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El frío lo lleva a refugiarse bajo el sol. Prende un cigarrillo, larga una bocanada, y en ese gesto encuentra unos segundos de descanso en su maratónica agenda. Por estos días, Ricardo Darín (62) se prepara para un nuevo estreno en la pantalla grande: después de El amor menos pensado (junto a Mercedes Morán), este jueves estrena Todos lo saben, el film del iraní Asghar Farhadi donde comparte por primera vez cartel con Javier Bardem (49) y Penélope Cruz (44). Además, en octubre comienza a filmar una película junto a su hijo, Chino Darín (29), la segunda realizada por la productora que formaron juntos, Kenya Films. "Por suerte nos llevamos bien; discutimos, pero nuestra forma de llevarnos bien es discutiendo. Y lo gracioso es que ahora somos socios. Nunca imaginé tener un socio como él y creo que él tampoco imaginó tenerme a mí como socio", dice.
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Distendido, Ricardo se presta a la charla en el hotel Four Seasons. Así como recorre su carrera y repasa con una sonrisa sus treinta años de amor con Florencia Bas (50), no evade las preguntas más incómodas, en especial aquellas que lo llevan a terrenos menos amables, como las que tienen que ver con las declaraciones que Valeria Bertuccelli –con quien protagonizó en teatro Escenas de la vida conyugal– hizo sobre él.
–Hablemos de Todos lo saben. Hace años que se conocen con Javier Bardem…
–No lo conozco, somos amigos.
–¿Cómo nació esa amistad?
–Nos conocimos en Madrid. La primera vez que nos vimos tuvimos un encuentro muy gracioso. Debe haber sido en 2000, hace casi dieciocho años. Todo comenzó cuando me llegó el comentario de que él había hablado de mí… Había tenido un gesto conmigo sin conocerme, de esos que uno no puede olvidar. En ese tiempo Javier había sido nominado al Oscar por Antes que anochezca, que en mi opinión debió haberlo ganado, y en la comida previa a los premios se encontró charlando con Jack Nicholson, Dustin Hoffman y Robert de Niro o Al Pacino, ya no me acuerdo. Al parecer, todos lo estaban felicitando por su trabajo. Él es un tipo muy sencillo, introvertido, salvo que esté contento, donde se vuelve muy gracioso. Así que estaba ahí, rodeado de esos popes del cine, por lo que se debe haber sentido intimidado. En un momento alguno de ellos le dijo que él era uno de los mejores actores del mundo, pero él no sólo no aceptó el elogio, sino que les contestó: "No, el mejor actor del mundo es Ricardo Darín". [Se ríe]. Es un loco. Después no sé si se encargó de recomendarles una película mía, un gesto que te puedo asegurar no lo tiene nadie. Así fue que intenté contactarme con él sólo para agradecerle. Finalmente lo conseguí y quedamos en encontrarnos en la confitería de un hotel. Me acuerdo que estaba con Florencia y los dos estábamos nerviosos y hacíamos estupideces, como pensar qué nos íbamos a poner para el encuentro. Es gracioso, porque Javier después nos contó que él también había estado muy nervioso, que daba vueltas alrededor de la habitación. Apenas nos vimos fue sencillo, nos abrazamos y nos quisimos desde el primer momento.
–¿Se siguen viendo?
–Sí, desde hace años. Me hice muy amigo de la familia, de su mamá, de su hermano Charly y ahora de su mujer, Penélope.
–¿Cómo fue trabajar en Todos lo saben con Penélope, quien el año pasado compartió cartel con tu hijo en La reina de España?
–El Chino me había dicho que había tenido una experiencia maravillosa con ella. Penélope es increíble. Es una profesional tremenda, sabe todo y está en todo. Es una mujer muy inteligente. Todos la tienen como star, pero es una gran actriz. Nos entendimos muy bien en el rodaje, trabajamos todas las escenas palmo a palmo; discutimos las cosas, mejoramos los diálogos. Fue muy enriquecedor.
–¿Cómo llegó el guión a tus manos?
–Estoy seguro de que la propuesta de Ashgar llegó como sugerencia de Javier y Penélope. Estando en Madrid me llamó el director para ser parte de la película, pero para mí era imposible por cuestiones de agenda. Me acompañó el Chino y ahí le dije que no podía aceptar porque justo esas fechas tenía funciones de teatro y una gira por España. Enseguida me preguntó en qué obra estaba trabajando y le dije: Escenas de la vida conyugal, de Bergman. Se quedó mirándome y me dijo: "Por Bergman y especialmente por esa película, yo me dediqué al cine. Así que lo único que quiero ahora es ir a verte al teatro. Yo voy a hablar con la producción para que puedas coordinar para hacer la película y la obra al mismo tiempo". Pensé que no lo iba a lograr pero lo hizo.
–En la película interpretás un personaje cuyas decisiones más cruciales de su vida las deja libradas a la voluntad de Dios…
–Sí, y eso me pareció un desafío muy grande porque yo no soy creyente. Me resultó muy atractivo un personaje que deposita toda su vida en un ser superior.
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–¿En qué creés?
–Creo mucho en la naturaleza. Con la especie humana tengo mis reparos, pero creo en las buenas personas, en la gente de bien, en la gente decente, que tiene sentimientos. La fe ciega me produce mucha envidia. La fe más allá de todo, y no tiene nada que ver con una religión determinada, sino con el concepto de depositar el destino no sólo de tu vida, sino todas las vidas que tenés en consideración a tu alrededor en manos de algo intangible. Eso me emociona y me produce cierta envidia. A veces me gustaría entregar ciertas situaciones a un ser superior que me las contuviese.
–Protagonizaste tres películas que fueron nominadas al Oscar –El secreto de sus ojos se llevó la estatuilla en 2010–; sos reconocido internacionalmente y te premiaron el año pasado en el Festival de San Sebastián. Sin embargo, no te hacés cargo de esa fama.
–Creo que hay una necesidad intrínseca del ser humano del reconocimiento. Todos de una forma u otra buscamos ser aceptados, queridos y nuestro oficio de la actuación demanda una alta exposición pública que a veces lleva a mucha gente a sentirse identificada y lo vuelca en forma de afecto y de acercamiento. La verdad es que nadie es un fenómeno, eso es una fantasía, una mentira. Todos somos seres humanos. Como dicen los españoles, "cuando llueve nos mojamos todos". Si te comés ese personaje que la gente cree que sos, estás perdido... en algún momento vas a necesitar mucha ayuda. [Se ríe].
–Muchos podrían pensar que desaprovechaste oportunidades al no continuar tu carrera en Hollywood…
–Es que soy feliz con todo lo que tengo, el tema es que la gente piensa que necesito más. Eso es un problemita que tenemos. La felicidad no tiene necesariamente que ver con las ambiciones. Más allá de que uno tiene que considerar aspectos elementales, como tener trabajo, porque si no tenés laburo y estás en situación de precariedad, tu objetivo es distinto. Si eso ya lo tenés cubierto, tu panorama es otro. La ambición es un poco confusa. Creo que a veces la gente sólo quiere ser famosa y no tratar de ser un buen violinista… Que su ambición sea ser mejor en lo que hace. Mirá la cantidad de gente que derrapa, salen tres o cuatro veces en una revista y ya te resignan el saludo en el ascensor.
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–¿Sos consciente del impacto de tus palabras? La ex presidenta, por ejemplo, en algún momento te respondió por Twitter…
–Sí, me contestó mal, pero me contestó. Hay que aprender a convivir un poco con eso... Guillermo Francella dijo hace poco: "¿Qué es esto de que a los actores nos pregunten todos los temas como si fuéramos eruditos?". Y tuvo mucha razón al decirlo de esa forma. Estamos un poco exigidos porque existe un compromiso con la gente que nos sigue y apoya. De repente nos convertimos en la voz de los que no la tienen.
–¿En España te preguntan por la situación de nuestro país?
–Sí, todo el tiempo. A veces me he visto en situaciones incómodas y hasta me ligué una lista de insultos. [Se ríe ]. Me acuerdo cuando pasó lo de YPF Repsol, que acá fue un candombe con todo el tema de la expropiación donde se dejó afuera a Repsol. Para mí esa operación era necesaria, pero no estaba de acuerdo en la manera en que se hizo; tendría que haber sido todo más ordenado. Me preguntaron y respondí que no me gusta eso de que porque estás en España edulcorás los problemas de nuestro país para que nadie se sienta ofendido. Las cosas hay que decirlas como son.
–¿Y cómo son?
–Alberto Migré decía que la realidad supera ampliamente la ficción. Lo de los cuadernos de las coimas es de no creer. Es triste que nuestro país haya adquirido reconocimiento internacional por este nivel de corrupción y no por otras que supimos conseguir con mucha hidalguía. Hemos tenido premios Nobel, escritores increíbles que aún hoy perduran en el tiempo. En una época en España hablabas de un odontólogo y no había forma de que no fuera argentino. Lo triste es haber perdido ese espacio y ese nivel de tanta excelencia en muchos sentidos. A lo mejor está mal que yo lo diga, pero el cine argentino goza de un nivel de reputación internacional elevadísimo y acá todavía hay gente que dice que no ve cine argentino. Esa tilinguería de creer que siempre lo de afuera es mejor.
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LUCES Y SOMBRAS
–En junio, Valeria Bertuccelli reveló en una entrevista que la había pasado muy mal con vos mientras protagonizaban Escenas de la vida conyugal. ¿En qué te modificaron sus declaraciones a la hora de trabajar con una actriz?
–No me cambió en nada porque yo no cambié y aún no detecto motivos por los que debería hacerlo. Hasta tanto no me hagan una demostración cabal, seria y precisa y me digan cuáles son los aspectos que debería cambiar, no lo voy a hacer; porque con abstracciones yo no puedo hacer nada. Soy muy atento con mis compañeros, muy enfocado. Hay un nivel de despojo grande cuando trabajamos mano a mano con un compañero. Donde nos necesitamos unos a otros, donde nos nutrimos de la generosidad y la reciprocidad. Y no he encontrado todavía compañero o compañera que me diga que no he sido atento a sus requerimientos y necesidades. Ojo, esto no invalida el hecho de que alguien se haya sentido mal por algo que pude haber cometido. Yo no critico eso, no lo juzgo. Lo que digo es que no creo que tenga que cambiar porque me he manejado bien no sólo con mis compañeros de trabajo, sino con las personas que me he cruzado en la vida.
–Ella dijo que en algún momento va a hablar más sobre lo que vivió…
–Me parece perfecto. Acá estamos esperando que especifique qué monstruosidad le hice yo para que exija que le pida disculpas públicas por un hecho privado.
–¿Qué postura tenés frente al feminismo?
–Me parece maravilloso que las mujeres logren recuperar ese espacio que durante siglos les fue negado a nivel social. Como todas las movidas revolucionarias, tiende a desmadrarse para luego encontrar el equilibrio, el cauce… Es decir, los tipos están replegados, un poco asustados sin saber cómo pararse frente a esto y la única manera de pararse frente a eso es con amor, es queriéndolas y amándolas cada vez más y no pataleando por estupideces.
–Hace más de treinta años que estás con Florencia. ¿Cuál es el secreto?
–La convivencia tiene que ser un placer, si no es imposible. A pesar de todo, de las negociaciones, de los espacios, de las decisiones, de que querés comer "pizza o sopa", uno tiene que ponerse de acuerdo. Con Flor somos los dos medio ermitaños. Tenemos una casa grande: si queremos nos encontramos y si necesitamos estar solos, también podemos. Nos queremos mucho, nos divertimos mucho y compartimos casi todo. Esa es la clave de nuestros treinta años: respetar nuestras propias individualidades. Cuando nos enamoramos de alguien, nos enamoramos de cómo es y después con las cuestiones de convivencia queremos ajustar algunos aspectos para que nos sean más funcionales y ahí la estropeamos. Nosotros tratamos de no perder eso.
–¿Viste a tu hijo en su última película, El Ángel?
–Sí, es un fenómeno y lo mejor de él es que lo hace todo con herramientas propias. Está haciendo su propio camino a su manera, con temperamento, que lo tiene, es bastante fuerte. Para mí es un orgullo porque como no tiene absolutamente nada que ver conmigo, tiene una manera de encarar las cosas que es maravillosa. Con Flor estamos muy felices con nuestros dos hijos: cada uno tiene su forma de ser y su propia mirada sobre las cosas. Su propia forma de caminar la vida. Son chicos decentes, sensibles, cero agresivos, inteligentes. Y tienen un gran sentido del humor los dos. Más no se puede pedir.
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