Federico Bal: "Tuve algunas relaciones tóxicas y quiero correrme de todo eso"
"Es una película de esas que a mí me gusta ver. Y encima el personaje que me tocó tiene un montón de capas diferentes. Fue un desafío. Ahora quiero desarrollar más mi faceta actoral", dice Federico Bal sobre su trabajo en Crímenes imposibles, la película dirigida por Hernán Findling- realizador de largos de terror independientes como Breaking Nikki (2009) y Director’s Cut (2006)- que se estrenará mañana, luego de ser presentada en el Festival de Sitges (España), estación clave del cine fantástico.
Bal interpreta a Lorenzo Brandoni, un detective que pierde a su familia en un accidente automovilístico y, en pleno duelo, debe resolver una serie de crímenes sangrientos y misteriosos. Comparten elenco con él Carla Quevedo, Sofía del Tuffo y Marcelo Seín. "Lo de Sitges estuvo buenísimo -asegura Bal, quien viajó al festival y aprovechó para disfrutar de la belleza de la costa catalana, como fue contando a través de su popular cuenta de Instagram, que tiene hoy 1.700.000 seguidores-. Es una gran gran fiesta para los amantes del cine fantástico, pero también me sorprendió el respeto con el que me trataron. Yo estoy acostumbrado a que acá en la Argentina me maltraten en los programas de chimentos y ahí me pedían autógrafos, fotos, me felicitaban por mi laburo en la película... También estuve en Zombie Walk, una fiesta increíble en las calles de Sitges. Me compré un bate de goma espuma y una máscara y salí a divertirme. Estaba lleno de gente, lleno de familias. La pasé muy bien, y la película gustó mucho. Tuvo buenas críticas y hubo unos cuantos productores internacionales interesados en comprarla".
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Hijo de dos figuras del espectáculo nacional, Carmen Barbieri y Santiago Bal, Federico se empezó a hacer conocido cuando lo convocaron para la edición 2012 de "Bailando por un sueño", el exitoso programa conducido por Marcelo Tinelli. Tres años después, en 2015, ganó la competencia de ese ciclo con Laurita Fernández como pareja. También fue parte del elenco de Enredados -una obra estrenada en la temporada veraniega de Villa Carlos Paz en la que tuvo de compañeros a Flor de la V, Osvaldo Laport e Iliana Calabró- y fue panelista del programa Pampita online. Debutó en cine el año pasado con Rumbo al mar, codo a codo con su padre, hoy retirado de la actividad por su delicado estado de salud. Y ahora ensaya Mentiras inteligentes, nueva versión de una obra teatral que ya protagonizaron Arnaldo André, Betiana Blum, Mariano Martínez y Florencia Torrente en el Teatro Astros. "Esta obra también me pone en otro lugar: tiene un buen texto, hay una búsqueda que tuve que hacer para componer el personaje. Hasta ahora yo solo había hecho musicales y revista. Esto, igual que la película, es algo nuevo y muy estimulante. Encima vamos al Lido de Mar del Plata. Siempre es un placer trabajar ahí".
-¿Cómo te sentís trabajando en cine?
-Bárbaro. Yo terminé la secundaria y me puse a estudiar cine en la FUC, pero no terminé la carrera. Mi vieja le pidió a Carlos Mentasti que me dé una mano para trabajar y él me llamó para que lo ayudara en temas de producción. Fui meritorio y productor de locaciones, hasta que me llamaron para el "Bailando". Me llamaron tres veces, en realidad, y las dos primeras no agarré. Después me di cuenta de que me gustaba la idea de probar lo que se siente estando ahí, y lo bueno es que la gente me aceptó, me levantó el pulgar. Al poco tiempo me llamaron para hacer teatro y me empecé a entusiasmar.
-¿Con quién te formaste?
-Con un gran maestro, Augusto Fernandes, durante casi dos años. Y también cada laburo que hago me permite aprender algo, crecer. Con Rumbo al mar viví una experiencia muy linda. Esa película me sirvió para conocer más de cerca a mi viejo en el palo de la actuación, estuvo buenísimo hacerla. Y fue el puntapié de algo que quiero que siga. El de Crímenes imposibles fue un papel muy desafiante. De hecho, si bien me encantó el guion apenas lo leí, tuve un poco de miedo a la hora de decidir si lo hacía o no. Soy muy autocrítico y no estaba seguro de estar a la altura. Entonces lo llamé a Alejandro Awada, que para mí es uno de los mejores actores del país, para pedirle que tomemos un café. Quería que me aconseje alguien que supiera bien cómo meterse de lleno en un personaje.
-¿Y qué te dijo?
-Que tire a la basura todo lo que venía haciendo y me prepare para otra cosa. Me ayudó a entender que la experiencia de la televisión me dio el cariño de la gente y plata para vivir, pero que el cine es otro mundo. Él dice que en el cine está todo en los ojos, que si lográs transmitir algo desde la mirada, te salen solos la voz y los movimientos. Llevé al rodaje ese consejo como bandera y me sirvió mucho.
-¿Te parece que haber aparecido tanto en programas televisivos de chimentos puede complicarte la decisión de tomar otro rumbo?
-Yo no soy el estereotipo de famoso. Soy alguien conocido por mis viejos, dos artistas muy populares, pero ya estoy un poco cansado del estigma, de ser siempre "el hijo de". Aparezco en esos programas por eso, pero siento que esa es una mochila que ya supe sacarme de encima. A mí mucha gente me aplaude. Creo que puedo divertir y emocionar con lo que hago. No estaba seguro de dedicarme a esta profesión porque a lo largo de muchos años vi a mis viejos pelearla, pasarla mal, pasar tiempos de vacas flacas... Sé que cuando no hay un mango tenés que agarrar una valija y salir de gira por todo el país para juntar un poco de guita. Pero me gusta estar donde estoy. Y tengo más planes.
-¿Cuáles?
-Escribir y dirigir una miniserie, por ejemplo.
-¿La fama no te gusta, entonces?
-Para nada. La masividad es algo lindo y a la vez complicado. Marcelo Tinelli tiene el programa más visto de la televisión, todo lo que vos hacés ahí lo está viendo mucha gente, acá y en Latinoamérica. Y eso potencia todo lo hagas y digas, lo bueno y lo malo. Tenés que estar preparado para recibir agresiones gratuitas de gente que labura en programas que viven de eso porque sos nuevo, porque te va bien, por lo que sea... A la semana de estar en el "Bailando" se empezaron a decir cosas rarísimas de mí, te ensucian porque sí, es muy cruel, pero yo siento que estoy donde quiero estar y que es es un buen momento para redireccionar mi carrera, para aprovechar el cariño que me tiene mucha gente. Esta película tiene que ver con eso.
-¿Que fue lo peor que dijeron de vos?
-Uf, muchas cosas, cosas muy feas, muy graves, mentiras. Se encargaron de resolverlas mis abogados y quedaron en la nada porque son mentiras, inventos. En la televisión manda el rating, nada más. Yo creo que no tengo enemigos puntuales, declarados, pero hay periodistas, o algunos que dicen ser periodistas, que se cuelgan de lo que puede decir una ex o la madre de una ex, para armar escándalo. Tuve algunas relaciones tóxicas y la verdad es que quiero correrme de todo eso, pero pasó de todo. Una exnovia pensó que podía perjudicarme diciendo que era homosexual, pero me terminó ayudando porque me sumó mucho público de la comunidad gay. Yo soy un tipo súper abierto, súper relajado. También dijeron que me drogaba, cualquier cosa...
-¿Y en la calle nunca tuviste problemas?
-Alguna que otra vez he discutido en un boliche porque siempre hay un desubicado... Pero en general no es así. Recibo más que nada afecto y reconocimiento. Igual hay que estar atento. Hace poco fui a un boliche, me gustó una chica y la invité a almorzar. Al otro día, comimos, charlamos y al rato lo que hablamos estaba en todos lados: en la tele, en las redes sociales... Hoy es muy fácil: buscás el Instagram de Ángel de Brito, le mandás un mensaje directo y listo. Me sentí un tonto, pero también pienso que no tengo que cambiar mi forma de ser, que no tengo que volverme un paranoico. Me gusta salir y me gusta dejarme llevar. No voy a encerrarme en mi casa.
-¿Te molesta que te cataloguen como mediático?
-Ser mediático es una virtud. Es algo que me ayuda en mi carrera. Hace poco fui a tomar un café con Juana Viale y a los diez minutos se enteró toda la prensa. En un programa de televisión dijeron que yo había citado a los camarógrafos, pero mintieron. No me hace falta hacer eso, vienen solos. No necesito llamarlos, esa es la parte positiva de ser mediático para mí: tengo prensa gratis. La parte negativa es que digan "este es el que se pelea en Intrusos todo el tiempo". Yo reacciono porque me provocan, porque mienten. Ahora ya elijo qué peleas doy y cuándo es mejor callarse. Y no me vengan con eso de que el que calla otorga. Es una tontera.
-¿Vas a seguir en el "Bailando"?
-No me voy a quedar toda la vida, sobre todo porque ya me llevé el máximo galardón de ese programa. Por ahora sigo porque me divierte. Puedo reírme con Marcelo, puedo vender mis películas y mis obras, puedo disfrutar del cariño de la gente. No estuve cuando Laurita Fernández fue parte del jurado porque recién me había separado de ella y encima había tres ex mías en el programa. No daba... Después volví y Marcelo se ocupó de contratar una ex otra vez. (Risas). Estoy pensando más en el cine, en el teatro, quizás en una telenovela.
-¿Sos amigo de Tinelli?
-Es mi jefe. No es fácil ser amigo de un jefe. Es alguien que en lo profesional me dio todo y él lo sabe. Me hace reír, me divierte estar con él en su programa, pero no somos amigos.
-¿Tenés amigos del medio?
-Tengo mis amigos de siempre, que son pocos, y los mantengo desde la época de la escuela secundaria. No suelo abrirme mucho, muy poca gente sabe quién soy realmente. Me llevo bien con mucha gente del medio, pero no tengo amigos en este ambiente.
Tengo 30 años y tuve que enfrentar una cantidad de quilombos más propia de un tipo de 70 y lo hice
-¿Cómo te llevás con tus viejos?
-Son lo mejor que me podía tocar y profesionalmente me enseñaron muchísimo. Mi vieja es creatividad, espontaneidad, originalidad y mi viejo, puntualidad, método, rigor. Siempre fueron complementarios, sobre todo cuando trabajaron juntos. Mi viejo fue uno de los mejores comediantes de este país. Son dos artistas populares muy grosos y yo me ocupo de defender esa estirpe. No siento un peso cuando me dicen "Santiaguito" o "Carmencito". Quieren joderme, pero para mí eso está bueno.
-¿Que actores argentinos te gustan?
-A Alejandro Awada ya lo nombré... También Ricardo Darín, Luis Brandoni, Guillermo Francella, Alejandro Paker, Emilio Disi, Alberto Martín, Marcelo de Bellis. Todos distintos y muy buenos.
-¿Cuál es tu mayor fortaleza y cuál tu gran debilidad?
-Siento que soy alguien muy fresco, no me hago el inalcanzable como algunos famosos. Soy tranquilo, no me gusta la pose. Hay actores que buscan ser famosos, quieren que se hable todo el tiempo de ellos, pero yo no busco eso. Me gusta tener una linda vida, trabajar de lo que quiero, tener buenos proyectos. Tengo 30 años y tuve que enfrentar una cantidad de quilombos más propia de un tipo de 70 y lo hice. Después, creo que a veces soy un poco calentón, pero aprendí que eso no me sirve, que tengo que elegir qué peleas dar y entendí que no podés gustarles a todos. Entonces ahora me banco que hablen mal de mi laburo, que me critiquen, siempre que sea con respeto y sin agresiones.
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