Puesta con buena fortuna
Don pasquale / Autor: Gaetano Donizetti / Libreto: Giovanni Ruffini / Elenco: Hernán Iturralde (Don Pasquale), Oriana Favaro (Norina), Santiago Ballerini (Ernesto), Homero Velho (Malatesta), Enzo Romano (notario) / Dirección musical: Juan Casasbellas / Dirección escénica: André Heller-Lopes / Escenografía: Daniela Taiana / Vestuario: Sofía Di Nunzio / Iluminación: Gonzalo Córdova / Producción: Buenos Aires Lirica / Sala: Tearo Avennida / Funciones: hoy, el jueves y el sábado.
Nuestra opinión: muy buena.
Buena fortuna la que corrió Don Pasquale, la famosa ópera bufa de Gaetano Donizetti, en la nueva producción de BAL.
Desde el elenco y la ejecución musical hasta la realización escénica y sus ajustes, la obra fluyó con pulso de comedia. El barítono brasileño Homero Velho compuso un Malatesta de buena presencia y cómoda desenvoltura. Instaló seguro el rol de intermediario desde su cavatina Bella siccome un angelo con el énfasis en la comunicación y matices de la palabra. Graciosa caracterización de Enzo Romano como falso notario, figura ineludible en comedias de enredos. Una Norina estupenda en interpretación de la soprano Oriana Favaro, la única voz femenina, destacó la potencia de su registro agudo y mostró ductilidad en una entrada difícil como el aria Quel guardo il cavaliere que expone coloratura y melodía, extensión y cambios de humor. Excelente Santiago Ballerini en el rol de Ernesto. Gracia, brillo y proyección de su timbre, un agudo dulce con inconfundibles armónicos nasales de "tenor italiano". Acompañado por una puesta sorpresiva, creó su momento mágico en la escena de la serenata. Por último, con extraordinaria naturaleza teatral, Hernán Iturralde compuso un Pasquale maravilloso. A la personalidad y fuerza de su voz, se sumaron el physique du rôle, el manejo de la comedia y la técnica (apoyo, dicción y reacciones del barítono bufo), con eficacia desde el inicio en su acentuado Fuoco insolito. Reunió todos los ingredientes para un logrado protagonista.
Juan Casasbellas a cargo de la orquesta y la producción musical, alcanzó un resultado homogéneo, atractivo y chispeante, continuidad y toques de dulzura.
Pintoresca realización escenográfica ubicando la historia en una plaza (veneciana). El recurso -un decorado en forma de "U" hacia la platea, con el perímetro recorrido por las típicas galerías de la ciudad de los canales en pronunciada perspectiva y, en el centro, una tarima a modo de escenario abierto que hizo las veces de la casa de Pasquale o Norina según el acto-, aportó un interesante movimiento y, en cuanto a lo conceptual, dio un novedoso contexto a la historia.
La acabada escenografía de Daniela Taiana se completó con el magnífico vestuario de Sofía Di Nunzio y una preciosa ambientación de luces en diseño de Gonzalo Córdova que hizo delicias de poesía visual. Sobre este inspirado marco y las omnipresentes acotaciones de personajes de la Commedia del Arte -representados con arte por coro y figurantes-, la acción dirigida por André Heller-Lopes fluyó con sincronización y espontaneidad, dos atributos esenciales a la comedia. Una música adorable servida en bandeja con creatividad y esmero.
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