parte de la familia o parte del grupo de trabajo. Me parece que hay que bajar la calentura y cuidarse a uno mismo, aunque sea por egoísta. No darle de comer a todo el mundo con un montón de cosas que después te van a hacer mal a vos cuando lo leas o cuando lo lean tus hijos o tus padres.
-¿Te gustó Wanda de conductora?
-Sí, está bárbara. Es muy divertida. Tiene una espontaneidad muy linda, es muy fresca. Es Wanda siendo Wanda. Me alegra mucho verla en este presente con dos programas divinos porque sé que es algo que le apasiona.
-Ustedes son realmente las últimas personas que vieron a Mauro con Wanda… ¿Cómo los viste?
-Yo los vi bien, como cualquier matrimonio normal. A mí me da mucha pena. Yo soy pro familia. Parezco Pampita, pero me encanta eso, la familia, los chicos. Pero bueno, cada uno sabe en su mundo qué es lo que pasa y si se puede o no resolver. Y obviamente si es peor para los chicos es mejor que vean a sus padres cada uno haciendo la suya y siendo felices para poder hacerlos felices a ellos.
-Quiero hablar de Jazmín, tu hija más grande... En febrero se vienen los 15, ¿cómo te imaginás ese día?
-No lo puedo creer. La veo y para mí es mi nena (se emociona). Es súper sensible, amiga, súper compañera, linda hermana, linda hija. Me encanta esa sensibilidad que tiene, es súper empática. Está en ese momento en el que falta nada para que sea una mujer y me mata… Yo quiero que se queden chiquitos para siempre. Como verás, hay partes de mi tema que todavía no pude solucionar (risas). Me gusta lo que hicimos, lo que hemos construido. Estoy muy orgullosa. No tengo ninguna predilección por ninguno, de cualquiera de los cuatro que te hable me emociono mucho. Me han cambiado la vida. Creo que a los dos nos han dado todo lo que soñamos.
-¿Qué nos podes contar de la fiesta? ¿Va a hacer muchos cambios de ropa? ¿Va a entrar con el padre?
-Sabés que no sé si entra con el padre. Hemos logrado que el padre baile el vals y eso ya es un montón. Creo que ella va a entrar sola. Quiere una fiesta moderna. Yo estoy fuera de órbita total. El vestido lo eligió sola, la música la eligió sola, la decoración la eligió sola. La veo tomando decisiones de adulta, aunque sea para su fiesta de cumpleaños, y me impresiona un poco.
-¿Y los invitados?
-También eligió ella. No va a haber muchos adultos; sólo los que están presentes y son parte de su vida. Si le digo “¿Puedo invitar a fulano?”, me mira y me dice: “¿A quién?”. O sea, es su fiesta y tiene la certeza de que quiere festejar sus 15 con su gente importante, y eso hay que respetarlo.
-¿Cómo viven ellos esta faceta de “Eliana celebridad”?
-Bien. Creo que también bajé un montón de cambios porque no quiero que se horroricen ni que la pasen mal, ni les de vergüenza lo que vaya a decir la mamá. Es como que eso te ayuda un montón a ubicarte en la palmera y ser una persona un poco más coherente.
-¿Les gusta que te pidan autógrafos?
-Les encanta, se ponen súper orgullosas. Están muy acostumbradas por el papá, porque por donde vaya le piden, pero ahora que me pidan a mí es como que se les abren los ojos porque ellas no vieron nada de mi carrera. Están contentas. Por ahí, vienen y me dicen: “Fui a la casa de Juanita, pero no spoilee nada. Solamente dije que vas a hacer Gran Hermano pero no dije si te quedas o te vas de Bake Off” (risas).
-Hablando de GH, desde el lunes volvés como panelista… ¿Cómo es para vos esa experiencia donde la dinámica de tu casa vuelve a cambiar?
-Sí, pero menos porque al ser a la noche tengo más tiempo en mi casa. Sergio me acompaña también. Él tiene su tele con partidos de fútbol, tenis, básquet, así que mira mucho lo suyo, pero está muy informado de lo que pasa en GH porque se termina enganchando.
-En el último GH, tenía que hacerte de chofer porque vos estabas mal de la rodilla…
-Estaba rota, no podía manejar. Me acompañó un montón y para que no me manden remis me llevaba él. Un amor, un genio. Yo siempre hablo muy bien de él y debo sonar re pesada pero la verdad es que se portó un montón. Más allá de que lo acompañé en su trabajo 16 años, él ahora me está como retribuyendo todo lo que yo lo acompañé.
¿Te gusta este desafío del reality?
-Me encanta. Me encantó la experiencia que viví como analista el año pasado, que le tenía mucho miedo. Lo disfruté muchísimo. Es casi un experimento. Cuando me acerqué a ver la casa y los vi por las ventanitas fue muy impresionante porque los ves ahí encerrados y es muy shockeante. Eso me atrapó un montón. Y ahora me pasa que estoy esperando que empiece porque ya quiero conocer a los participantes, qué tipo de personalidades tienen, qué grupos se arman.
-¿Y con los otros analistas te llevás bien? El único cambio es Marina Calabró...
-Sí, sí, sí, me llevé bien el año pasado trabajando. Hemos tenido, como en todo debate, nuestros chispazos y contrapuntos pero me encanta eso. No hago más nada que no me divierta, que no la pase bien. Quiero disfrutar. A donde vaya quiero disfrutarlo porque si no me quedo en mi casa con mis chicos. Esa es la prioridad que tuve siempre. Antes era con mi mamá y mi papá; ahora con mis chicos. Si no lo voy a pasar bien, no lo hago.
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