A todo vapor marchan los preparativos de la gran boda real del año, que en seis semanas tendrá como protagonistas al príncipe Harry (33) y Meghan Markle (36). En el Castillo de Windsor, el lugar que los novios eligieron para dar el sí el 19 de mayo, un amplio dispositivo de seguridad ya empezó a ser desplegado, mientras el Palacio de Kensington –a cargo de la comunicación– devela a cuentagotas las incógnitas del acontecimiento.
Desde su compromiso, el 27 de noviembre de 2017, todo lo que concierne a Harry y Meghan es noticia. Como en la más adictiva novela por capítulos, en los últimos meses nos enteramos de dónde provienen los diamantes del anillo de compromiso que diseñó el hijo menor del príncipe Carlos, cómo fue la ceremonia de bautismo y confirmación de Meghan en la fe anglicana, el lugar de su despedida de soltera, quién imprimió las invitaciones y a cargo de quiénes están la torta de bodas y el vestido de la novia. La cuenta regresiva se acelera, sólo queremos saber más y más sobre el acontecimiento real que dentro de 45 días tendrá al mundo de testigo.
Harry y Meghan fueron los grandes ausentes durante el servicio religioso de Pascuas en la capilla de Saint George. El motivo no trascendió, pero se cree que el "faltazo" se debió a una cuestión estratégica: no "quemar" el escenario de su boda con fotos de los novios a tan poco tiempo del gran día. Su ausencia, sin embargo, no fue la única noticia de Semana Santa. El fin de semana pasado, Kensington reveló que la inglesa Philippa Craddock será la encargada de la decoración floral de la capilla. La reconocida florista utilizará especies de estación, como rosas blancas, peonías, dedaleras y ramas de haya y abedul, de los jardines de la Corona, para recrear el paisaje natural de la campiña inglesa. "Me siento honrada de haber sido elegida. Trabajar con el príncipe Harry y Meghan ha sido un inmenso placer. El proceso fue creativo y muy divertido", dijo la designer.
Además, hubo otra primicia: la seguridad de los novios y sus invitados. Un amplio dispositivo, que tendrá un costo estimado de 34 millones de euros, ya comenzó a ser instalado en las inmediaciones del Castillo de Windsor y la capilla de Saint George con el fin de proteger a los 2.600 invitados y las más de 100 mil personas que se estima viajarán a la localidad para ver de cerca a los novios. Barreras físicas, controles de vehículos, francotiradores, scanners como los que hay en los aeropuertos, perros y cientos de cámaras son sólo algunas de las medidas para defender la zona de posibles ataques.
Las novias reales suelen llevar una tiara prestada el día de su boda y la prometida del príncipe Harry espera no ser la excepción. Meghan podría encontrar inspiración en la exposición Victoria Revealed que se realiza en el Palacio de Kensington.
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