Sábado raro
Cualquier tarde como la de hoy, en la puerta del cementerio de la Chacarita, un Fiat 1600 espera para un paseo urbano, arty y misterioso
Cualquier sábado como hoy, una vez por hora entre las 15 y las 19, un Fiat blanco 1600 estaciona en la puerta principal del cementerio de la Chacarita. El espacio no parece ser el más indicado como punto de encuentro social. Pero el artista Leandro Tartaglia y el técnico de sonido Mariano Ast citan ahí a los espectadores para que participen en la obra La esquina indicada. Se trata de un recorrido en auto por la ciudad, con auriculares, escuchando un programa de radio grabado, tan verosímil que pasa por real, en el que un grupo de personas transmite música, debate sobre tecnología, lee fragmentos de libros, recibe invitados del mundo de la cultura, repasa hitos históricos y hasta reflexiona sobre cuestiones de planeamiento urbano.
A priori, La esquina indicada aparenta ser una performance artística. Sin embargo, los autores definen su creación como "teatro de sonido móvil". Cada encuentro, el conductor –Tartaglia o Ast, indistintamente– destina unos minutos a aclarar el panorama a sus tres pasajeros: cuenta de qué va la historia y la puesta en escena, y presenta el equipamiento. Así, encendido el motor, sólo la imaginación está librada al azar. Nada es improvisado: cada trayecto es una función igual a la anterior, el escenario consiste en un Fiat 1600 paseando por el barrio con itinerario fijo, el telón se corre cuando los espectadores suben y se calzan los auriculares, y la obra se completa cuando cada uno de ellos elabora su propia conexión entre lo que escucha, lo que ve por la ventana y lo que siente.
Juegos y sorpresas. Cada vez, todos suben al auto y se colocan los auriculares. Silencio total. El conductor muestra a los pasajeros un cartelito que dice: "Suba el volumen a marca azul". Todos giran al unísono la perilla. Una voz masculina va directo a los oídos: "Mi nombre es conductor y, como ven, puedo hablar sin mover los labios, boca quieta de labios pegados". Y así, queda instaurado el primero de los tantos juegos: el conductor en la ficción no es el real. Quien habla y no maneja es Pablo Accinelli.
Luego revela: "Según relatos de personas como ustedes, pudimos saber que en algún momento de su historia este automóvil fue utilizado como un estudio de transmisión de una radio. Pero no sabemos cuándo ni quiénes lo producían". Otro juego más. Los espectadores están escuchando un programa de radio grabado en el mismo Fiat 1600 en el que están sentados y a punto de pasear.
Las ruedas comienzan a moverse. A lo largo de 30 minutos (todo depende del tránsito), la emisión avanza a la par del auto, generando conversaciones que hacen alusión, con gran sincronía, a los lugares prototípicos de Chacarita y alrededores donde el conductor real va parando. Suenan canciones de Nina Simone, M.I.A. Violeta Parra, Nine Inch Nails y The Velvet Underground. Se emiten graciosas tandas publicitarias, con avisos que promueven, por ejemplo, "cómo organizar las ideas para que otro las entienda". Desfilan invitados que bien pueden exponer una grabación de sonidos o leer un poema. Repasan la historia del ex albergue Warnes, parte que se convierte en uno de los highlights de la obra. Desde este momento, todo es una gran sorpresa tras otra.
ANTECEDENTES
No es la primera vez que Tartaglia explora las consecuencias del aislamiento sonoro de las personas en un contexto urbano. En 2003 estrenó Felicia en el reino de los Elocuants, recorrido en bicicleta para un solo pasajero por Costanera Sur, en donde hacía escuchar un monólogo interior de una persona yendo al encuentro de otra. Y al año siguiente, llevó a cabo Bloom!, instalación de sillones en la puerta del Palacio Barolo, donde invitaba a la gente a sentarse y oír una historia transcurrida en la misma zona, que incluía tomas de sonido ambiente. En esta ocasión, escribió y dirigió La esquina indicada, una obra que plantea la necesidad de reflexionar sobre nuestro entorno, a partir de la escucha en movimiento de un programa de radio cultural-histórico. Sin escenario, sin butacas. Los que quieran experimentarlo pueden reservar asiento, el día y hora que puedan, en laesquinaindicada@gmail.com
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