Memorias de un adelantado
En octubre de 1991, Hugo Guerrero Marthineitz dijo al aire: "Todo político es un sinvergüenza, hasta que se demuestre lo contrario". La afirmación, que en estos tiempos de votos impugnados y cacerolazos puede pecar de ingenua, en aquel momento encendió la ira de varios legisladores y funcionarios. Incluso un conocido diputado, aún en funciones, difundió un comunicado en el que le pedía explicaciones en público por su "aseveración temeraria".
A pesar de que aquella opinión suya sería compartida por la mayoría de la sociedad en sólo una década, Guerrero Marthineitz no cree que sus dichos se correspondan con una "visión", sino más bien con una convicción que arrastra desde su juventud.
"No soy un adelantado a los tiempos. Simplemente, veo algunas cosas que van a suceder, sobre todo cuando está a ojos vista que ningún político latinoamericano es demócrata", dice.
Guerrero Marthineitz funda sus juicios negativos sobre la clase política en el hecho de que "la Argentina sigue viviendo en una posdictadura" más que en una democracia.
"Para ser un país democrático hay que pasar por mucho, entre otras cosas por sangre, sudor y lágrimas, como decía Winston Churchill. Somos analfabetos de la democracia, y nuestro placer de ignorantes, sin ganas de aprender todavía, es estropear o desechar todo aquello que se asemeje a la inteligencia, como las obras de Leopoldo Marechal o Ezequiel Martínez Estrada."
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