Televisión. Princesa y amante
Por Adriana Schettini
Los intereses de la tele y los de la gente no siempre van de la mano. A un año de la muerte de Diana Spencer, la pantalla insistió en ofrecer más de lo mismo: la machacona historia de "la princesa que quería vivir". Los ciudadanos británicos, mientras tanto, parecen haber dado vuelta la página del llanto descontrolado y la catarsis colectiva.
Desde Londres, Graciela Iglesias, corresponsal de La Nación , lo puso en los siguientes términos:"Ante el insistente bombardeo de noticias sobre una persona que ya no está en condiciones de generarlas, la gente ha decidido abocarse a sus cosas. Una forma de cumplir con el adagio de "la vida continúa", así como un antídoto frente a lo que aquí ya se ha comenzado a llamar "dianafatiga". (...) En Inglaterra, lejos de reflejar el ánimo general, los medios de comunicación continúan con su dieta de "revelaciones" y "fotos inéditas". Las cadenas de televisión han dedicado más de cinco horas a repasar sus mejores imágenes de archivo (...)".
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Pero, no es sólo la TV británica la que a doce meses de la muerte de la princesa de Gales sigue exprimiendo los despojos de la noticia. La CNN emitió cinco programas dedicados a la joven difunta. Ni siquiera Larry King pudo resistir a la tentación. Lo suyo fue notable.
La emisión de "Larry King Live" de anteayer, abrió con una entrevista a Gennifer Flowers, amante de Bill Clinton en los tiempos en que era gobernador de Arkansas. La rubia oxigenada puso su mejor sonrisa al servicio de la cámara y sostuvo que siempre se había sentido culpable por la pobre Hillary. Admitió haber mantenido una larga y placentera historia con el actual presidente de los Estados Unidos, a quien se refería sencillamente como "Bill". Describió el modo en que ha seguido su vida -ahora tiene marido e hijo- después de aquellas correrías con Bill y opinó sobre su impropia sucesora, Monica Lewinsky.
El adiestrado olfato mediático debe haberle indicado a Larry King que no sólo de sexo viven los americanos, por más presidencial que la entrepierna sea. La gente quiere soñar, pero actualmente en los pliegues de la Casa Blanca se oculta apenas una seguidilla de orgasmos apresurados y un vestido sucio levantado como estandarte. Obediente a su instinto de periodista televisivo, tras el hiperterrenal testimonio de Flowers, el conductor ofreció a la teleaudiencia el glamour de un sueño importado:la princesa de Gales. Rosa Monckton, amiga de Lady Di, armó el rompecabezas de las múltiples virtudes adjudicadas a la reina de corazones.
Los archivos dicen que, al fin de cuentas, Lady Di y su ex marido atravesaron la aguas de la infidelidad apenas con más decoro que Hillary y Bill. Pero, eso ya no importa. Como sostiene Juan Carlos Gumucio en "Expediente Lady Di", publicado por El País, "Diana se encargó de consagrar aquello de que en este mundo no hay muerto ni siquiera mediocremente malo".
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