Uno de sus primeros grandes éxitos lo consiguió con el libro Los dueños de la Argentina, la cara oculta de los negocios, allá por los años 90. Y años más tarde alcanzó la popularidad gracias a su labor en la radio y la TV, con un estilo para comentar la actualidad tan apasionado como directo. Amado por unos y odiado por otros, con 40 años dedicados al periodismo político, Luis Majul es sin dudas uno de los referentes del género en los medios locales.
La semana última retomó su ciclo de cable –4Días, de lunes a jueves, en A24- y hace pocos días debutó al frente del envío radial La tarde de CNN, en AM950, todos los días, de 16 a 19. Su atención está puesta ahora en su programa insignia, La cornisa, que cumple 20 años al aire a su regreso este domingo, a las 20.30, por América. Para festejarlos promete un programa con todo: "Estará el presidente, Mauricio Macri , aunque aún no sabemos si en una charla en vivo o grabada previamente. También habrá una investigación periodística que no puedo revelar porque el lunes será motivo de una presentación judicial, pero te adelanto que involucra a uno de los personajes más importantes de la política. Y, por último, un entrevistado sorpresa que no es del mundo de la política, y que si lo nombro vendría tanta gente al canal que la charla sería imposible", anticipa el conductor a LA NACION.
–¿Qué balance hacés de estas dos décadas de La cornisa?
–Una de las claves que tiene sostener durante veinte años un programa como éste, aunque parezca una contradicción, es no mirar atrás. Yo tengo marcas en la piel de La cornisa por algunas cosas que pasaron, como investigaciones profundas que terminaron en causas judiciales, como el caso de Daniel Scioli , el caso de Moyano, muchas vinculadas con el kirchnerismo, algunas relacionadas con este Gobierno; y por notas inolvidables que fueron para mí de una tensión enorme, como la que le hice a Fernando Peña cuando se puso a insultar a todos los accionistas del canal; y de la que aprendí mucho. Él había llegado al estudio y antes de que empezara el programa, entre bastidores, se había puesto a tomar champagne y cocaína. Él luego dijo barbaridades al aire y yo lo dejé hablar porque temí que mi interrupción lo enardeciera más. Más tarde, me llamó Gustavo Yankelevich y me dijo que en un caso así hay que salir del aire, pedir un corte y recomponer todo. Esas son cosas que uno va aprendiendo con el tiempo. También aprendí a lidiar con las enormes presiones que se reciben de todos los sectores del poder: empresarios, políticos, sindicales, de medios. Este domingo en La cornisa se podrá ver un clip con distintos momentos de estos veinte años, pero yo nunca vuelvo a ver los programas, ni siquiera tengo fotos o archivos de los mismos.
–¿Cuánto has cambiado en estas dos décadas?
–Sigo teniendo el mismo carácter, pero más moderado. Ya no soy ese periodista que para hacerte una pregunta incómoda te podía faltar el respeto y hasta escupirte un ojo. He ganado experiencia y ya no me peleo con todo el mundo cada cinco minutos.
–Ya no sos tan vehemente.
–Digamos que aprendí a administrar mis impulsos. A todas mis peleas, públicas o no, con Jorge Lanata, Mario Pergolini, Daniel Hadad, Marcelo Longobardi, Mirtha Legrand y Andy Kusnetzoff , por ejemplo, las veo muy lejanas y no las analizo. Como te dije antes, no miro para atrás.
–¿Aprendiste a pedir disculpas?
–Sí, totalmente. En la mayoría de los casos, cuando la responsabilidad de la pelea fue mía, he pedido disculpas. Hoy tengo mi ego más desinflado y vínculos profesionales más sanos que los que tenía hace años.
–¿Eso es producto del oficio o de la terapia?
–Terapia hice muchos años, pero creo que en esto tuvo más que ver mi reducido círculo de amigos y mi familia, en especial mis hijos. Ellos son seres muy libres y cuando nos sentamos a comer se cambian profundamente los roles. Nosotros, mi mujer y yo, somos los que escuchamos porque son ellos los que tienen más cosas relevantes para decir y experiencias interesantes para compartir. Mi hija Victoria, de 22 años, que cursa el tercer año de medicina, y mi hijo de Octavio, de 26, que ya es licenciado en ciencias políticas, me convirtieron en alguien más tolerante y con mucha más escucha real. Eso se trasladó a mi trabajo. Si vos comparás al Majul de hace veinte años con el de ahora, y hacés una medición algorítmica de interrupciones, el de ahora prácticamente no interrumpe. Yo he arruinado notas tremendas, que me costaron mucho conseguir, como la de Gerardo Sofovich en su momento más álgido (tras su polémico paso por la gerencia de ATC), interrumpiéndolo y poniendo al televidente del lado de él cuando tenía todo para que sucediera lo contrario.
–Ya has ido enumerado algunos, ¿cuáles fueron los otros mejores y peores momentos del programa?
–La entrevista con Néstor Kirchner, cuando nadie la podía hacer, fue un logro. También los reportajes a Susana Giménez, Jorge Lanata, Mirtha Legrand, Mario Pergolini, Diego Armando Maradona en Cuba y Fernando de la Rúa en el canal público, una entrevista durísima que siempre amablemente me recriminó. También la nota que le hice a Leo Messi el año pasado. Para un periodista deportivo es casi inconseguible una nota con él. Yo utilicé los métodos de seducción periodística más extremos…a propósito, el otro día Marcelo Longobardi me hizo una entrevista para el canal CNN en Español y me dijo que mi apellido es un neologismo que se convirtió en verbo: "majulear", que en el ambiente periodístico significa insistirle tanto a un invitado difícil que al final no se puede negar.
–¿Y cuál fue el personaje al que "majuleaste" más en todos estos años?
–A Mirtha Legrand . Yo la quería sentada en La cornisa pero sabía que ella no asistía a ningún programa de televisión. Entonces pergeñé un operativo maravilloso. Yo sabía por Nacho Viale (padre) que ella tomaba el té a las cinco de la tarde y que siempre le gustaba hacerlo con algo de chocolate, que moría por el chocolate. Y como mi mujer (María Elizabeth Conte Grand) es una chef espléndida, una cocinera de gran nivel, y entre los platos exquisitos que elabora tiene una torta de chocolate, crema y dulce de leche que es una bomba irresistible. Se me ocurrió escribirle a Mirtha una carta, hice que se la entregaran en mano justo un minuto antes de las 5 y que acto seguido le llegara la torta. Ella leyó la carta, tomó el té, probó la torta. Luego yo la llamé y me dijo: "Nunca comí una torta como ésta". Y agregó: "Voy a ir a La cornisa". Y siguió comiendo la torta. Esto deja claro que a veces se necesita algo más que olfato periodístico para conseguir una nota. Yo apelé al impacto sensorial y gané.
–Hasta junio Jorge Lanata no volverá a ocupar su espacio de los domingos a la noche en eltrece con su Periodismo para todos, ¿esto te quita presión?
–No, a mí me gusta que esté Jorge Lanata . Cuando está él se produce un fenómeno especial los domingos. Cuando hay más contenido en la televisión abierta que se relaciona y está en distintas franjas horarias (recordemos que mi programa va a las 20.30 y el de él a las 22), es mejor. La gente toma a La cornisa como la previa de Periodismo para todos y no me molesta. Es más, me sirve, yo lo capitalizo. No quiero ser exagerado, pero los picos de rating de La cornisa son los más altos de toda la semana de América TV. Ojo, con esto no quiero decir que no compita con Lanata, yo compito con él, con todos los otros programas periodísticos y hasta con las redes sociales, pero siempre con buenas armas. En definitiva, a Lanata no le tengo miedo y tampoco siento que tenga que agredirlo para competir, le tengo mucho respeto.
–Estar al frente de un programa tan exitoso como longevo obviamente tiene sus beneficios, pero también sus contras; por ejemplo, las críticas. ¿Cómo te llevás con ellas?
–Ahora bastante bien. Pero hace cinco ó seis años…tremendamente mal. No me las bancaba, no las entendía. Llamaba a los colegas que me criticaban para pedirles que vieran el contexto, que se fijaran lo que había atrás. Sí me afectan las agresiones, que en general no recibo y a las que les presto poca atención, sobre todo cuando provienen de las redes sociales.
–Algunos dicen que sos parcial al gobierno y te definen como "un periodista militante de Mauricio Macri"
–El problema con respecto a ese supuesto diagnóstico es que está basado en una realidad que está corrida. Yo publico los datos comprobados: el gobierno anterior todavía sigue teniendo un material para analizar, denunciar e investigar que es casi interminable. Se producen novedades todos los días. Eso no implica que yo no ponga en pantalla o en mi programa de radio investigaciones judiciales como los aportes truchos de la campaña de Cambiemos o que no critique fuertemente las decisiones y la política económica de este gobierno. En general, los que dicen eso que vos apuntaste quisieran que yo repitiese cosas como, por ejemplo, que Maldonado está desaparecido pero la información dice que no fue así; que los hijos de Ernestina Herrera de Noble eran hijos de desaparecidos mientras que la información dice que no es así; y que Stornelli es efectivamente un extorsionador cuando no hay ninguna evidencia ni prueba que lo demuestre. En la Argentina hay un sector del escenario político que está formado por una especie de tribu bastante fanática y radicalizada, a la que si no le decís lo que quiere escuchar o leer te coloca en un lugar de sesgo que es el sesgo que ellos tienen. Pero a mí no me hacen ni cosquillas.
–También te acusaron de haberte beneficiado con una pauta oficial desproporcionada, sobre todo de parte del gobierno de la provincia de Buenos Aires.
–No tuve pauta oficial desproporcionada. La información, además de viejísima, es falsa. Se generaron causas y fui sobreseído en todas. Por tres jueces y tres fiscales diferentes. Las sentencias son para hacer un cuadrito. En todos los casos dicen que las falsas acusaciones no afectan mi buen nombre ni mi honor. La noticia nueva es que, con los fallos absolutorios en la mano, demandé a los difamadores: el impresentable diputado cristinista Rodolfo Tailhade, los responsables de C5N Cristobal López y Fabián de Sousa. También a Cynthia García y Roberto Navarro. Todos ellos tendrán que responder ante la justicia por publicar y reproducir datos falsos. Tendrán que pagar por mentir a sabiendas. Eso les pasa por responder a las órdenes de Cristina y su grupo de tareas.
–Después de lo sucedido hace días entre el supuesto abogado Marcelo D´Alessio y el periodista Daniel Santoro, que terminó salpicando al ciclo Animales sueltos, ¿resulta más difícil ejercer el periodismo en TV sin caer en los riesgos de las operaciones políticas?
–Lo que le pasó a Daniel Santoro no es bueno, no sé si le pudo haber pasado a cualquiera de nosotros. Yo particularmente soy una persona que chequeo mucho con quien me junto, qué me dice, si es buen tipo o no. Si viene alguien a venderme algo raro es muy probable que con los años que tengo me funcione el instinto para desconfiar un poco. Hay que estar muy atento a las operaciones. Ahora hay operaciones desde el Estado y fuera de él. En este contexto, creo que debe ser más difícil ejercer el periodismo para "les chiques" que recién empiezan. Porque no tienen oficio y podrían resultar más vulnerables a las operaciones.
–La semana pasada retomaste tu programa 4Días en la señal de cable A24 y tuviste como primer invitada a Elisa "Lilita" Carrió. ¿Podríamos decir que después de tu esposa esta es la mujer que más te ha durado? ¡La invitás siempre! ¿Es tu figura favorita?
–No. Esa es una percepción que no voy a poder dar vuelta nunca. Hacía mucho tiempo que ella no venía a mi programa. La última vez que la había entrevistado fue en La cornisa y de allí se fue medio enojada porque dijo un par de cosas fuertes y yo le acoté que debía probarlas. Y eso que una de las cosas que comentó era sobre Pablo Moyano, alguien a quien yo critico mucho. Lo que sucede es que cada vez que yo invito a Carrió se produce una química determinada –no sé por qué porque yo no hago nada especial para eso– que tiene una fortísima repercusión en los medios.
–¿Qué figura quisieras tener frente a frente y aún no lo has logrado?
–A Cristina, sin dudas. La invito todo el tiempo. Por carta, email y whatsapp. Millones de veces al mes. Pero su respuesta es siempre la misma: No.
–Este lunes debutaste en CNN Radio Argentina al frente del programa La tarde de CNN y conseguiste entrevistar al hombre del día, Marcelo Tinelli, quien acababa de almorzar con Roberto Lavagna y de haberle brindado su apoyo como presunto candidato presidencial. Entre otras cosas, Tinelli dijo al aire que "Macri y Cristina tienen picado el boleto" y que "los argentinos nos merecemos tener una opción distinta" ¿Qué opinás al respecto? ¿Estás de acuerdo con la "tercera vía"?
–Yo creo que al país le hace bien que haya fuerzas poderosas y mayoritarias cada vez más representativas. A mí me gustaría que, a esta altura, la Argentina no tuviera como opción una fuerza tan radicalizada, persecutoria, autoritaria y hasta delirante, que repite falsas verdades como si fuesen sagradas, como lo que es el kirchnerismo. Me gustaría que esa fuera una fuerza mucho más minoritaria; y que hubiese una fuerza como la que representa Macri, de centroderecha, y otra quizás representada por el peronismo moderado, sin prontuario, y que se disputaran el poder entre ambas pero en base a cinco o diez cosas inamovibles, que nadie pueda que cambiar, como pasa en los países civilizados. Ése sería mi ideal de escenario político.
–Por otro lado, a los dichos de Tinelli agregaste: "Veo a la gente muy preocupada y decepcionada". ¿A vos también te decepcionó este gobierno?
–Yo no funciono en términos de decepción personal. Yo, como periodista, soy escéptico siempre. Tengo un pesimismo profesional. Yo no me enamoré de ningún presidente ni ninguno en particular me generó expectativas. A mí me puede defraudar que mi hijo haga algo que no espero, por ejemplo. Pero a mí no me defrauda un presidente. No obstante, soy muy consciente de lo que sucede y critico fuertemente que el gobierno en general y Macri en particular hayan generado una expectativa desmesurada que no pudieron cumplir. O que pronunciaran frases como "Somos el mejor equipo del mundo", "Tenemos a Messi", "la inflación se soluciona en 2 minutos" y "el crecimiento va a ser una cuestión de costumbre". En eso Macri se equivocó. Y no es que me defraudó a mí, defraudó a la sociedad. Pero creo que todavía tiene una última oportunidad, mínima, para demostrar que es capaz de dar vuelta esa percepción.
Más notas de Luis Majul
Más leídas de Personajes
Escándalo en Hollywood Una poderosa productora calificó a Sydney Sweeney de “fea y mala actriz” y tuvo que pedir disculpas
Lejos de la cienciología y de su papá. Suri cumple 18 años mientras Tom Cruise se muestra feliz a kilómetros de distancia
"No me quiero poner una etiqueta". Manu Fanego: el increíble parecido con su padre y el proceso íntimo que transita
"Tuve que elegir". La nueva vida de Camila Velasco: de Playboy a ingeniera especializada en Inteligencia artificial