En entrevista con Rolling Stone, la banda revisa su primera declaración pública y confirma su idea de seguir adelante
“Nos definen las acciones/Lo demás es bla bla bla”, cantaba Ariel Minimal en “Quiebra”, un tema de El porvenir (09), el 11º disco de Pez. Ahora, sus fans repiten la frase en los 800 comentarios del comunicado oficial de la banda en Facebook, tras la denuncia de abuso contra el baterista Franco Salvador, publicada el 20 de abril en el sitio Ya no nos callamos más.
En el relato –anónimo y en primera persona– habla una fan de Pez que fue invitada al hotel del grupo en una fecha de su gira patagónica en marzo de 2017. “Charlamos, fumamos, era tarde, me dormía sentada, nos invitaron a quedarnos, ahí es cuando Franco me habla, me dice que me acueste, lo hago, realmente no podía moverme para irme a dormir a otro lado”, dice el testimonio. “En el momento que me acuesto comienzo a dormirme, siento su mano en mi vientre, lo saco, me fui quedando dormida. Cuando me despierto, me había sacado el pantalón y tenía la bombacha bajada.”
Ocho días después de publicado este testimonio, el mismo sitio dio a conocer una segunda denuncia, que involucra tanto a Salvador como al cantante Ariel Minimal, y describe una situación de hotel similar, que habría ocurrido en 2012, con violencia verbal y física. “A veces una por temor accede, con parejas o extraños, por temor”, dice el relato de la mujer.
“Los hechos, de la manera en la que están narrados, no tienen absolutamente nada que ver con la realidad”, le dijo Salvador a Rolling Stone en un encuentro con el grupo en su sala de ensayo. Los músicos dicen saber quiénes son las denunciantes y reconocen haber estado con ellas en habitaciones de hotel, pero “no advertimos ningún tipo de señal de rechazo ni de malestar”, según el baterista. “Claramente existió la escena”, suma Minimal. “Puedo reconocer el escenario, pero no el guión.”
El bajista, Fósforo García, añadió sobre el primer relato: “No decimos que miente. Decimos: ‘no hubo abuso’. Somos conscientes de qué es un abuso y qué no lo es”. A lo largo del encuentro con Rolling Stone, la banda intentó organizar su “descargo” haciendo un esfuerzo especial en cuidar el concepto de consentimiento. “Entiendo que ahora puedan cambiar de opinión, pero eso no me convierte en abusador. No es retroactivo”, dice Minimal. Salvador añade: “Creemos que [la denunciante] no recuerda. Que no lo está haciendo por maldad”.
"Lo que pasó fue consentido y entre adultos", dice Pez sobre las denuncias de abuso.
Rolling Stone intentó contactar a las denunciantes a través de la administración de Ya no nos callamos más, sitio que nació para visibilizar los casos de abuso y violencia que sufrieron algunas menores con Cristian Aldana, el cantante de El Otro Yo. Desde hace unas semanas, el sitio tiene una administración anónima, y contestaron que no guardan datos de las denunciantes. Tampoco se obtuvo respuesta del mail específico que se abrió para recibir denuncias sobre el caso de Pez. Sin embargo, a través de intermediarios, la mujer del primer relato prefirió resguardarse y no ampliar su testimonio.
Consultados sobre qué pasó exactamente en ambas situaciones, los músicos se negaron a dar su versión de los hechos. “Me parece una falta de respeto a la persona que está denunciando anónimamente ponerme a contar detalles sin su consentimiento”, dijo Salvador. “Me pongo a disposición de la justicia.”
La publicación de relatos de abusos en la web tiene como característica el anonimato, motivado por el miedo de sufrir represalias. Los datos confirman que las mujeres se acercan a las instituciones a averiguar qué pueden hacer, y en la minoría de los casos hacen la denuncia. Según el Registro Único de Casos de Violencia contra las Mujeres (RUCVM) del INDEC, entre 2013 y 2017 hubo un total de 260.000 casos que organismos públicos pudieron detectar como violencia por razones de género. El 71% buscó solo asesoramiento o asistencia por parte de otras mujeres, el 16% fue a hacer la denuncia penal, el 5% fueron a consultas en atención a la salud.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) constató que en los países de la región, la ruta que lleva a denunciar la violencia sexual es difícil y revictimizante. Además, reconoce que en la práctica puede ser difícil probar la falta de consentimiento por la ausencia de prueba directa, como marcas de violencia o testigos: “Dada la naturaleza de esta forma de violencia, no se puede esperar la existencia de pruebas gráficas o documentales y, por ello, la declaración de la víctima constituye una prueba fundamental sobre el hecho”.
“Hay minas cagadas a palos y violadas que van 24 horas después y no les toman la denuncia, eso lo entiendo”, dice Minimal. “Pero no tengo otra forma de defenderme. Estamos en un momento en el que no podés decir que una mujer miente. Ahí se suspende el Estado de Derecho.” Todos los integrantes de la banda coinciden en que solo van a dar su versión ante la justicia, o en el caso de que la denunciante se comunique con ellos. Según Minimal, “lo que pasó es algo del ámbito privado de la gente, y siempre fue consentido y entre adultos.”
En medio de las dos denuncias, Rodrigo Moloney, un ex asistente de escenario de Pez, contó en Facebook que fue “testigo de situaciones de abuso sexual y psicológico, y sé que lo que cuenta la denuncia es la forma en la que la banda se movía en las giras: bajar, hablar con chicas del público, llevarlas al hotel o a camarines, en pedo o drogadas”. Un día después de su descargo, dijo que podía dar cuenta “únicamente de un caso” y que “no presencié el abuso in situ, la víctima se acercó a mí después y en el momento no lo identificamos como tal”. Los músicos calificaron ese testimonio como “una barbaridad” y aseguraron que se trata del “único colaborador en 25 años de la banda al que le dijimos que no trabaje más con nosotros”, según Minimal.
Según pudo averiguar Rolling Stone, el actual grupo de trabajo de Pez entró en crisis: el manager y su productora 432hz se alejaron del proyecto después de la primera denuncia, porque la banda rechazó la sugerencia de separar a Salvador hasta que se aclarara la situación. En el equipo técnico también hubo renuncias. “Nos explotó una bomba”, dice Salvador. “Estamos saliendo a ver qué pasó y cómo podemos reconstruir todo lo que se destruyó.”
Algunos fans, por su parte, crearon el grupo de Facebook “Pez Apesta 2”, luego de la baja –durante algunas horas posteriores a las denuncias– que Pez hizo de su fanpage y del grupo original. Ahí, atraviesan su duelo hablando sobre taparse los tatuajes de la banda y compartiendo frases de canciones que hoy se resignifican: “No tengo nada que ver con tu idea de rock”. El malestar surge tanto de las denuncias en sí como del comunicado de la banda, en el que no solo niegan que haya existido una situación de violencia, sino que desestiman gran parte del relato: “No hubo relación sexual, ni consentida ni no consentida”, dicen. Hoy, la banda ve ese comunicado –redactado con la asistencia de una abogada– como un error de comunicación.
En ese contexto, hoy la banda no tiene fechas programadas, y de hecho puso en stand by todos sus planes, como la grabación de un disco tributo al rock nacional y un show para celebrar 25 años de carrera. Pero no se plantea la opción de separarse. “Nos parecería muy injusto”, dice Minimal. “Si esto fuera la justicia y alguno de nosotros fuera encontrado culpable, bueno, te la entiendo. Pero yo soy músico. De esto comen mis hijos y mi alma.”
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